Por Henrique Capriles
Mientras nuestro Presidente
encargado Juan Guaidó hace una gira por la región, concretando encuentros con
los mandatarios de las democracias de nuestros países vecinos, aunque esto
implicara alterar sus agendas políticas; en Rusia le hacen saber a la representante
del régimen usurpador que Vladimir Putin, uno de sus principales aliados, no
tiene tiempo para atenderla.
Esta simple descripción
define muy bien cuán importante ha sido el trabajo de política exterior que se
ha hecho durante los últimos tiempos. Porque ha sido ese trabajo lo que ha
conquistado el apoyo político y el enorme compromiso que tienen las fuerzas
democráticas del Mundo Libre en la labor de devolver la Libertad y la
Democracia a nuestra Venezuela.
Aun así, es importante que
revisemos con mucho cuidado lo que el perverso aparato de propaganda que
intenta defender a Nicolás Maduro intenta colocar en la opinión pública.
Durante dos décadas han mantenido su excusa de los ataques planeados en “el
imperio” como la justificación a su ineficacia, pero ahora pretenden justificar
su crueldad y sus asesinatos con una supuesta intervención militar que hasta
ahora sólo existe en su apetito de violencia.
Durante años, una cantidad
de funcionarios corruptos habló de Estados Unidos como su eterno enemigo imaginario,
pero nunca dejaron de venderle petróleo ni ellos dejaron de comprarse
propiedades y de guardar todo su dinero mal habido en dólares americanos. Un
ejemplo bastante claro es el reciente caso que involucra a más de veinte
funcionarios de PDVSA, de los cuales ya quince se declararon culpables.
Y es evidente que este tipo
de casos ha hecho que dejen de hablar de una “guerra económica”, en la que sus
camaradas han resultado llenos de negocios sancionados y fortunas bloqueadas,
para volver a la retórica del siglo pasado y la falsa dicotomía de Izquierdas y
Derechas.
¿Quieren saber por qué desde
Miraflores insisten en hablar de Estados Unidos como una amenaza militar
latente? ¡Pues porque se quedaron sin capacidad de maniobra para defenderse en
los tableros de la opinión pública internacional! Tanto, que gobiernos como los
de Ecuador y Uruguay han cambiado por completo su política exterior en torno a
Venezuela.
¡Ni siquiera aliados como el
kirchnerismo en Argentina quiere vincularse en pleno año electoral, con una
dictadura basada en una cúpula militar corrupta y en delincuentes a sueldo que
asesinan a venezolanos que protestan o intentan trasladar ayuda humanitaria!
Por eso es que debemos
reafirmar y difundir un argumento demoledor: el Caso Venezuela no se trata de
un antojo imperialista de Estados Unidos, como si estuviéramos en los años de
la Guerra Fría, sino del apoyo de una rotunda coalición de más de sesenta
países con gobiernos de distintos signos políticos e ideológicos que están
decididos a que el régimen de Nicolás Maduro abandone el Poder y
Venezuela se convierta en un ejemplo mundial de Libertad y Democracia.
Una muestra de esto es el
Grupo de Lima, que sin lugar a dudas pasará a la historia como el primer órgano
que se activó políticamente en apoyo a la recuperación de la democracia
venezolana. Tuvieron la valentía de pronunciarse en cuanto a una innegable
emergencia humanitaria e involucrar todavía más a la Organización de Estados
Americanos y, como está sucediendo justo ahora, presionar a funcionarios como
Michelle Bachelet para que, desde su lugar en la ONU, deje de mirar para otro
lado y reconozca finalmente que esto que sucede en Venezuela no tiene otra
interpretación que una crisis humanitaria y la caída de una dictadura.
Es algo que ya quedó
demostrado en una resolución propuesta por Estados Unidos en el Consejo de
Seguridad de la ONU, que luego de tener éxito en la votación de los países que
forman parte del consejo fue vetada por Rusia y también por China. Es natural:
se trata de los dos grandes acreedores del régimen usurpador, pero recuerden
que sólo se puede vetar una propuesta que ha sido aprobada por los votos.
Incluso, la intervención del representante de Francia fue categórica: es un
deseo mundial que aquí haya una salida pacífica que termine en elecciones
presidenciales.
Además: ya se habla de
llevar una propuesta similar a la que se expuso en el Consejo de Seguridad a la
Asamblea General, permitiendo que los 193 países miembros de las Naciones
Unidas puedan expresar su opinión en torno a la crisis en Venezuela y poner en
evidencia, de una manera todavía más fehaciente, que no se trata de un país
apoyando al otro, sino de una clara visión de un mundo donde Nicolás Maduro
sólo consigue el apoyo de gobiernos que comparten su visión totalitaria.
