Páginas

sábado, 25 de noviembre de 2017

La caída inesperada del último clan chavista en Madrid, por @dplacer



David Placer 24 de noviembre de 2017

Hasta que fueron esposados y arrestados por órdenes de la Audiencia Nacional, hace casi tres semanas en Madrid, el ex viceministro chavista Nervis Villalobos y sus socios y seguidores Luis Carlos de León Pérez, César David Rincón Godoy y Rafael Reiter Muñoz, disfrutaban una vida de lujos en Madrid.

El grupo de negocios de élite con el gobierno chavista, solicitado por la justicia de Estados Unidos y que se encuentra en proceso de extradición a ese país, disfrutaba entonces de una vida sin limitaciones, donde los aviones privados y los vuelos a capricho a cualquier rincón del mundo eran la rutina, más que la excepción.

Los negocios con las más altas esferas del chavismo los unieron para amasar fortunas que en su vida soñaron con acumular. Y todos decidieron instalarse en Madrid para dar salida a los millones ganados con los contratos energéticos otorgados sin concurso público y a dedo por el chavismo.

Su vida de lujos desenfrenados transcurría entre el barrio de La Moraleja, donde todos coincidieron, hasta las salas del célebre y elitista bar Ten con Ten, repleto empresarios latinoamericanos y, especialmente, venezolanos, y en Amazónico, también en la zona más exclusiva del barrio de Salamanca, donde eran conocidos habituales.

Los arrestados también estaban siendo investigados por la justicia española por el caso de mordidas a la constructora española Duro Felguera.

De fiesta con la F-1

Cuando el 13 de mayo de 2012 se impone de forma sorpresiva un piloto venezolano en el circuito de Montmeló en Barcelona, parte del grupo decidió viajar a Mónaco entre el 24 y 27 de mayo para compartir con su nuevo ídolo, el venezolano Pastor Maldonado, también beneficiado con patrocinios millonarios del régimen chavista, y que --como ellos— alcanzó la gloria monetaria en un abrir y cerrar de ojos.

Allí entre palcos VIP, la jet set internacional, yates y restaurantes de lujo, compartían caras botellas de champagne, carreras y una frenética vida nocturna en los locales donde nunca se habla de política ni de la situación de Venezuela. No suelen emitir comentarios de ningún tipo. No simpatizan ni con el chavismo ni con la oposición. Lo suyo es algo que permanece suspendido encima de todo eso: el dinero.

Las escapadas a cualquier parte del mundo eran frecuentes. Los archipiélados del Pacífico o sus rutinas por las capitales europeas formaban parte de su itinerario codiciado, según su círculo de allegados.

Para sus chalets encargaron diseños y materiales a todo lujo. Su gusto por los materiales y estilos más caros popularizó la idea de que sus mansiones hacían palidecer a la de las multimillonarias, excéntricas y mediáticas hermanas Kardashian.

El chivatazo

Pero la vida de lujos los fue truncada con la detención en manos de agentes de la Guardia Civil. La detención del clan comienza a disparar los nervios entre todas las empresas que ofrecieron servicios o de alguna forma trabajaron con los chavistas arrestados.

Era de esperarse. El clan estaba siendo investigado desde hacía años por la justicia de los Estados Unidos. Allí, el testimonio de otro chavista arrestado que había vivido en Madrid y que celebró la boda de uno de sus hijos por todo lo alto en un monasterio medieval en Ávila, fue clave para su detención. Al menos esa es la convicción en el grupo.

Roberto Rincón tenía la oficina de su empresa Tradequip en la calle María de Molina, que fue desmontada a toda prisa a principios del año pasado con el avance de las investigaciones en su contra en Estados Unidos.

Rincón había contratado a Diego el Cigala y Rosario Flores para una boda de lujo en la que los invitados volaron en jets privados de 10.000 dólares la hora hasta España para asistir al enlace del hijo de Rincón.

Pero el empresario, que disfrutaba de la buena vida de la jet set española, fue detenido en Estados Unidos, donde perdió una mansión con 10 habitaciones, 13 baños, una sala de cine y peluquería privada y que fue incautada y subastada por las autoridades estadounidenses, según reseñó el digital venezolano Konzapata.com.

El máximo jerarca del grupo, Nervis Villalobos, ya había sido salpicado por otro caso de corrupción internacional y blanqueo de capitales cuando su nombre se incluyó en la lista de clientes de Banca Privada de Andorra y Banco Madrid.

Pero según sus allegados, siempre confió en que, a pesar de las investigaciones y los señalamientos, podía eludir la cárcel. Era un deseo común de los jóvenes millonarios conectados también con el jerarca chavista y expresidente de la Electricidad de Caracas, Javier Alvarado, que actuaba como parte compradora del gobierno chavista, y Alejandro Betancourt, polémico empresario que vive en el castillo El Alamín, en Toledo, que actuaba como vendedor. La prensa venezolana ha calculado que la red de los detenidos pudo haber extraido unos 7.000 millones de dólares de Venezuela, que pasaron por cuentas en Estados Unidos y paraísos fiscales.

La vida les cambió de repente. Del chalet, a la prisión. De las fiestas nocturnas en el barrio de Salamanca a las noches entre rejas. Su vida desbordante y frenética parece ahora cosa del pasado. La cárcel en Estados Unidos, donde son buscados por corrupción internacional y blanqueo de capitales, parece su futuro inmediato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico