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sábado, 29 de agosto de 2009

La trastienda de la Unasur

Lula evitó que Hugo Chávez pasara a la historia como el hombre que provocó una hecatombe en las estados del Caribe.

La gente más cercana a Lula sabe que cuando el presidente se manosea la barba es porque algo bulle en su interior. El mandatario brasileño había escuchado a medias las críticas de sus pares contra el colombiano Álvaro Uribe por haber cedido bases militares, en su territorio, a las fuerzas de Estados Unidos.

Pero se enderezó en el asiento cuando Hugo Chávez tomó la palabra y en un punto de su intervención mostró a la concurrencia un documento que, según él, hacía referencia a la estrategia del Pentágono para afianzar su dominio sobre Latinoamérica , "con la ayuda de su aliado Uribe".

El líder brasileño se puso rígido: ¿se atrevería el venezolano a romper el convenio de caballeros que habían pactado unas horas antes del comienzo de la cumbre de UNASUR? Chávez había venido a Bariloche (Argentina) con el firme propósito de anunciar la ruptura de las relaciones diplomáticas con Colombia, so pretexto de que su acuerdo con Washington, exponía a Venezuela a una amenaza insostenible. El ex teniente coronel había planificado cada acto del drama que interpretaría ante sus colegas, desplegando un mapa con las distancias entre Palanquero, una de las bases que Colombia ha puesto a disposición del "Imperio del norte".

Lula puso a prueba su liderazgo

Según una fuente de incuestionable credibilidad, Lula puso en juego todo el peso de su autoridad, como gobernante de la primera potencia de la región y como socio comercial de Venezuela, para contener al líder bolivariano. Un acto de esa índole no sólo mandaría a pique a UNASUR, sino que precipitaría a los estados del Caribe a un conflicto bélico. Y Hugo Chávez pasaría a la historia como el hombre que provocó la hecatombe y no como el heredero de la causa unitaria de Simón Bolívar, el prócer al que invoca en todos sus discursos.

En dos oportunidades durante los días previos a la cumbre, el presidente de Brasil telefoneó a Caracas para apelar al sentido común del inquilino del Palacio de Miraflores. Celso Amorín, ministro de Asuntos Exteriores y uno de sus más estrechos colaboradores, hizo lo propio con Evo Morales que posiblemente hubiera seguido los pasos de su mentor ideológico y pilar financiero, rompiendo también las relaciones con Colombia.

Del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, no había que ocuparse. Si bien su aversión a Uribe no es menor que el menor que el odio que Chávez profesa al "peón del imperialismo", el más joven de los gobernantes americanos quiere labrarse una identidad propia en la región como líder pragmático e incluso como mediador en los recurrentes conflictos que afloran en América Latina.

La barba como testigo

La tarea de mantener a flote a UNASUR, el organismo que sirve de plataforma al liderazgo que ejerce en la zona, dejó a Lula extenuado y con los nervios hecho trizas. Por eso no dejaba de mesarse la barba y cuando el debate sobre las bases norteamericanas excedió largamente el plazo que se le había fijado, el dirigente que nunca pierde los estribos, arremetió en ‘portuñol’ (mezcla de portugués y español) contra quienes se disputaban el micrófono para quedarse con la última palabra. "¿Voces (ustedes) no piensan en lo que va a dicer de nosotros la imprensa (prensa)?", dijo Lula, refiriéndose al espectáculo que contemplaban desde la carpa donde estaban concentrados.

La presidenta Cristina Fernández, anfitriona de la reunión, también aportó lo suyo para evitar que Álvaro Uribe, harto de ser tratado como el Caín de las Américas, abandonara la sala en la mitad del debate. Al observar que el colombiano se escabullía, Cristina lo llevó del brazo a la puerta del hotel, donde los que antes fruncían el ceño, sonrieron para las cámaras.

Publicado en: http://acalzonquitao.wordpress.com/2009/08/29/la-trastienda-de-la-unasur/

Fuente: Ramy Wurgaft, elmundo.es

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