Por Manuel Barreto - 28 de enero de 2023 1:00 am
“Venezuela no se ha perdido, ni se perderá nunca, porque un ciudadano se burle del presidente, Venezuela se perderá cuando el presidente se burle de los ciudadanos” General Carlos Soublette.
La burla… ¿Está en nuestra idiosincrasia? ¿Somos jodedores por antonomasia? ¿O será que en nuestro ADN nacional la mamadera de gallo aparece como piedra filosofal? Se cuenta que cuando los conquistadores llegaron a esta “Tierra de Gracia” lo primero que preguntaron fue ¿Dónde está el oro? Siempre los aborígenes respondían indicando hacia el sur… Fue mucho tiempo después que los extranjeros comprendieron la mofa: los mandaban al sur…es pos del loro.
Sin embargo, y tal como lo sugiere el epígrafe del General Soublette, desde tiempos inmemoriales hemos sido muy dados a hacer chistes de cuantos detentan el poder, más como señal de descontento que resignación, y hasta de nuestras calamidades y desgracias, por distracción, diversión o consuelo; es una especie de alivio nacional, de todo lo serio un chiste… Pero que se burle el gobierno de la ciudadanía…
Parece ser que su origen en parte se ubica en las cortes reales, donde el rey empleaba un personaje llamado bufón para que hiciera de cómico en la corte y los cortesanos rieran a buena gana. Bufones que en la actualidad se nos presentan bajo esa modalidad contemporánea del Entertainment mediático, con desplantes infectados del destructor odio y del terrible resentimiento, o bien aderezadas con el cinismo y la mordacidad acumulada por la incapacidad de entender la otredad, la concordia y la tolerancia.
Se hace menester destacar que existe una diferencia entre bromear y burlarse.
La gran falta de madurez, respeto y sensatez, estriba generalmente en la maldad y mediocridad de las personas burlonas, quienes muy a menudo son sorprendidas por las personas burladas. La psicología social vernácula nos dice que los venezolanos tomamos en serio los chistes y hacemos chistes de lo serio, que no creemos en nadie y creemos en todo, lo que nos expone con bastante fragilidad a las caprichosas burlas de un régimen y sus secuaces que se niega a tomar con seriedad un país que anhela seguridad alimentaria, salud, orden, respeto, tolerancia y justicia. Y sobre todo, un cambio de gobierno. Así seremos de jodedores los venezolanos que ya Benjamin Rauseo, ” El Conde del Guácharo”, figura muy bien posicionado en las encuestas para las presidenciales.
Una desgraciada burla resulta el estado deplorable del sistema de salud, la criminal desidia en el aprovisionamiento de las medicinas que se requieren para afrontar la pandemia; como mofa sin igual es la que obliga a esas kilométricas colas para lograr surtirnos de gasolina. 23 años de burlas, y como si nada… Burla al enaltecer la pobreza; burla con los necesitados.
Pero resulta que este “bullying” nacional como política de Estado tiene en el actual gobernador su más destacado representante. La estrategia de Lacava de hacer escándalo y generar prurito en la sociedad carabobeña le ha servido… Ha demostrado una y otra vez que la gente es fácil de manipular con disparadores muy sencillos como el horror, el rechazo y el “miren qué locura hizo ahora”. Eso no habla ni bien ni mal de Lacava, habla muy mal de la gente opositora que se ha encargado de viralizar comentar y divulgar sus publicaciones una y otra vez. Norman Manea, un extraordinario escritor rumano que sufrió las atrocidades del totalitarismo negro y rojo, nos deja en su obra “Payasos: el dictador y el artista” nos deja ciertas interrogantes fundamentales: “¿Es el Dictador solamente un enemigo de las masas o un producto de éstas?” o “¿Se habrá encarnado el Mal sólo en mensajeros tan mezquinos y ridículos? ¿Acaso el grandioso emblema del infierno sólo se manifiesta en esos estúpidos, aunque terribles, pantomimos balbucientes?"
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