Jara Atienza y Sara Fernández 16 de julio de 2024
A
pocos días de que se celebren elecciones presidenciales en Venezuela, el
político opositor habla con EL ESPAÑOL sobre la ansiada llegada de la
democracia al país y la caída de un régimen que le llevó primero a la cárcel y
luego al exilio. "El chavismo ya no tiene arraigo", defiende.
La
energía con la que Leopoldo López (Caracas, 1971) entra en su
despacho, un modesto piso situado en el centro de Madrid, se apodera de
toda la sala. Con gesto firme y una sonrisa amable, el opositor venezolano
modula la voz a conciencia: optimista cuando habla de las elecciones
presidenciales que se celebrarán en Venezuela el próximo 28 de
julio; amarga al referirse a la dictadura que le forzó a huir
de su país hace ya cuatro años.
Es ese
mismo carisma con el que hace una década el político venezolano logró sacar a
todo un país a las calles para protestar contra el primer Gobierno de
Nicolás Maduro. El éxito de las manifestaciones le costó una condena
de 13 años de prisión. Pasó cuatro de ellos entre rejas y torturas,
en una celda de "dos por dos metros" en la que, sostiene, aprendió
"lo que era la libertad a fuerza de no tenerla".
En
2019, fue liberado de su arresto domiciliario en medio de un levantamiento
contra el régimen encabezado por Juan
Guaidó, entonces mandatario interino reconocido por más de 60 países. El
golpe fracasó y Leopoldo López viajó a Madrid, donde
hoy vive exiliado junto
a su familia y desde donde busca la unión de las disidencias del mundo
contra las dictaduras a través de su proyecto World Liberty Congress.
"La
historia de Venezuela es la de un pueblo que se ha caído y
levantado una y otra vez. Seguimos intentándolo y eso nos hace tener fe en que
el cambio va a llegar", asegura López a EL ESPAÑOL. Quedan apenas 12
días para unas elecciones que se antojan históricas. Por primera vez
en mucho tiempo, la oposición, unida bajo el paraguas de Plataforma Unitaria,
aspira a desbancar a un chavismo debilitado tras 25 años en el
poder, pero todavía con capacidad para tratar de torcer la balanza a su
favor.
Si todo va según lo previsto, el próximo 28 de julio se celebrarán elecciones presidenciales en Venezuela. ¿Qué espera de ese día?
Estas
elecciones se presentan como una oportunidad gigantesca para la transición
democrática de Venezuela, a pesar de todos los obstáculos que ha puesto la
dictadura, como las inhabilitaciones, la censura, el cierre de medios, la
represión, los detenidos, los cambios en el registro electoral…
¿Por
qué esta vez iba a ser diferente? Ha habido ya varios intentos de democratizar
el país.
Porque
una abrumadora mayoría de los venezolanos quiere un cambio. La gente es hoy más
consciente que nunca de que el responsable de la tragedia que vivimos desde
hace más de una década tiene el rostro de Nicolás Maduro. Además, pese a la
injusta inhabilitación de María
Corina Machado, ganadora de las primarias, tenemos un candidato que ha
logrado inscribirse, Edmundo González, y que recoge una variedad muy amplia de
partidos y de la sociedad civil. Y hay otra razón: dentro de la propia
estructura del Estado ya hay quien pone en duda que igual Maduro ya no es para
siempre.
¿Por
qué cree que Maduro no ha vetado a Edmundo
González, un discreto exdiplomático de 74 años, como candidato opositor?
Maduro
subestimó la capacidad de unidad de los sectores democráticos. Se esforzó mucho
en presentar unos candidatos payasos que, viniendo de la
oposición democrática, vendieron su alma a la dictadura. Pensó que era una
estrategia brillante que iba a lograr dividirnos, pero se equivocaba. Además,
debió ver como imposible que el amplio apoyo que tenía María Corina se
trasladase a González. Pero ella, con mucha disciplina, se ha dedicado a pedir
el voto para González, que hace tres meses era un total desconocido, y lo ha
conseguido.
Menciona
las trampas que ha puesto la dictadura al proceso. ¿Pueden ser realmente libres
unas elecciones con Maduro en el Gobierno?
