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domingo, 26 de noviembre de 2017

Lo mejor de uno, por @monscastro ‏



FERNANDO CASTRO AGUAYO 25 de noviembre de 2017

“En momentos en que mucha gente anda en verdadero pánico, otros ven oportunidades de servir y trabajar por los más débiles: niños, enfermos y ancianos.”

La situación de penuria y desesperación de los venezolanos es alarmante. Hay un reclamo profundo que ante tanta necesidad e indigencia las autoridades callen. Olvidan la denuncia tan necesaria porque son voz de los que no tiene voz. Pisotean así su dignidad. Ese es el colectivismo marxista.

Sin embargo, no todo es tragedia. En la adversidad es donde se descubre la calidad de los hombres. Por ejemplo, yo sé cómo los sacerdotes trabajan. Conseguir unos cauchos para el carro, unas medicinas para sus padres, o unos bombillos para los salones parroquiales es una odisea. Y no debiera ser así. Los sacerdotes, las religiosas, tantas familias, son unos héroes porque viven para los demás. Y buscan servir a sus comunidades, tan necesitadas de Dios y de consuelo. Sacan lo “mejor de cada uno”.

Así un niño que viene comiendo se tropieza con otros niños que están hurgando la basura. Automáticamente parte la mitad de lo que come y se lo da al otro niño. O el matrimonio que usa los envases plásticos de tomar líquidos y después de lavarlos, prepara una bebida nutritiva tipo cereal diluido y en la puerta de las escuelas detectan a los niños que vienen mareados porque no han comido. Y los alimentan.

Verdaderas movilizaciones de personas para dar de comer a niños en barrios extremos, y lo hacen con platos, vasos y cubiertos, sencillos y dignos. Y he visto cómo se buscan medicamentos para compartirlos con enfermos y familias necesitadas en hospitales, barrios y pueblos.

En momentos en que mucha gente anda en verdadero pánico, otros ven oportunidades de servir y trabajar por los más débiles: niños, enfermos y ancianos. Pienso que mucha gente ha aprendido a ser solidaria. Juan Pablo II decía que “solidaridad es el nombre moderno de la caridad”. Cuando tiene por fin la persona humana concreta, es una bendición de Dios que dignifica al prójimo. Hemos sacado “lo mejor de cada uno”.

FERNANDO CASTRO AGUAYO

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