Por Gonzalo García Ordóñez.
Era temprano, 10 y 50 de la mañana del día sábado, terminé una reunión de trabajo en el centro de la ciudad, como fui en mototaxi, decidí regresar en Metro desde la estación de La Hoyada. En el camino a la estación, unas seis cuadras, recordé lo que mis amigos, que han estado presentes en las concentraciones del gobierno, siempre han afirmado: a Chávez se le acabó el pueblo, la gente va obligada.
Caminé dentro de manchones de franela rojas, es verdad estaban pasando lista de los ministerios, organismos públicos, PDVSA y muchos otros. Desde vehículos oficiales bajaban todo tipo de provisiones, me paré en un Kiosco a comprar una botella de agua y la vendedora me dijo “quítese esa gorra que le puede pasar algo”. Una joven de Minfra le dio la respuesta, “el señor no está obligado a llevarla, nosotros los empleados públicos sí fuimos y estamos obligados a estar aquí”.
Me fui a la marcha permisada, con la familia y vecinos, a protestar la Ley Comunista de Educación, a reclamar el cierre de las emisoras, a mostrar inconformidad por el abandono del sistema de salud…
A la una y cincuenta minutos contactamos con la primera fila de la Policía Metropolitana, llovía y un olor a gas lacrimógeno era llevado y traído por el aire en dirección sur-norte. Llegamos a la primera fila, donde jóvenes, mujeres, ancianos y líderes políticos reclamaban a los organismos de seguridad por la violencia de la Policía y violación de los derechos humanos; reclamaban las arremetidas feroces, criminales contra la población civil desarmada que manifestaba a todo pulmón su rechazo al terrorismo político del gobierno.
Allí en primera fila sucedía el reclamo a voz limpia, bandera nacional en mano, pechos forrados con franelas de estudiantes, ONG, sociedad civil. Me dio gusto ver en primera línea a los dirigentes políticos justicieros, abepistas, adecos, copeyanos, bandera roja, podemos y sobre todo a siempre valiente pueblo venezolano. La cara de los manifestantes no reflejaba ni miedo, ni odio. Ahora existe una determinación inquebrantable de lucha democrática y justicia.
Se acabó la revolución, el gobierno comunista entra en la fase terminal de los regímenes moribundos, la represión, la violación de los derechos humanos, la propaganda masiva.
Mientras le hablábamos a los policías se nos acercó un oficial de PM, blindado para el combate contra civiles indefensos y desarmados, y dijo:”llegó la orden que a cualquier costo hay que disolver la concentración, es mejor que se vayan”; le preguntamos y por qué hacen esto, “son órdenes de arriba, el Presidente va a la concentración en el centro y el ministro quiere que aquí no haya nadie a esa hora”. Verdad o mentira fue lo que dijo la voz detrás del casco sin rostro que se perdió entre los policías.
No pasó un minuto cuando comenzó el ataque dirigido por el Coronel Benavides Torres, ataque lanzado con fondo musical. Fue una violación masiva de derechos humanos, quedó gente en muy mal estado, a nuestro lado un anciano cayó sobre la parrilla de una alcantarilla, los policías pasaron disparando y lanzando más gases apoyados por la ballena. El anciano fue socorrido, luego asistido por los bomberos. La marcha estaba permisada hasta las 3 pm, el ataque final comenzó a eso de las 2 pm.
A las 2 y 30 tarde bajamos por una calle angosta reclamando la violencia de la policia y GN. En la estación del metro de Colegio de Ingenieros, todo era un desastre, las fuerzas represivas del gobierno atacaron a la gente y a la estación del metro con gases. No respetaron mujeres, niños ni ancianos. Las imágenes que recorren el mundo son ciertas, en Venezuela hay Terrorismo Político de Estado. El Presidente felicitó al Coronel Benavides Torres.
Publicado en Noticiero Digital.
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