Diario Las Américas 28 de noviembre de 2021
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Guaidó
insistió en que desde la oposición una de las principales limitantes para
avanzar en la conquista de la democracia es la persecución hacia los políticos
El
presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, aseguró
que pese a que el dictador Nicolás Maduro continúa
en el poder, la realidad es que no gobierna. "Su objetivo es mantenerse en
el poder, no es la estabilidad ni el respeto a los derechos humanos ni a la
Constitución, sino simplemente el poder por el poder".
En una entrevista concedida al portal web de Perú, El Comercio, Guaidó indicó que los partidos tradicionales están proscritos en el país, por lo que desde la oposición que él dirige la meta es crear condiciones para que los ciudadanos que adversan al régimen de Maduro puedan encontrar afinidad.
"Hay
que buscar espacios seguros de participación para nuestra gente; el evento del
21 de noviembre generó algunos. Hay que promover la protesta pacífica, los
espacios sindicales y gremiales para poder canalizar el descontento",
sostuvo Guaidó.
Al ser
entrevistado sobre los factores que han impedido a la oposición de Venezuela
lograr un concenso con el régimen de Maduro, Guaidó no dudó en afirmar que el
primer detonante es que es una dictadura.
"Su
objetivo es mantenerse en el poder, no es la estabilidad ni el respeto a los
derechos humanos ni a la Constitución, sino simplemente el poder por el poder.
Eso ha llevado el caso venezolano a la Corte Internacional de La Haya, señalado
por delitos de lesa humanidad, y luego están los informes de la ONU y la OEA.
No les interesan los ciudadanos, sino el poder por el poder. Eso,
evidentemente, ha sido una barrera. Pero más allá de eso, creo que la gran
corrupción ha sido también un fin para ellos. Para nosotros, los venezolanos
que ejercemos mayoría, que creemos en la democracia, las opciones han estado
siempre entre la participación ciudadana, la protesta pacífica, la posibilidad
de un acuerdo como el que estamos impulsando en este momento con la mediación
del reino de Noruega, pensando que sea el venezolano quien decida el futuro de
nuestro país", expresó.
Entre
tanto, Guaidó insistió en que desde la oposición una de las principales
limitantes para poder avanzar en la conquista de la democracia es la
persecución hacia los políticos por parte del régimen.
"Hoy,
en Venezuela, los principales partidos políticos están proscritos. Nosotros,
desde el 2012 a la fecha, hemos crecido como alternativa democrática: construimos
candidaturas unitarias, construimos la plataforma unitaria en la Mesa de la
Unidad Democrática (MUD), logramos la mayoría en el parlamento en el 2015,
impulsamos el referéndum revocatorio que nos robaron en el 2016, protestamos
pacíficamente en el 2017, no cooperamos en el 2018 con una farsa. La principal
barrera para llegar a acuerdos sigue siendo la dictadura. Hemos tenidos altas y
bajas como producto de un desgaste, de un embate muy duro. Hoy los principales
líderes de Venezuela están en el exilio, asilados, presos o inhabilitados por
la dictadura de Maduro, situación muy similar a lo que sucede en Nicaragua; la
diferencia es que Maduro construyó este escenario en dos o tres años, mientras
que Daniel Ortega lo hizo en tres meses", comentó Guaidó.
A
continuación algunas de las preguntas realizadas por El Comercio a Juan Guaidó:
—¿Cómo
calificaría el apoyo internacional? ¿Siente que sirve de algo?
—Lo
único que contiene hoy a la dictadura de Maduro es la presión de las
democracias del mundo. Las sanciones diplomáticas y los señalamientos de
delitos de lesa humanidad contienen, de alguna manera, y equilibran la
desigualdad y la vulnerabilidad que tiene la alternativa democrática en
Venezuela.
—¿Pero
realmente funciona la presión internacional? En la práctica, Maduro continúa en
el poder.
