Brian Fincheltub 24 de agosto de 2021
@BrianFincheltub
Aunque
desde hace más de veinte años la política ha estado presente en todos los
aspectos de la vida de los venezolanos, la última etapa del país se ha visto
marcada por el desinterés casi generalizado del venezolano promedio por lo
público y particularmente por la política. Tras las masivas movilizaciones del
año 2019, el alto costo de la represión y la imposibilidad de producir un
cambio de régimen inmediato, hicieron que los ciudadanos se refugiaran en su
esfera privada por varias razones: frustración, miedo y sobre todo, por
instinto de supervivencia.
El
venezolano hoy se preocupa por vivir o sobrevivir, depende de la realidad en la
que cada uno se ubique. Frente a un panorama siempre incierto, agotador y
muchas veces desgastante, la gente decidió que era mejor ocuparse de lo suyo y,
como si la situación nacional no fuera suficiente, la pandemia nos obligó a
replegarnos aún más. Salir del letargo en el que nos encontramos no es tarea
fácil, sea cual sea el camino que se elija para continuar, sin acompañamiento
de la población, este estará condenado al fracaso. Pero para que el venezolano
vuelva a motivarse con la idea de cambio político hace falta mucho más que un
eslogan esperanzador, se necesita recuperar la confianza perdida y eso solo se
logra con unidad y coherencia en el accionar.
Venezuela
hoy vive dos procesos en paralelo, una negociación que ha iniciado en México
con la participación de los dos sectores políticos en disputa y la convocatoria
a un proceso electoral para él venidero mes de noviembre. Todo hace pensar que
el primero de los frentes pueda ser largo y complicado, la experiencia pasada
explica quizás el desinterés de los venezolanos por él mismo. A estas alturas
absolutamente nadie planifica su vida, si es que eso es posible en medio del
chavismo, en función de lo pueda o no suceder en México. No hay expectativas de
la gente sobre lo que un eventual acuerdo pueda representar para sus
condiciones de vida y eso no es bueno para nosotros. En lo que respecta al
segundo frente, la situación no es muy diferente.
Nuestro
rol como dirigencia es nuevamente convencer, comunicar y ser transparentes en
cualquier decisión que se tome. En ese sentido, es positivo que la agenda de
las conversaciones en México sea pública, eso podría ayudar a desmontar las
dudas que siempre trata de sembrar la dictadura sobre los factores democráticos
cada vez que inicia un proceso de conversaciones. Si en el plano interno se
aplica igualmente una política de puertas abiertas, donde los ciudadanos puedan
entender por qué ahora sí y antes no, qué condiciones cambiaron o pueden
cambiar en el futuro para decidir participar, cuáles son las garantías de ganar
y cobrar; es probable que quienes naturalmente desconfíen, se den una nueva
oportunidad de creer. En cualquier escenario, el letargo NO es una opción,
aislarnos puede que nos “proteja” un tiempo, pero seguros solo estaremos de
nuevo en democracia y para recuperarla hay que lucharla.
Brian
Fincheltub
@BrianFincheltub
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