María José Dugarte 06 de abril de 2020
@majodugarte
La
tranquilidad de un inmigrante venezolano es posible mientras existe un trabajo
que genere ingresos suficientes, pero con la llegada del coronavirus la
realidad cambia y la incertidumbre crece porque no pueden salir a las calles
Los inmigrantes
venezolanos son una población en riesgo desde hace un par de años y con la
llegada del coronavirus a sus países de residencia se han encontrado con un
revés inesperado que acrecienta su incertidumbre. Ahora, gran parte de ellos
han quedado sin empleo o sus ingresos se han reducido porque viven del trabajo
diario.
Según la Organización de Estados Americanos (OEA), la
diáspora venezolana se acercaba a los cinco millones de personas a finales de
2019. De los cuales, 1,6 millones se encuentran ubicados en Colombia y 1,2
millones se aloja entre Perú y Ecuador.
Una preocupación que se sobrepone al virus
Las denuncias de los venezolanos han aumentado a
través de redes sociales en medio del confinamiento de estas regiones. Algunos
han dicho que no alcanzan a pagar sus arriendos y por ende, los propietarios
los dejan en las calles; mientras que otros temen a un despido si la
paralización laboral se prolonga.
Es que hoy el drama de los venezolanos no solo se
trata de conseguir un empleo en blanco o un permiso residencial, sino de
sobrevivir a un virus que ha matado a casi 50.000 personas, según la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Perú, por ejemplo, un informe de Equilibrium Centro
de Desarrollo (Cende) determinó que un
tercio de los venezolanos se encuentra desempleado por el confinamiento. En
este país, el gobierno de Martín Vizcarra ordenó toques de queda, por lo que si
no se trata de una emergencia, no se permite circular por las calles.
Con dos meses de haber llegado a Perú, Brayan
Hernández se enfrenta a esta situación y dice: «dentro de mis perspectiva, lo
más fuerte es el alquiler y el alimento».
El joven de 20 años de edad declaró que varios vecinos
venezolanos le han pedido comida y aunque los ayuda, él tampoco tiene
suficiente. Su ingresos semanales, 200 soles – casi 59 dólares-, se han
detenido desde hace 15 días y solo espera que la población cumpla con las
normas para volver a trabajar.
«Los venezolanos que no portan documentación – como yo
– no pueden arriesgarse a trabajar. Los policías están en todos lados vigilando
quién sale, quién entra, quién pasa», explicó.
Por solidaridad, sus arrendadores le dieron una
prórroga de pago hasta el último día de abril. Sin embargo, la situación para
sus conocidos no es así.
“Un amigo y su familia tienen que pagar el doble este
mes porque el anterior no pudo cancelar el alquiler debido al paro”, detalló.
Hasta ahora, el gobierno peruano no toma medidas
específicas para proteger a los migrantes en su país en medio de la emergencia
por coronavirus. Por lo tanto, si los arrendadores lo deciden, pueden negociar
para exonerar o atrasar el pago de alquileres.
Sentimientos encontrados
En Colombia, para el momento de redacción, hay 1485
casos positivos de covid-19 y un país entero en cuarentena. De los migrantes
venezolanos que han hecho su hogar en este país, el 90% labora de manera
informal, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Juan Daniel Oviedo, director del DANE, aseguró en 2019
que estas personas no estaban necesariamente en riesgo porque podían cubrir sus
necesidades. No obstante, la contingencia sanitaria cambia las perspectivas.
El año pasado, de 1,6 millones de venezolanos en
Colombia, el 19,2% estaba desempleado y ante la paralización de la actividad
económica de ahora, la cifra solo podría aumentar.
Francisco Pérez es enfermero y uno de los tantos
inmigrantes que no cobrará este mes su sueldo. La imprenta en la que labora
está cerrada porque no es un sector prioritario. Si bien tiene más de un año en
la empresa, el contrato no se formaliza por su nacionalidad. Situación que a su
vez lo priva de otros beneficios y derechos laborales.
“No estamos percibiendo ningún ingreso. Eso equivale a
que hay que racionar las provisiones alimenticias por el tiempo que haya que
estar encerrado”, explicó a El Estímulo al recordar que su esposa trabaja de
forma independiente y percibe lo mismo que él.
Los 910.000 pesos (228 dólares) que gana al mes no los
cobró completos y ha tenido que hacer uso de sus ahorros para pagar los
servicios, el arriendo y la comida.
Francisco no está tranquilo, puesto que al pertenecer
al sector salud sabe que la crisis por coronavirus se puede agravar.
Por ahora, el dueño de su alquiler se ofreció a hacer
un financiamiento a partir de abril. El mes de marzo lo cobrará igual. Para
este enfermero, su situación y la de sus connacionales vuelve parecerse a la
que tenía cuando llegó: desoladora.
La posición de las autoridades
Colombia, por razones geográficas, se ha convertido en
el primer país con más venezolanos. En este sentido, el gobierno de Iván Duque
ha tenido que incluir políticas públicas de protección que mitiguen la
vulnerabilidad de miles de personas del país hermano.
