Laureano Márquez 26 de agosto de 2021
En el
metro de Caracas, de precario funcionamiento como todo lo que depende de uno de
los gobiernos más corruptos del planeta tierra y sus alrededores, se colocan
afiches con la fotografía del empresario Alex Saab para despertar el interés
del pueblo venezolano sobre el abuso de poder que representa la detención en
Cabo Verde, desde hace un año, de este empresario colombo-venezolano.
Según
el régimen, desarrollaba tareas diplomáticas en distintos países, incluida la
de ser embajador plenipotenciario en África (lo curioso es que la condición de
funcionario diplomático que se esgrime para su inmediata liberación es
posterior a su privación de libertad, detalles que al régimen venezolano poco
importan, porque para ellos también los reos pueden ser retroactivos).
Saab
volaba en un avión privado que partió de Maiquetía rumbo a Teherán, haciendo
escala en el aeropuerto Amílcar Cabral de la Isla de Sal (mal presagio) para
reabastecer combustible (obviamente no tomaron la previsión que deben tener los
transportistas de Venezuela, que es llevar junto a la carga galones suficientes
de combustible que garanticen el regreso al punto de origen).
El
archipiélago de Cabo Verde es, por cierto, el último puerto que dejó Colón
antes de cruzar el Atlántico en el viaje en que descubrió el territorio que
bautizó como Tierra de Gracia y en el que aseguraba se encontraba el paraíso
terrenal.
Tierra
de gracia y paraíso fue efectivamente Venezuela para el empresario con
múltiples negocios vinculados al petróleo, al sistema cambiario, a la
construcción, a la extracción de oro y particularmente todo lo relacionados con
la importación de alimentos para los CLAP, entre otras inversiones (según el
empresario, concilia florecientes negocios con una honda preocupación social).
La
historia comenzó en el 2011 con la construcción de viviendas prefabricadas
importadas de Ecuador y desde entonces no ha hecho sino crecer y
diversificarse.
Una
serie: Alex Saab, agente antibloqueo, narra la versión del
empresario. Se trata de un documental que desmiente lo que la justicia de
Colombia, Reino Unido y Estados Unidos le atribuyen, y allí denuncia su
detención como un «secuestro» en el que sufre «intensas torturas».
Según
la serie, la persecución de los Estados Unidos está motivada por el hecho de
que la potencia capitalista del norte no tolera a los gobiernos que generan
bienestar para sus pueblos, como los de Cuba, Venezuela o Nicaragua, y persigue
a quienes desarrollan labores humanitarias, como Alex Saab, a quien se
considera «filántropo» y seguidor de la corriente de la filosofía estoica (no
cínica) y un luchador por la felicidad del pueblo venezolano (el diputado
Paparoni dice que «Alex Saab se robó 117.900.000 dólares
en 2019».
El
gobierno americano ha congelado cuentas vinculadas al empresario por 700
millones de US$ y la plataforma Panam Post habla de una
fortuna de 1000 millones con 89 empresas. También Reino Unido le impuso
sanciones en el marco de su «programa global anticorrupción»).
Las
denuncias de tortura y maltratos en prisión son reiteradas en la serie. De
estas acusaciones se hace eco el régimen político venezolano, que en esa
materia, no cabe duda, tiene larga experiencia (sin embargo, desde hace seis
meses los abogados de Saab consiguieron que se le sometiera a arresto
domiciliario. Dicha pena se cumple en el resort Vila Verde, en una de las zonas
más turísticas de Isla de Sal, según revela la plataforma Armando Info).
En todo
caso, parece que pronto el máximo tribunal de Cabo Verde tendrá que tomar una
decisión (hasta el momento los magistrados de un país pobre cuyo presupuesto es
seguramente menor que el patrimonio de algunas empresas de Saab, se han
mantenido insobornables). El abogado defensor del empresario es el exjuez
español Baltasar Garzón (se dice que sus honorarios ascienden a cuatro millones
de dólares).
El
plazo para decidir la extradición llega a su límite. Esto tiene supremamente
nervioso al régimen, por algo será. Veamos si esta vez la justicia se lleva a
cabo (Verde).
Laureano
Márquez
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