No, no
pueden. Unas elecciones son justas, transparentes y libres no sólo por lo que
sucede ese día, sino por todo lo de antes. Maduro ha inhabilitado a candidatos,
ha bloqueado más de 100 páginas de internet y detenido a decenas de
personas. Además, ha cambiado el
Registro Electoral Permanente, dificultando o impidiendo que la mayoría de
los ocho millones de venezolanos que estamos en el extranjero podamos votar.
Todo esto hace que no podamos decir que son libres o justas.
¿Entonces,
de qué sirve insistir en acudir a las urnas? ¿Por qué tanto optimismo?
Maduro
es Maduro, un dictador, un represor y un mentiroso. De él esperamos cualquier
cosa. Ya ha manipulado elecciones antes y lo puede volver a hacer. Pero el día
28 vamos a ver ríos de gente en los centros de votación haciendo cola para
poder expresarse. Esta es una apuesta por que los venezolanos se puedan manifestar
de manera pacífica y dejar un mensaje sobre lo que quieren: una transición a la
democracia.
Usted
plantea estos comicios como una pugna por la democracia, pero hay quien dirá
que es una competición entre los grupos de izquierda y de derecha.
Esto
no va de ideologías. No va de derecha o de izquierda. Mucha gente, desde fuera,
comete el error de interpretar lo que ocurre en mi país con su propio lente
ideológico. En Venezuela, la situación política se mueve en el eje
democracia-autocracia. Pregúntale a cualquier venezolano en España y te dirá
que ha abandonado Venezuela por una historia personal vinculada a la pérdida de
libertad: que no podía conseguir empleo, medicinas, comida para su familia o
que no tenían la libertad para moverse o expresarse.
¿Podría
el oficialismo ganar las elecciones?
Es
imposible que Maduro saque más votos que Edmundo González. La diferencia, según
todas las encuestas, está alrededor de los 40 puntos.
Se lo
pregunto porque tradicionalmente el chavismo ha estado muy arraigado en ciertos
sectores de la sociedad. ¿Por qué pensar que no van a seguir apoyándolo?
El
chavismo ya no está arraigado. Eso es el pasado. En cualquier rincón del país,
los venezolanos no tienen agua potable o electricidad, no pueden ir en
transporte público, no encuentran empleo. Esa realidad no tiene arraigo, Maduro
no tiene arraigo; lo que tiene es una poderosísima maquinaria de un Estado
hipertrofiado que controla las Fuerzas Armadas, la Policía, los medios de
comunicación y los tribunales, a los que utiliza para perseguir, acusar y
amedrentar. Toda esta narrativa de que [Hugo] Chávez y Maduro son los
representantes de los pobres y que los sectores democráticos son los de una
clase privilegiada es una mentira. Hoy Venezuela es un país empobrecido, donde
no hay clases privilegiadas a excepción de la estructura que está alrededor de
Maduro. El resto del país votará a favor de Edmundo González.
¿Cree
que ese descontento es extensible a dentro del régimen?
Sí, ya
hay manifestaciones de descontento dentro de la propia estructura del régimen,
vemos cómo militares y políticos se están cuestionando su lealtad a Maduro. Por
eso, muchos, el día 28 van a tener que decidir si están del lado de la mayoría
de los venezolanos o de la dictadura minoritaria; del lado de la reconciliación
y del futuro o de la represión y la muerte.
Si
Maduro se aferra al poder, ¿cree que la presión ciudadana podría expulsarlo de
su cargo?
No lo
dudo. Esto no tiene vuelta atrás, es imparable. Si Maduro toma la decisión
equivocada, la decisión canalla de pretender imponer unos resultados que no
son, va a haber una reacción. La gente va a sentir que le robaron su voto, su
posibilidad. Además, no confío en que Maduro vaya a contar con la lealtad
absoluta de las Fuerzas Armadas y la Policía si decide apostar por la
represión.
¿Cuál
es el escenario ideal?
Que
Maduro reconozca su derrota el 28 de julio como la reconoció Chávez en el 2007
y Maduro en 2015 cuando perdió la Asamblea Nacional. Nuestro candidato ha sido
muy claro de que su convicción es construir una Venezuela en donde haya
garantías y derechos para todos. Plantea la construcción de un espacio
democrático donde incluso quienes hoy respaldan a Maduro puedan tener la
posibilidad de su propia alternativa política.
