Por Carlos Peláez
Ya todos estamos claros en
que esto es una pandemia, cómo se combate, de quién es la culpa y somos
expertos en cuarentenas, políticas públicas y salubridad. Pero, ¿sabemos qué es
un virus? ¿Tenemos esa información básica y necesaria para entender el mundo en
el que nos movemos?
Un virus es una serie de
instrucciones. Son instrucciones escritas en ADN o ARN, es decir, en código
genético, en un código digital de 4 dígitos como toda la información que nos
hace a nosotros, a nuestros perros, a nuestra comida y a nuestras enfermedades.
Pero a diferencia de
nosotros, los organismos vivos, el virus prescinde de las instrucciones para
construir la maquinaria física que necesita para replicarse. Por eso puede ser
tan pequeño. En cambio, un virus parasita esta maquinaria en otras especies.
Les mete una copia de su material genético y ellas hacen el trabajo de replicar
la información y empaquetar los nuevos virus.
A diferencia de un parásito
vivo o un patógeno bacteriano, que te usa como su ecosistema para llevar a cabo
su ciclo de vida, el virus no es más que una línea de código que se esconde en
el programa que te genera a ti y hace que tus células se ocupen en generar más
virus y no en cumplir la función que necesitan cumplir para su vida. Esto
aplica para cualquier organismo que tenga una virosis, sea animal, vegetal,
hongo, protozoario o bacteria.
Es un sistema muy sencillo
cuyo único objetivo y razón de ser es hacer más copias de sí mismo mediante
tres instrucciones básicas:
1) Cómo se construye la
cápsula en la que se va a contener las 3 instrucciones. Estas no son más
que unas pocas proteínas que por su forma encajan entre sí para formar un muy
microscópico recipiente donde se guarda el material genético, el código. La
forma y naturaleza de esta cápsula es la que va a decidir si se transmite por
el aire, por el agua, por el semen, por la sangre, por un vector, si dura más o
menos, etcétera.
2) Cómo reconocer y forzar
su entrada a la célula cuya maquinaria bioquímica va a “usufructuar”. Esto
también ocurre con pequeñas proteínas y carbohidratos que están en el paquete
que lo contiene y es lo que determina en qué especie y tejidos se va a
desarrollar la invasión. Esto es importante para la sobrevivencia de la información
de los virus en el tiempo, porque si todos los virus fueran capaces de infectar
todas las células no habría nada para infectar porque todo estaría muerto. Un
virus no es nada sin su huésped, solo un pedazo inerte de ADN o ARN.
3) Cómo “engañar” a dicha
célula para que se ponga a trabajar en construir más partículas virales y
liberarlas después. En general esto es lo que determina la virulencia y
mortalidad del virus. Si el virus inutiliza completamente a la célula y después
la rompe para dejar salir a sus copias, será un virus muy dañino. Si el virus
solo utiliza la maquinaria celular para mantener una producción discreta de
copias que luego son expulsadas sin daño a la membrana de dicha célula, va a
ser un virus asintomático, al menos mientras el organismo esté sano.
¿Qué significa esto para la
lucha contra un virus?
1) No lo puedes “desactivar”
a menos de que lo destruyas físicamente. Los agentes antibióticos son más
o menos inútiles porque no es una partícula viva, solo es información. Tienes
que destruir esa información con agua oxigenada, calor, radiación solar y otros
agentes que son excelentes en la destrucción de ADN. De más está decir que
cuando el virus ya está en ti, destruirlo por estos medios también te destruye
a ti, esto solo aplica para las partículas virales que están en el ambiente. El
coronavirus se puede destruir con jabón o alcohol porque tiene una membrana
hecha de lípidos (grasas). No es el caso para muchos otros.
2) Para generar una “cura”
primero tienes que entender de qué manera entra a la célula y de qué manera
actúa dentro de ella, y diseñar un químico que influya directamente sobre estos
mecanismos celulares… sin dañar tus propias células. Y esto es difícil, si es
que es posible. Por eso la única verdadera “cura” a un virus es ayudar a tu
sistema inmunológico a que ataque con eficiencia. De resto, podemos ayudar a
los organismos a disminuir los síntomas más peligrosos, como la inflamación de
pulmones o los vómitos.
3) Una vacuna en cambio sí es muy
efectiva porque previene al sistema inmune sobre las posibles proteínas
que se encuentran en el “empaque” del virus, como para que las reconozca apenas
entren al cuerpo y las ataque antes de que se metan en las células en las que
van a causar estragos. La idea es proporcionarle al organismo la posibilidad de
generar un “protocolo de respuesta temprana”. Dependiendo de la naturaleza
bioquímica de estas moléculas puede ser muy fácil o extremadamente difícil
producir una vacuna de manera masiva y segura.
Cuando el virus es nuevo, es
decir, que nunca había infectado a humanos anteriormente, la cosa se complica
porque sabemos poco de él. Poseemos poca información académica y científica
para establecer tratamientos o vacunas.
También contamos como
organismos con poca información genética e inmunológica dentro de nuestros
cuerpos para generar estrategias rápidas, por lo que el virus puede infectarnos
antes de que la inmunología específica tenga chance de reaccionar.
Somos eso, información. Y la
mala información causa estragos, tanto en las redes como en nuestros cuerpos.
02-04-20
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