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domingo, 2 de abril de 2017

El Apocalipsis y el mal, por @FelixPalazzi



FÉLIX PALAZZI 01 de abril de 2017
@FelixPalazzi

El país vive y atraviesa por una dinámica de transformaciones veloces. En medio de esta “deriva totalitaria” buscamos asideros firmes que nos den fuerza para seguir adelante. La sensación de encontrarnos a la deriva, sin ningún rumbo claro o atisbo de solución, ha debilitado nuestra esperanza y la capacidad de esperar un futuro distinto. Pero esta experiencia no es sólo nuestra.

Los primeros cristianos vivieron una situación parecida. El libro del Apocalipsis es una muestra de ello. Su género literario, lleno de símbolos e imágenes, ha marcado definitivamente la historia de Occidente. Este libro no se detiene en un estudio pormenorizado de los detalles de la época en el que fue escrito. Al contrario, los símbolos sirven para trascender los propios acontecimientos de su entorno y desenmascarar la dinámica de injusticia y opresión en nuestra historia, a veces saturada de inhumanidad. Muy difícilmente podremos saber quién es el autor de este libro. Pero lo que sí es cierto es que ha sido escrito por alguien con una gran destreza en el dominio de su cultura y de la historia que se vivía. Alguien que ha sufrido la injusticia del destierro en una isla inhóspita, escasa de medios de subsistencia y repleta de otros exiliados por motivos de crímenes comunes o políticos. De ahí deriva parte de la genialidad de este libro. El uso de tantas imágenes ayuda a ubicar la gravedad de la situación que se vivía y buscan mostrar la fuerza del futuro frente al lánguido presente.

Símbolos

No hay que entender a los símbolos como slogans. Lo máximo que hemos experimentado en nuestro contexto contemporáneo son slogans o imágenes que apenas logran aglutinar a un número de seguidores. El símbolo nace del profundo conocimiento de la realidad y la capacidad de cargar con ella. Tiene como finalidad unir a los opuestos y transformar la realidad. Posiblemente en ello radica nuestra tragedia. La incapacidad de unir a los opuestos para transformar la realidad.

La fuerza de los símbolos que usa el libro del Apocalipsis es abrumadora. Sería del todo descabellado asumirlos al pie de la letra, como imágenes de un futuro incierto, y esperar algún día las noticias sobre el surgimiento repentino de bestias de múltiples cabezas o escorpiones fantásticos. El mensaje del libro alude a una realidad similar a lo que Simone Weil, filósofa francesa, denominó la “monotonía del mal”. Los cuatro jinetes se refieren a la dinámica de una historia que se repite en diversos contextos.

Los jinetes

El primer jinete es de color blanco, con una destreza abrumante en el uso de los medios de ataque (el caballo y el arco). Tiene potencial para vencer. Este jinete representa a la obstinación de aquellos que siempre quieren tener el poder por el poder. Así imponen a la humanidad su lógica de control y dominio, que produce violencia y muerte (segundo jinete), enfermedad y mengua (tercer jinete), y pobreza y miseria (cuarto jinete). Como podemos observar el mal es siempre monótono, cambia de contextos y personajes, pero siempre es incapaz de crear algo nuevo y humanizador.

Este libro que ha cautivado la historia de la humanidad es mucho más que un libro con un “final feliz” en el que el mal es vencido y los antihéroes son destruidos. Apocalipsis significa develar, descubrir, sacar a la luz lo oculto. Esto es parte de la gran riqueza simbólica de este libro, que se escribió como una invitación a descubrir y discernir nuestra realidad para transformarla desde la esperanza en un futuro más humano.

Félix Palazzi
Doctor en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@FelixPalazzi

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