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viernes, 3 de abril de 2020

El gobierno de transición es necesario y urgente, por @trinomarquezc




Trino Márquez 02 de abril de 2020
@trinomarquezc

El ‘Marco de la Transición Democrática en Venezuela’ propuesto por Donald Trump -primero a través de Elliott Abrams, responsable de llevar el pulso de la situación venezolana, y luego de Mike Pompeo, jefe de la diplomacia norteamericana- fue rechazado por Nicolás Maduro. Peor para él. Son pocas las opciones que tiene. Todos los sectores del país debemos exigir que la fórmula señalada en la propuesta, o una similar, se instrumente cuanto antes.

La nación no debe aceptar que Maduro continúe arrastrándonos al desastre total. Ya tenemos suficientes problemas con el Covid-19, maligno microorganismo que nos embistió en las condiciones más deplorables que hemos estado a lo largo de nuestra historia. Nos asaltó sin reservas internacionales. Con la industria petrolera arruinada. Con empresas estatales y privadas devastadas. Con trabajadores que fueron triturados por la hiperinflación y perdieron la capacidad de ahorrar en todos estos años. Con más de 50% de la fuerza de trabajo sumergida en la informalidad. Con un pueblo hambriento y desnutrido. Con niños y jóvenes sin posibilidades de recibir clases por internet porque la plataforma fue dinamitada y las familias humildes carecen de una computadora en el hogar. Con un sistema de salud golpeado por la incompetencia y la desidia. Estos son, en una apretadísima síntesis, los rasgos de la sociedad que tenemos en 2020, luego de casi siete años con Maduro en Miraflores.

La proposición del gobierno norteamericano coloca la solución de la inédita crisis nacional en nuestras manos. En Venezuela se sitúa el epicentro de la salida. Excluye la invasión de tropas extranjeras. La construcción de alianzas internacionales concebidas para atentar contra la inviolabilidad del territorio nacional. Considera la complejidad del escenario político. Establece como requisito que tanto Juan Guaidó como Maduro se separen de sus cargos para que la dinámica fluya sin contratiempos. Admite que el madurismo, más que el chavismo, es una realidad inocultable, a la cual hay que reconocer, aceptar e incorporar, porque sin su participación no puede haber paz y estabilidad en el futuro. Tanto asume al madurismo, que señala la posibilidad de que Vladimir Padrino López continúe al frente del ministerio de la Defensa.

El Consejo de Estado es concebido como instancia representativa legítima. Sería designado por la Asamblea Nacional, órgano que encarna la soberanía popular en una democracia representativa, como todavía sigue siendo parte de lo poco que queda de la democracia venezolana. El objetivo principal de ese gobierno transitorio sería, además de recibir la ayuda internacional para enfrentar el colapso humanitario, conducir al país a unas elecciones presidenciales transparentes y competitivas, en las que el madurismo participaría, al igual que las demás fuerzas y sectores.

La oferta norteamericana, con un amplio respaldo de los factores internacionales más influyentes, fue apoyada por Juan Guaidó, quien el fin de semana pasado ya había hablado de la conveniencia de formar un gobierno de emergencia nacional. La conformación de este gobierno constituye un requisito sine qua non para que se levanten las sanciones, llegue la ayuda internacional, fluyan los créditos, se restablezca la confianza y la nación tienda a normalizarse.

Mientras Maduro permanezca en el poder, Venezuela no podrá recuperarse. Los países democráticos no lo valoran como un adversario con el cual existen algunas diferencias de apreciación y estilo, sino como a un enemigo que usurpa un cargo que no le corresponde porque no lo obtuvo en una competencia equitativa y legítima. Esta imagen no se disolverá aunque el mandatario amenace o apele a la manoseada autodeterminación de los pueblos, que en su caso, y el de sus socios cubanos, solo sirve para intentar encubrir los abusos que cometen contra los derechos humanos.

El gobierno norteamericano tomó una iniciativa que jamás habrían adoptado los chinos, los rusos o los cubanos. Esos gobiernos, además de sus afinidades ideológicas con el régimen madurista, han expoliado a Venezuela. Se han aprovechado de la incuria del régimen para conseguir jugosos contratos y obtener pingües ganancias en los negocios de la Faja Petrolífera del Orinoco, con la venta de armamentos chatarra y asesoría militar, o con el control de los cuerpos de seguridad y espionaje del Estado.

Da risa oír a Jorge Arreaza decir que el gobierno de Maduro no acepta el tutelaje de los gringos, ni de ningún otro país. Pero hemos visto que el régimen que se conformó hace veinte años lleva años siendo vasallo de Vladimir Putin, los Castro y Xi-Jinping, quienes presiden tres autocracias en las que no existen elecciones libres, ni partidos opositores, ni libertad de prensa, ni ninguna de las demás libertades conquistadas por las luchas populares en las democracias modernas.

Estados Unidos y los países que respaldan el ‘Marco de la Transición’ poseen gobiernos democráticos que no se han saqueado a Venezuela. La transición es urgente y debemos luchar porque comience cuanto antes.

Trino Márquez
@trinomarquezc

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