No obstante, si en condiciones normales era complejo
cubrir los gastos educativos, de salud y alimenticios de cientos de
venezolanos, ahora más.
Francisco Pérez, quien reconoce la situación, afirma
que “esto significa otra raya más para el tigre (…) Con esto, seguro comenzará
otra vez el problema con nosotros. Ellos se afianzan en que el colombiano paga
impuestos para que se beneficien los venezolanos”.
El argumento del enfermero se corrobora tras las
polémicas declaraciones de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, con relación
a la población migrante que no puede trabajar y protesta por haberse quedado
sin hogar y expuestos al virus.
“No podemos pagar el arriendo. No podemos pagar el de
los colombianos, muchos menos el de los venezolanos. Es una pena (…) pero todas
estas cosas las pagan los impuestos de los bogotanos sin chistar. Llevamos tres
años pagando eso”, expresó en rueda de prensa tras exigir a Duque apoyo
financiero para atender a los 450.000 extranjeros provenientes de Venezuela.
Por los momentos, el presidente colombiano ha
pospuesto el pago de servicios públicos por 36 meses para los estratos bajos.
Asimismo, ofreció un subsidio de 40 dólares para 3 millones de familias, pero
esto no incluye a inmigrantes sin residencia ni cuenta bancaria.
Para los venezolanos que desean volver a su país, el
gobierno de Duque en conjunto con la sanidad y otras instituciones ha
habilitado un canal humanitario para repatriar, hasta ahora, a 500 personas
desde Cúcuta.
El deseo de miles: el fin de la cuarentena
Verónica Villanueva es una de los más de 350.000
inmigrantes venezolanos que hace vida en Ecuador en estos momentos. Aunque en
Venezuela estudió Radiología, trabaja de mesera en la provincia de Tungurahua,
un lugar netamente turístico.
A diferencia del 60% de los extranjeros venezolanos
que se dedican a la informalidad, según la Asociación de Venezolanos en
Ecuador, Verónica tiene un contrato y dos años en el restaurante donde labora.
Antes de comenzar su aislamiento – hace dos semanas -,
sus jefes le informaron que no podrían pagar los días o meses sin trabajar, no
obstante le darían provisiones para mantenerse durante el confinamiento.
La mesera gana 420 dólares al mes, de los cuales $160
se le van en alquiler. Su arrendatario redujo el pago a la mitad por dos meses
para ayudarla en medio de la emergencia sanitaria que en Ecuador ya supera los
1000 contagiados.
El levantamiento de la cuarentena aún no se ve
cercano, pues el gobierno de Lenín Moreno extendió el aislamiento hasta el 12
de abril. Además, el sistema de salud está colapsado y la curva apenas entra en
su pico, según las estadísticas del comportamiento del patógeno de la OMS.
Sueños en pausa
Si bien algunos regresarán a sus trabajos sin efectos
secundarios, Verónica reconoce que ella y sus compañeros no correrán con la
misma suerte. Todos ellos dependen del turismo, uno de los sectores más
golpeados por la pandemia y con pérdidas mundiales que superan los 2 mil
millones de dólares.
“Cuando esto termine, el local va a pasar por una
transición bastante complicada. Dado lo que está pasando, mientras se acomodan
los vuelos, la economía y la gente empieza a salir, el local estará vacío porque
el dueño trabaja con agencias de viajes”, subrayó.
Tras casi cuatro años en Ecuador, Verónica había
decidido que utilizaría parte de sus ahorros para especializarse en su carrera
este año. Sin embargo, esos sueños se vuelven a postergar.
Con un suspiro, declaró: “Es difícil estar fuera de tu
país y empezar de cero. Ahora todo lo que tenía pensado se frena. Los ahorros
que tenía los estoy destinando a la situación. Es volver a trabajar para llegar
a lo que uno desea”.
Ayudas paralizadas que tendrán efectos
La
recesión económica en la que entró el mundo, según el Fondo Monetario
Internacional (FMI) es imparable. Los países pobres son los que corren mayores
riesgos y aunque buscan paliar las consecuencias, la pandemia apenas comienza
en algunos de ellos.
Esta situación ha hecho que millones de personas estén
sin ingresos, ya sea porque fueron despedidos o porque nos les pagarán y entre
esos están los venezolanos, el mayor éxodo de la historia latinoamericana.
Brayan, Verónica y Francisco, aún con sus diferencias,
están en riesgo y el estancamiento económico no les es ajeno porque ahora
tampoco ayudarán a sus familias en Venezuela. Eso hace eco en sus cabezas.
Según datos de Ecoanalítica, hasta 2019 en el país
petrolero entraron cerca de 3.700 millones de dólares en remesas y para este
año, lo más seguro es que disminuyan.
En palabras de estos tres venezolanos, si antes de la
pandemia enviar 50 dólares dependía, ahora mucho más. Sin embargo, aún se
mantienen en pie, buscando esperanzas en lo que han conseguido.
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