—Maduro
sigue en Miraflores, pero no gobierna en Venezuela. No hay gasolina, no hay
agua, no hay electricidad, el sueldo mínimo mensual es de dos dólares. Él tiene
que ejercer su mandato a sangre y fuego, y por eso está siendo investigado por
la Corte Penal Internacional (CPI).
Ahora,
¿qué herramientas tiene la comunidad internacional para sancionar a Alexander
Lukashenko, a Daniel Ortega o a Nicolás Maduro? Creo que las democracias del
mundo están en un proceso de reflexión importante sobre cómo hacer responsables
a los violadores de derechos humanos, cómo hacer responsables a los dictadores.
¿Son suficientes las sanciones? Evidentemente no. ¿Es suficiente la Declaración
Universal de los Derechos Humanos? Evidentemente no. ¿Son suficientes los
comunicados y sanciones morales a los dictadores? Evidentemente no. Hay que
innovar los mecanismos de presión. Los dictadores utilizan la relativización;
es decir, tratan de buscar afinidad de identidades ideológicas o supuestas
identidades ideológicas, para hacer una causa común que no existe. Los DD.HH.
no tienen ideología, la democracia no debe tenerla tampoco. Esto es parte de la
lucha democrática que está en curso todos los días, no solo en Venezuela, sino
también en países como Bielorrusia, Nicaragua, Myanmar, incluso podríamos
hablar de Hong Kong.
—Hoy
por hoy, ¿está usted de acuerdo con las sanciones económicas, los embargos a
Venezuela?
—Hablar
de un embargo sería un exabrupto. Por ejemplo, Alex Saab –empresario
barranquillero a quien le dieron la ciudadanía venezolana e hicieron
diplomático- no tuvo ningún tipo de problema para importar alimentos a
Venezuela. El problema fue que lo hizo con 600% de sobreprecio, en algunos
casos, y, en otros, 800%. Entonces, sí, hay que hacer responsables a quienes
violan derechos humanos, a quienes saquean las arcas de los países, hay que
evitar que se lave dinero con fondos públicos, el extractivismo de oro que
genera un ecocidio sin precedentes en la Amazonía y el desplazamiento de
indígenas, y la destrucción de nuestros ríos. Estas herramientas siempre se
tienen que revisar y mejorar para hacerlas más precisas, más efectivas, para
evitar que las utilicen terceros o cuartos para evadir estas sanciones,
—Mi
pregunta apuntaba a la gran polémica con respecto a cómo los embargos terminan
afectando directa o indirectamente a la población.
—En
este momento, en Venezuela no hay ningún tipo de desabastecimiento de
alimentos. Lo que sucede es que no se pueden comprar porque destruyeron el
aparato productivo nacional. Estamos importando los insumos del pabellón, un
plato típico: arroz, caraota, carne mechada y plátano, insumos que, en los
últimos 150 años, Venezuela siempre pudo autoabastecerse. Lamentablemente, las
expropiaciones en el campo destruyeron la producción nacional.
Para
nosotros la sanción no tiene que ver con la escasez. Hoy, el problema es que
tenemos 76% de pobreza extrema y 94% de pobreza. Esto ha sucedido en nueve
años, así que no tiene que ver con las sanciones que empezaron hace casi dos.
En todo ese tiempo, nuestra economía ha decrecido constantemente hasta
contraerse 80%. Destruyeron el aparato productivo petrolero también, porque la
destrucción de las refinerías nada tuvo que ver con la disminución constante
desde el 2014. No hay una correlación, en este momento, entre escasez y
sanciones, porque, además, estas no se aplican a ese tipo de rubros.
¿Maduro
dejará el poder?
—¿Cuál
sería el camino para que Maduro deje el poder?
—Hay
muchas formas constitucionales: desde su renuncia como dictador o mandatario de
facto, hasta una elección presidencial, que hemos promovido nosotros
recientemente. También está la posibilidad de un acuerdo integral que genere
garantías, la disposición de nuestros aliados al levantamiento progresivo de
sanciones para otorgar aún más garantías, la revisión de las instituciones en
Venezuela como, por ejemplo, el sistema judicial totalmente cooptado por el
régimen de Maduro, que fue, por cierto, el primer punto en discusión antes del
congelamiento del proceso en México.
