Por Jonatan Alzuru Aponte
El reconocimiento del otro,
del opuesto, de quien tiene ideas contrarias y procesar esas diferencias con
argumentos y prácticas políticas, como el voto, es parte sustancial del espesor
democrático. Sin duda alguna. Es una apuesta para la vida en común.
Tratar de resolver las diferencias con métodos democráticos es una apuesta
racional. Reconstruir el país asumiendo que pensamos distinto, pero hay un
interés mayor, la vida en comunidad, es éticamente irreprochable.
Pero el reconocimiento de la
otredad para la vida en común no supone, en ningún momento, hacerse de la vista
gorda frente a las prácticas despóticas de quien gobierna. Reconocer al otro,
no supone bajar la cabeza y arrodillarse frente a las injusticias que han
cometido los poderosos. Reconocer al otro, jamás supone callarse, doblegarse o
arrodillarse. Reconocer al otro, jamás conduce a una actitud de esclavos. La
esclavitud no es opción de vida en ninguna circunstancia.
Para Occidente una figura
central, de nuestra cultura, fue Jesús de Nazareth, más allá que usted sea un
divino ateo o profese una religión distinta a la cristiana; tan solo nombrar la
palabra universidad, seminarios, problemas teóricos o pensar en la práctica de
escribir e interpretar con rigurosidad, usted ya está inscrito lo ignore o no,
en una tradición que se remonta al mundo monástico. Así que Jesús es una
referencia, incluso para dar cuenta del año en que vivimos.
Pues bien, Jesús fue un
hombre que apostó al perdón como principio, a poner la otra mejilla, al
juzgarse primero a sí mismo antes que etiquetar a otros; pero jamás confundió
esa postura con el callarse ante las injusticias. Precisamente, la muerte en
cruz, fue producto de denunciar a los poderosos; de sacar del templo con
violencia a los mercaderes, a quienes llamó hipócritas, sepulcros blanqueados,
raza de víboras y siendo consecuente con su palabra y sus acciones, asumió
responsablemente, las reacciones políticas de los poderosos frente a su
denuncia.
La confusión del
reconocimiento al otro con una ética jabonosa, es similar a confundir una
cabeza de gallo con una cabeza de perro. La violación sistemática de los
Derechos Humanos por parte del despotismo; la muerte de nuestros jóvenes en las
manifestaciones convocadas por la Asamblea Nacional, los heridos, los
torturados, son responsabilidad directa de los aparatos represivos del
despotismo, tanto solo en el 2017 asesinaron de abril a julio a 124 personas;
en 2019, de enero a mayo, asesinaron a 66 personas; según las cifras
conservadoras de ACNUDH. Sí son responsabilidad de quien ejerce el poder
despótico; pero también pesan en los hombros de quienes convocaron a salir,
para enfrentar al régimen. Los muertos por causa de la utilización de las
políticas sociales como control social, dígase desnutrición, falta de
medicinas… son responsabilidad directa del despotismo. ¿Qué razón motiva para
que se indulte, sin el debido proceso, a sus responsables?
Las declaraciones del
diputado José Guerra, están en consonancia directa, con las declaraciones que
realizó Stalin González al periódico digital “La Vanguardia.com”; quien luego
afirmó que sus palabras estaban descontextualizadas, pero sin explicar cuáles
afirmaciones eran cierta y cuáles no. Pero lo cierto del caso, es que el
diputado Guerra lo hizo de forma clara y diáfana. Sus declaraciones,
claramente, son el reconocimiento explícito que la línea política de cese a la
usurpación, gobierno de transición y elecciones libres; no solo que fracasó…que
no será… eso no es lo grave; porque en política se puede cambiar de táctica,
cuando no se obtienen los resultados esperados. Lo peor, lo más grave, lo
despreciable, lo éticamente inaceptable, es que intenta convencernos que lo deseable
para el país es que la parranda de ladrones, corruptos y opresores, se les
libere de cualquier responsabilidad política y jurídica, con el cuento del
reconocimiento del otro.
Quiénes pensaron alguna vez
que la mesita dirigida por el inefable Claudio Fermín y compañía era, para
decir lo mínimo, un exabrupto… con las declaraciones actuales de nuestros
diputados, tendrán que reconocer que son los nuevos líderes; porque su táctica
y estrategia política, articulada con el despotismo, ha dado tanto resultado
que ahora, es el argumento esencial de quiénes hace meses denunciaban al
déspota no solo como dictador y violador de los derechos humanos sino como
capos y narco traficantes. ¡Qué tristeza!
PD: La duda incomprensible.
¿Por cuáles delitos pide perdón José Guerra y los diputados de la Asamblea
Nacional? Él Afirmó: “El perdón no puede ser para los nuestros nada más. Tiene
que ser para todos. Porque si no; no hay solución…”
08-04-20
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