Ángel R. Lombardi Boscán 18 de noviembre de 2021
“Absurda
es toda creencia que no coincida con la mía”.
Ambrose
Bierce
Tolerancia
es respeto por el otro y lo otro. Implica acatar un pluralismo que socava
jerarquías y códigos unidimensionales. John Locke (1632-1704) apostó por la
tolerancia religiosa como fundamento de las libertades políticas a finales del
siglo XVII para evitar guerras religiosas y civiles. Y hoy, en pleno siglo XXI,
escuchamos a líderes polacos sostener que en su país no se construirá una sola
mezquita hasta que Arabia Saudita permita catedrales en su territorio.
El mundo moderno y próspero jurídicamente se auto/declara tolerante aunque en la práctica persistan los comportamientos sectarios y xenofóbicos. Y en los mundos de los países pobres, la inmensa mayoría de la Historia, pasada y actual, la tolerancia siempre fue una virtud postergada.
El
largo contencioso entre judíos, cristianos y musulmanes por Jerusalén,
sustentado en la guerra y el desprecio, les llevaría a negar nuevas tesis
arqueológicas, como las de un profesor árabe, director del Departamento de
Arqueología e Historia de la Universidad Americana de Beirut, que sostuvo que
la Tierra Prometida bíblica se encuentra en un lugar muy distinto: una franja
del sur de Arabia Saudita. Kamal Salibi (1929-2011) fue el padre de la teoría:
“Israel en Arabia”. Desmontar mitos ante hechos consumados y que han servido
para justificar la intolerancia no hizo muy popular sus libros cargados de
erudición. Reconocer que se ha regado tanta sangre por un lugar no tan santo
acabaría con las arengas que fortalece las creencias de cada uno de los beligerantes.
Normalmente
la intolerancia deriva del pensamiento dogmático y si es fanático hasta la
ceguera sólo conduce a la tragedia. Aquí hacemos referencia a los más
populares: el religioso y político. La crisis de los refugiados e inmigrantes
hoy en el mundo es otra secuela más de esta intolerancia hacia el meteco pobre
y desesperado.
Las
religiones monoteístas fueron talladas por una intolerancia acerba. El
denostado politeísmo era mucho más democrático. Edward Gibbon (1737-1794),
autor de la clásica: “Historia de la decadencia y caída del Imperio romano”
(1776-1789) apuntó esto sobre la tolerancia en el mundo antiguo: “El pueblo
tenía a las diversas formas de culto que prevalecían en el mundo romano por
igualmente verdaderas; el filósofo, las consideraba a todas igualmente falsas,
y el magistrado, las trataba como igualmente útiles. De esa manera, la
tolerancia no sólo producía mutua indulgencia, sino inclusive un estado de
concordia religiosa”.
La
habilidad de aprender a convivir en la diferencia es todo un proyecto de
escuela pendiente. Y aun así la práctica de la tolerancia es paradójica. Hoy,
los no vacunados, de acuerdo al criterio de los vacunados, son una amenaza para
nuevos contagios. En cambio, los no vacunados, alegan sus derechos civiles a
decidir lo que más les conviene. Todo un debate que solo el dialogo y los
acuerdos pueden atender de la mejor forma posible buscando un equilibrio entre
el interés particular y el social.
Ángel
R. Lombardi Boscán
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