Hay
muchas vías constitucionales para lograr el cambio en el país, un cambio que
genere gobernabilidad, estabilidad y, así, generar confianza en el país, para
poder garantizar seguridad jurídica para la inversión privada, para fomentar el
empleo, para poder mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Esto debería
terminar en una elección presidencial libre, justa y competitiva, para que los
venezolanos decidan. Tendríamos que disputar el poder en buena lid, no a través
de la coacción, no a través del asesinato, no a través de la persecución, de la
tortura, de la censura, de la cooptación de medios por la vía económica, entre
otros. A eso nos hemos enfrentado en los últimos años en Venezuela.
Ahora,
los que rodean a Maduro saben que la situación en Miraflores es inviable, más
allá de sostenerse un día más o un mes más en estas terribles condiciones. Lo
sucedido el 21 de noviembre es un campanazo: con las reglas de juego de la
dictadura, en condiciones desiguales y sin estado de derecho, ellos son
minoría. O sea, en condiciones absolutamente desventajosas, precarias, sin
ningún tipo de recursos para que la alternativa democrática pueda hacer una
campaña, la dictadura es minoría. Por eso evitan una elección presidencial con
condiciones competitivas, porque esa es la solución a la crisis y conflicto que
atraviesa Venezuela.
—Imagino
que, para usted, el escenario ideal es que Maduro deje el mando. ¿Estaría usted
a la cabeza?
—Yo
soy el presidente encargado de Venezuela, reconocido por nuestra Constitución y
por cerca de 60 países. Pero allí hay algo también clave: mi mandato
constitucional, según el artículo 233, es precisamente convocar a una elección
presidencial lo más pronto posible, así que, más allá de que estoy yo a la
cabeza, incluso en ese supuesto de que Maduro abandone el poder –un escenario
feliz para todos los venezolanos y el continente-, mi mandato es convocar
inmediatamente una elección presidencial.
—Comprenderá
que quienes se oponen a su figura pueden desconfiar. ¿Cómo los tranquilizaría?
¿Cuál sería su argumento?
—Mira,
muy sencillo, que hay que cumplir con la Constitución, necesitamos reglas de
juego democráticas, espacios de convivencia ciudadana y política. Más allá de
si les gusta Juan, Pedro o Edward, el tema es generar eso. Y, de nuevo, lo
mejor que pueden hacer las personas que nos adversan por alguna razón es pedir
una elección presidencial, acelerar los tiempos, catalizarlos en buena lid para
poder solucionar este terrible conflicto. Seguramente en el Perú tienen varios
amigos venezolanos que les hablan constantemente de lo que sucede en el país y
eso mismo pasa en todo el continente. Es parte del reto que tenemos a corto
plazo y, de nuevo, estamos promoviendo un acuerdo integral con todos los
venezolanos, incluidos los que sostienen hoy al régimen de Mauro, incluidas las
Fuerzas Armadas.
—¿Y,
en ese escenario usted también postulará?
—Yo no
tengo hoy esas aspiraciones. Por mandato constitucional, soy el presidente
encargado de Venezuela y mi mandato es generar esa elección presidencial, que
haya alternabilidad del poder, estabilizar al país. Esa es una discusión
atemporal. Lo que sí te puedo decir es que, hace muchos años, en la alternativa
democrática aprendimos y entendimos el valor de la unidad y la necesidad de
presentar candidaturas unitarias para enfrentar al régimen. Los mecanismos lo
hemos establecido, así que eso, hoy, para nosotros no es materia digamos,
saldada. Pero hemos tenido una experiencia en el pasado y la más notable fue en
el 2015, cuando ganamos dos terceras partes en el Parlamento Nacional.
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