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domingo, 3 de marzo de 2019

Nadie quiere una foto con Maduro por @hcapriles



Por Henrique Capriles


Mientras nuestro Presidente encargado Juan Guaidó hace una gira por la región, concretando encuentros con los mandatarios de las democracias de nuestros países vecinos, aunque esto implicara alterar sus agendas políticas; en Rusia le hacen saber a la representante del régimen usurpador que Vladimir Putin, uno de sus principales aliados, no tiene tiempo para atenderla.
Esta simple descripción define muy bien cuán importante ha sido el trabajo de política exterior que se ha hecho durante los últimos tiempos. Porque ha sido ese trabajo lo que ha conquistado el apoyo político y el enorme compromiso que tienen las fuerzas democráticas del Mundo Libre en la labor de devolver la Libertad y la Democracia a nuestra Venezuela.

Aun así, es importante que revisemos con mucho cuidado lo que el perverso aparato de propaganda que intenta defender a Nicolás Maduro intenta colocar en la opinión pública. Durante dos décadas han mantenido su excusa de los ataques planeados en “el imperio” como la justificación a su ineficacia, pero ahora pretenden justificar su crueldad y sus asesinatos con una supuesta intervención militar que hasta ahora sólo existe en su apetito de violencia.

Durante años, una cantidad de funcionarios corruptos habló de Estados Unidos como su eterno enemigo imaginario, pero nunca dejaron de venderle petróleo ni ellos dejaron de comprarse propiedades y de guardar todo su dinero mal habido en dólares americanos. Un ejemplo bastante claro es el reciente caso que involucra a más de veinte funcionarios de PDVSA, de los cuales ya quince se declararon culpables.

Y es evidente que este tipo de casos ha hecho que dejen de hablar de una “guerra económica”, en la que sus camaradas han resultado llenos de negocios sancionados y fortunas bloqueadas, para volver a la retórica del siglo pasado y la falsa dicotomía de Izquierdas y Derechas.

¿Quieren saber por qué desde Miraflores insisten en hablar de Estados Unidos como una amenaza militar latente? ¡Pues porque se quedaron sin capacidad de maniobra para defenderse en los tableros de la opinión pública internacional! Tanto, que gobiernos como los de Ecuador y Uruguay han cambiado por completo su política exterior en torno a Venezuela.

¡Ni siquiera aliados como el kirchnerismo en Argentina quiere vincularse en pleno año electoral, con una dictadura basada en una cúpula militar corrupta y en delincuentes a sueldo que asesinan a venezolanos que protestan o intentan trasladar ayuda humanitaria!

Por eso es que debemos reafirmar y difundir un argumento demoledor: el Caso Venezuela no se trata de un antojo imperialista de Estados Unidos, como si estuviéramos en los años de la Guerra Fría, sino del apoyo de una rotunda coalición de más de sesenta países con gobiernos de distintos signos políticos e ideológicos que están decididos a que el régimen de Nicolás Maduro abandone el Poder y  Venezuela se convierta en un ejemplo mundial de Libertad y Democracia.


Una muestra de esto es el Grupo de Lima, que sin lugar a dudas pasará a la historia como el primer órgano que se activó políticamente en apoyo a la recuperación de la democracia venezolana. Tuvieron la valentía de pronunciarse en cuanto a una innegable emergencia humanitaria e involucrar todavía más a la Organización de Estados Americanos y, como está sucediendo justo ahora, presionar a funcionarios como Michelle Bachelet para que, desde su lugar en la ONU, deje de mirar para otro lado y reconozca finalmente que esto que sucede en Venezuela no tiene otra interpretación que una crisis humanitaria y la caída de una dictadura.

Es algo que ya quedó demostrado en una resolución propuesta por Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU, que luego de tener éxito en la votación de los países que forman parte del consejo fue vetada por Rusia y también por China. Es natural: se trata de los dos grandes acreedores del régimen usurpador, pero recuerden que sólo se puede vetar una propuesta que ha sido aprobada por los votos. Incluso, la intervención del representante de Francia fue categórica: es un deseo mundial que aquí haya una salida pacífica que termine en elecciones presidenciales.

Además: ya se habla de llevar una propuesta similar a la que se expuso en el Consejo de Seguridad a la Asamblea General, permitiendo que los 193 países miembros de las Naciones Unidas puedan expresar su opinión en torno a la crisis en Venezuela y poner en evidencia, de una manera todavía más fehaciente, que no se trata de un país apoyando al otro, sino de una clara visión de un mundo donde Nicolás Maduro sólo consigue el apoyo de gobiernos que comparten su visión totalitaria.

