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lunes, 27 de noviembre de 2017

El gran éxito del régimen por @garciasim


Por Simón García


En medio de la violencia destructiva de las crisis que degradan nuestra vida y a pesar del rechazo hacia el Gobierno, la oposición parece abrirse camino hacia una derrota electoral con peores consecuencias a la del 2005.

La creciente resignación a no votar no es producto de un abstencionismo activo como el usado por Soy Venezuela, sino de algo más difuso y nocivo. El ciudadano, al que no llamaremos común para no redundar, experimenta una pérdida de fe que, centrada en partidos y dirigentes, podría decaer en separaciones de la lucha. Transitorias o irreversibles.

Los especialistas encontrarán las respuestas para esa desafiliación emocional con los líderes, el voto y la suerte misma de la democracia. Hay una fractura entre el cuerpo principal de dirigentes y los sentimientos de las fuerzas sociales que desean reconquistar la democracia. Luce claro que es una consecuencia antes que una causa.

La MUD produjo una contundente mayoría electoral que ya no tiene. Socialmente puede estar allí, incluso creciendo, pero en términos políticos esa oposición social se siente huérfana de liderazgo y no comprende las inconsistencias, incoherencias, vaivenes y peleas internas del alto mando de la oposición.

No es momento para purgas sino para intentar comprender lo que ocurre. Especialmente cuando el poder, a pesar de todas las ventajas que conserva y combina con aciertos, sufre una descomposición que puede llegar a ser terminal. Sin embargo, no por azar las dudas rondan al equipo opositor, más afanado por ganar unas primarias presidenciales, que por estar al lado de la gente afectada por el hambre y la desaparición del derecho a la salud.


El Gobierno ha logrado un éxito increíble: invertir los ataques y pasar de recibirlos a reconducirlos contra la oposición. Ella, dividida naturalmente en varias clases, ha contribuido a que una parte del país la enfrente con más ímpetu que al Gobierno. El enemigo es la MUD y pasa a un segundo plano si las 334 Alcaldías quedan en manos de Maduro para perpetuarse en el poder.

Las trampas del Gobierno están funcionando. Los funcionarios más corruptos de toda la historia del país y el poder más claramente inconstitucional, ha logrado poner a discutir a los opositores sobre falsos dilemas éticos en torno a su legitimidad, en vez de en cómo enfrentar la consolidación del plan totalitario.

El tema de la juramentación no es abordado dentro de una situación concreta y comprendiendo los objetivos que se propuso el gobierno al crearla, sino elevándolo al rango de prueba de pureza ética. La exigencia de una juramento inconstitucional en vez de servir para afirmar la deslegitimación de la ANC ha dividido mortalmente a los demócratas entre traidores y dignos. En vez de dirigir nuestra furia contra los armadores de la ilegalidad y la arbitrariedad, insistimos en despedazarnos.

Después de la hora loca que nos ha extraviado a todos, habrá que recomponer la acción unitaria y redoblar la voluntad para reconstruir la confianza de la población en líderes capaces de conducir con éxito el proceso de transición hacia la democracia. Y esto exige cambios auténticos, ¿se producirán o volverá el maquillaje?

26-11-17




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