¿Ve
posible que Maduro renuncie al poder sin pactar o negociar algún tipo de
inmunidad?
Eso
habrá que plantearlo en las 72 horas después de las elecciones, no antes, a
menos que en la reunión que Maduro ha tenido con los estadounidenses hace unos
días, y que él mismo se ha encargado de publicitar, haya comenzado a pedir ya
esas garantías. Y no me extrañaría que haya comenzado a negociar. Pero a fin de
cuentas, nuestra prioridad es salir de Maduro, no el destino de Maduro.
Maduro
está siendo investigado por la Corte Penal Internacional por violar los
derechos humanos. ¿Es posible una nueva Venezuela sin que haya una rendición
cuentas?
Como
todo país que entra en un proceso de transición de una autocracia a una
democracia, debe haber un episodio de justicia transicional. ¿Cómo se va a
saldar este periodo de profundas violaciones de los derechos humanos? Eso habrá
que discutirlo y creo que la prioridad será encontrar el debido equilibrio
entre que no haya impunidad y que haya convivencia. La reparación va a ser una
parte muy importante, porque si las heridas quedan abiertas, pueden convertirse
en fuente de inestabilidad. Construir un futuro estable nunca ha sido fácil
para ningún país, pero son etapas y ahora todo el esfuerzo, toda la energía
está puesta en la etapa que llega a su fin el 28 de julio.
En el
marco del Acuerdo de Barbados, la Administración Biden levantó las sanciones al
petróleo, gas y oro, a cambio de que se celebraran elecciones en Venezuela.
Luego volvió a imponerlas. Ahora Maduro dice que ha
reanudado las conversaciones. ¿Qué opina de la política de flexibilización
de sanciones de Washington?
Las
sanciones sirvieron para que Maduro entendiera que tiene que negociar. Ahora
bien, personalmente creo que las sanciones a los corruptos, a los violadores de
derechos humanos, a los responsables de la tortura, de la muerte y el saqueo
del país tienen que seguir estando. Repito, la máxima prioridad ahora es la
transición a la democracia.
Con la
inestabilidad que hay en Medio Oriente, Venezuela se presenta como un proveedor
de petróleo alternativo para EEUU. ¿Confía en que el Gobierno estadounidense
será consecuente con sus promesas?
En
Estados Unidos, en Europa o en España hay quien ha pensado que estabilizar a la
dictadura de Maduro es estabilizar el mercado energético. Están equivocados.
Venezuela fue un país petrolero que tiene reservas de petróleo, pero hoy no es
un país petrolero. No tiene ninguna incidencia en el mercado internacional de
los precios del crudo. Está destinada a tener una incidencia en el mercado
energético continental, en América Latina o Norteamérica. Pero para eso se
requiere un Estado de derecho, unas reglas claras y transparencia. Y como
decía, Venezuela ya no es un país petrolero.
¿Y
es…?
Una
economía criminal. Una estructura que se sostiene gracias al tráfico opaco y
corrupto del petróleo, de la extracción destructiva del oro de sangre, el
contrabando y el tráfico de cocaína. Esos son los pilares de la economía de
Venezuela hoy.
¿Y qué
me dice del tema migratorio? El Acuerdo de Barbados también permitía al
Gobierno de Biden deportar a miles de venezolanos a cambio de levantar las
sanciones.
En
2022 hubo un momento en el que la prioridad de la Administración Biden dejó de
ser la transición a la democracia para serlo el tema energético y el
migratorio. Se equivocaron y se equivocan quienes piensen que estabilizando la
dictadura se puede contener la migración. Hasta que no haya un cambio político
que le dé la bienvenida a los venezolanos a un país distinto, los venezolanos
no van a regresar ni van a dejar de salir.
¿Cómo
considera que será la relación entre Venezuela y Estados Unidos si Donald Trump
vuelve a la Casa Blanca?
Espero
que quien esté en la Casa Blanca entienda que si Venezuela deja de estar en la
órbita de los países autocráticos y entra en la de los países democráticos -que
además son los que tienen economías robustas- es una oportunidad de oro para la
región. Ya hemos pagado muy caro la dependencia militar, diplomática y económica
que ha tenido la dictadura de Maduro de China, Rusia, Irán, Bielorrusia o
Cuba.