Esta presión diplomática
ejercida por el Mundo Libre, que sumada a una presión económica que tampoco ha
sido exclusiva de Estados Unidos, aunque la Administración Trump ha conducido
con firmeza y eficacia una investigación de los bienes y fortunas que han
congelado por ser producto de la corrupción, no ha sido para nada irrelevante.
De modo que a los
usurpadores ya no sólo se les dificulta conseguir quién alcahuetee sus guisos y
marramucias, sino que además han empezado a perder el apoyo de algunos
cómplices (incluyendo rusos y chinos) que no van a sacrificar cuantiosos
negocios bilaterales con Estados Unidos y Europa por acompañar a una manada de
ladrones y guardarles su plata. Nadie quiere una foto con Maduro.
Empresas. Bancos. Gobiernos.
Fuerzas políticas. Testaferros. Prestamistas. Todos le están dando la espalda e
incluso ya varios de los más altos funcionarios de la usurpación han decidido
instalarse en dictaduras amigas, con una clara intención
de alejarse de esta inminente caída.
Digo inminente pero no digo
rápida, porque es necesario tener cuidado con las expectativas. Quien quiera
que haga un repaso verá cómo en apenas un mes han sucedido cosas que en
otros países y momentos históricos de transición le han tomado meses e incluso
años.
Los tiempos de la política
exterior son distintos y complejos, en especial cuando se contrasta con el
dolor que nos generó a todos los sucesos en San Antonio, en Ureña y en la Gran
Sabana, cobrando la vida de hermanos de lucha que lo dieron todo por ayudar a quienes
más lo necesitan. Es natural que el tamaño de la crisis y la angustia común nos
empuje a desear que todo este proceso sea cada vez más acelerado, pero que eso
no nos impida darnos cuenta de todo lo que se ha logrado en apenas semanas.
Por eso es tan importante la
gira que está llevando adelante nuestro Presidente Encargado Juan Guaidó, de
manera articulada con muchos otros elementos, para elevar el costo político a
quienes decidan seguir apoyando al régimen usurpador. Los necesarios encuentros
con los mandatarios de los países que nos han apoyado, la posibilidad de
acercarse a los venezolanos que tuvieron que irse y fueron desplazados por la
crisis, además de las conversaciones que generen los primeros acuerdos que se
pondrán en marcha durante la transición, también sirven para mitigar cualquier
locura que pretendan cometer en contra de Juan.
En 2013 nadie veía hacia
Venezuela. El mapa geopolítico de la región de aquel entonces era el producto
de una petrochequera que supo comprar el apoyo al gobierno de Hugo Chávez, a
cambio de regalar nuestro petróleo y el trabajo de nuestra gente. Hoy, en
cambio, resulta vergonzante ver a Arreaza dar patadas de ahogado, mintiendo
delante de representantes de países que saben muy bien qué es lo que
pretenden y por eso lo dejan hablando solo.
Eso sí: que nadie olvide que
todo lo que se ha logrado con la presión diplomática internacional y las
sanciones a ladrones y corruptos sólo pudo tener sentido gracias a que el
Pueblo venezolano recuperó la esperanza y está decidido a vivir en Libertad.
En 2018, era muy frustrante
escuchar a la opinión internacional decir que toda la presión interna se había
acabado en 2017 y que el Pueblo ya no estaba dispuesto a activarse una vez más.
Pero, gracias a la atinada conducción de nuestros diputados electos por el voto
del Pueblo a la Asamblea Nacional en 2015 y de una dirigencia política
comprometida, llegó el 2019 y la firme decisión de declarar la usurpación, con
los cabildos abiertos recordándonos cómo fue que nació esta república que
somos, con nuestros hermanos desplazados a otros países apoyando desde sus
nuevos hogares una lucha común.
¡Y ha valido la pena,
Venezuela! Y por eso los usurpadores insistirán en desmoralizarte, así que no
permitas que te quiten ninguna de tus conquistas, ninguno de tus dolores y
ninguna de tus metas. La fractura interna que están viviendo tiene una razón
poderosa: esta fuerza, esta unión, esta convicción política con la cual el
Pueblo y su liderazgo político ha decidido ser libre.
Aprendamos a contar nuestras
conquistas y nuestros triunfos. Son nuestros principales argumentos y debemos
entenderlos, difundirlos, protegerlos.
¡Muchas gracias, países
hermanos que nos han apoyado y nos siguen apoyando! Yo sé muy bien que será
desde aquí, desde Venezuela, que los pueblos del mundo conseguirán un punto de
inflexión histórica para que la Libertad vuelva a ser la más hermosa de las
conquistas. Y cuando la tengamos, estaremos preparados para defenderla y así
asegurar que más nunca una manada de ladrones comprometa el futuro de ninguna
de nuestras naciones. Y si alguien pretende vulnerar esta firme promesa,
contarán con nosotros así como hemos contado con ustedes.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela en este momento decisivo! ¡Seguimos!
03-03-19
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