Esta presión diplomática ejercida por el Mundo Libre, que sumada a una presión económica que tampoco ha sido exclusiva de Estados Unidos, aunque la Administración Trump ha conducido con firmeza y eficacia una investigación de los bienes y fortunas que han congelado por ser producto de la corrupción, no ha sido para nada irrelevante.

De modo que a los usurpadores ya no sólo se les dificulta conseguir quién alcahuetee sus guisos y marramucias, sino que además han empezado a perder el apoyo de algunos cómplices (incluyendo rusos y chinos) que no van a sacrificar cuantiosos negocios bilaterales con Estados Unidos y Europa por acompañar a una manada de ladrones y guardarles su plata. Nadie quiere una foto con Maduro.

Empresas. Bancos. Gobiernos. Fuerzas políticas. Testaferros. Prestamistas. Todos le están dando la espalda e incluso ya varios de los más altos funcionarios de la usurpación han decidido instalarse en dictaduras amigas, con una clara intención de alejarse de esta inminente caída.

Digo inminente pero no digo rápida, porque es necesario tener cuidado con las expectativas. Quien quiera que haga un repaso  verá cómo en apenas un mes han sucedido cosas que en otros países y momentos históricos de transición le han tomado meses e incluso años.

Los tiempos de la política exterior son distintos y complejos, en especial cuando se contrasta con el dolor que nos generó a todos los sucesos en San Antonio, en Ureña y en la Gran Sabana, cobrando la vida de hermanos de lucha que lo dieron todo por ayudar a quienes más lo necesitan. Es natural que el tamaño de la crisis y la angustia común nos empuje a desear que todo este proceso sea cada vez más acelerado, pero que eso no nos impida darnos cuenta de todo lo que se ha logrado en apenas semanas.

Por eso es tan importante la gira que está llevando adelante nuestro Presidente Encargado Juan Guaidó, de manera articulada con muchos otros elementos, para elevar el costo político a quienes decidan seguir apoyando al régimen usurpador. Los necesarios encuentros con los mandatarios de los países que nos han apoyado, la posibilidad de acercarse a los venezolanos que tuvieron que irse y fueron desplazados por la crisis, además de las conversaciones que generen los primeros acuerdos que se pondrán en marcha durante la transición, también sirven para mitigar cualquier locura que pretendan cometer en contra de Juan.

En 2013 nadie veía hacia Venezuela. El mapa geopolítico de la región de aquel entonces era el producto de una petrochequera que supo comprar el apoyo al gobierno de Hugo Chávez, a cambio de regalar nuestro petróleo y el trabajo de nuestra gente. Hoy, en cambio, resulta vergonzante ver a Arreaza dar patadas de ahogado, mintiendo  delante de representantes de países que saben muy bien qué es lo que pretenden y por eso lo dejan hablando solo.

Eso sí: que nadie olvide que todo lo que se ha logrado con la presión diplomática internacional y las sanciones a ladrones y corruptos sólo pudo tener sentido gracias a que el Pueblo venezolano recuperó la esperanza y está decidido a vivir en Libertad.

En 2018, era muy frustrante escuchar a la opinión internacional decir que toda la presión interna se había acabado en 2017 y que el Pueblo ya no estaba dispuesto a activarse una vez más. Pero, gracias a la atinada conducción de nuestros diputados electos por el voto del Pueblo a la Asamblea Nacional en 2015 y de una dirigencia política comprometida, llegó el 2019 y la firme decisión de declarar la usurpación, con los cabildos abiertos recordándonos cómo fue que nació esta república que somos, con nuestros hermanos desplazados a otros países apoyando desde sus nuevos hogares una lucha común.

¡Y ha valido la pena, Venezuela! Y por eso los usurpadores insistirán en desmoralizarte, así que no permitas que te quiten ninguna de tus conquistas, ninguno de tus dolores y ninguna de tus metas. La fractura interna que están viviendo tiene una razón poderosa: esta fuerza, esta unión, esta convicción política con la cual el Pueblo y su liderazgo político ha decidido ser libre.

Aprendamos a contar nuestras conquistas y nuestros triunfos. Son nuestros principales argumentos y debemos entenderlos, difundirlos, protegerlos.

¡Muchas gracias, países hermanos que nos han apoyado y nos siguen apoyando! Yo sé muy bien que será desde aquí, desde Venezuela, que los pueblos del mundo conseguirán un punto de inflexión histórica para que la Libertad vuelva a ser la más hermosa de las conquistas. Y cuando la tengamos, estaremos preparados para defenderla y así asegurar que más nunca una manada de ladrones comprometa el futuro de ninguna de nuestras naciones. Y si alguien pretende vulnerar esta firme promesa, contarán con nosotros así como hemos contado con ustedes.

¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela en este momento decisivo! ¡Seguimos!

03-03-19




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