Rusia,
China o Irán tienen interés en mantener el régimen de Maduro y no parece que
vayan a cambiar de parecer. Sin ir más lejos, las fuerzas rusas participaron a
inicios de mes en el desfile que celebra la Independencia de Venezuela.
Ellos
seguirán apoyando, pero el apoyo al cambio será mucho más fuerte. Por supuesto
que para todos esos países siempre es mejor tener a Maduro que a un gobierno
democrático. Pero ahora quienes van a estar interpelados sobre el futuro para
Venezuela son millones de venezolanos. Y yo te aseguro que ninguno está
pensando en que su modelo de país es China, Rusia, Irán, Bielorrusia, Cuba.
Nosotros nos identificamos con los países democráticos.
Hace unos
meses, los presidentes izquierdistas de Brasil (Lula da Silva), Colombia
(Gustavo Petro) y Chile (Gabriel Boric) comenzaron a distanciarse del régimen
actual de Venezuela. ¿A qué se debe este cambio en el discurso?
Creo
que han visto lo inevitable: que en Venezuela va a haber una manifestación
gigantesca de cambio. Además, han podido conocer a Maduro personalmente y deben
saber ya que es una desgracia ambulante para los venezolanos y para la
estabilidad de la región. Le doy la bienvenida a esos comentarios.
Hace
cinco años desde la oposición se defendió pedir una intervención militar
extranjera como única salida para acabar con el régimen. Con la vista puesta en
el día después, en el 29 de julio. ¿Sigue siendo una opción sobre la mesa si
Maduro no cede?
El
planteamiento de este momento es tener elecciones. En aquel momento esa opción,
que luego se rechazó, fue más un grito de desesperación que otra cosa. Entonces
no había en el horizonte unas elecciones. En estos últimos años hemos
construido esta ruta electoral. Y este es el mejor escenario para una
transición democrática. A Maduro le va a caer un tsunami de votos encima que lo
va a aplastar. Un tsunami de esperanza, de futuro, de fe, de alegría, de
entusiasmo que viene acompañado de la fuerza de un pueblo que está en la calle,
que decidió no tener miedo.
¿Cree
que la comunidad internacional va a presionar si Maduro se queda en el poder?
Bueno,
esa es la apuesta que estamos haciendo. Siempre hay escenarios. ¿Qué pasa si
pasa esto? ¿Estaremos preparados si pasa aquello? Mire, yo, como millones de
venezolanos, somos optimistas en lo que va a ocurrir en los próximos
días.
¿Confía
en que España apoye el proceso de transición a una democracia?
España
está llamada a ser uno de los países que más apoye este proceso democrático,
por sus lazos con América Latina. Es una oportunidad, por ejemplo, para el
sector privado. Yo estoy convencido que el petróleo de este siglo para
Venezuela son los venezolanos que están en el extranjero. Ellos son los que van
a poder conectar al país en el circuito del mundo libre de las sociedades
abiertas. Eso le va a hacer mucho bien a España, porque va a poder engancharse
a ese proceso de reconstrucción. Además, la estructura elemental de una
democracia son las elecciones libres, el Estado de derecho y el respeto a los
derechos humanos. Y ahí es donde pedimos el apoyo a todos los factores
políticos.
¿A
todos?
A
todos, aunque en España hay un partido de la extrema izquierda que se ha casado
con la dictadura e incluso ha recibido financiamiento. Yo no espero nada de
esos grupos, pero sí del resto del espectro político. Todos tienen que tener el
mismo entusiasmo y compromiso sobre que Venezuela transite hacia una democracia
como hizo España en su día.
¿Cómo
se imagina usted la Venezuela de ese 29 de julio?
Me
imagino una Venezuela a la que todos podamos regresar. Una Venezuela en la que
pueda recorrer los pueblos con mis hijos y encontrarme con mi gran familia, que
es ese movimiento de gente que ha luchado tanto. También veo un país vibrante y
con oportunidades donde los jóvenes puedan emprender. Estoy emocionado por
regresar. Y lo que quiero es un país donde cada uno pueda ser dueño de sus
sueños.
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