La humanidad cabalga sobre la Cuarta Revolución Industrial calificada como 4.0, iniciada con el internet y marcada por las tecnologías digitales, físicas y biológicas continuadas con los robots integrados a los sistemas ciberfísicos. Ante esa situación, todo asociado a una cooperativa debe educarse para comprender estos procesos, capacitarse para aplicarlos en lo laboral y lo cotidiano, informarse para no quedar a la zaga y ser cada día más mejor cooperativista. También, hoy como nunca, adquieren vigencia el quinto y sexto principio del cooperativismo: Educación, Formación para el trabajo e Información, y Cooperación entre Cooperativas; ambos están en el orden del día de quienes deseamos un mundo mejor que haga contrapeso a la creciente globalización neo-liberal.
¿Cómo poner en práctica ambos principios en el eje formativo? Sin dudas desde la base «…trabajando conjuntamente mediante estructuras locales, nacionales, regionales e internacionales» como reza el sexto principio, poniendo en marcha nuestras unidades de educación sobre bases dinámicas y sustentables en correspondencia con las reales necesidades de los asociados y comunidades considerando el entorno en el que actúan.
¿Cómo incorporar economías de escalas en lo formativo? Sabiendo que con cooperativas se puede realizar cualquier actividad humana menos la de explotar y esclavizar personas, se deben tener presentes estas afirmaciones de dos cooperativistas venezolanos lamentablemente fallecidos: «Antes de constituir cooperativas hay que formar cooperativistas», Francisco Díaz, y «Una cooperativa no se constituye en función de si misma sino sobre las necesidades de sus asociados», Laureano Díaz.
Bajo estos preceptos, conociendo la complejidad de las cooperativas, debe aplicarse esta lógica secuencial: «Concepto ↔ Direccionalidad ↔ Acciones», traducible a esta otra: «Saber ↔ Hacer ↔ Ser». Un primer paso en este sentido sería trascender los válidos encuentros de saberes que en nuestra América Latina varios movimientos realizan, hacia encuentros de haceres que superen las simples visitas, conversaciones y fotos de algunos de esos encuentros por pasantías de varios días para hacer lo que sus asociados hacen cotidianamente. Esto aportaría economías de escalas en conocimientos.
También habría estas economías en la medida en que lo formativo deje de «asociar clientes» y asocie ciudadanos que sientan el sentido de pertenencia y sean orgullosos de sus cooperativas, y sientan el sentido de propiedad pues si una cooperativa es una asociación de personas que voluntariamente resuelven sus problemas mediante una empresa de propiedad colectiva y gestión democrática, todo cooperativista es copropietario, es un empresario.
Finalmente, lo formativo debe ser permanente y cubrir a todos los asociados. Numerosas cooperativas lo dejan de lado por no poder realizarlos solas. Claro, entre varias es diferente, además de enriquecer conocimientos y relaciones entre asociados y comunidades, entre varias aportan mayores sinergias con menores esfuerzos y costos; esto será mayor si se entablan alianzas con asociaciones, mutuales, PyMEs, universidades y otros entes formativos. Todo proceso formativo debe, a manera de oleaje, elevarse de lo local a lo regional, a lo nacional y ojalá hasta lo mundial. Existen experiencias exitosas de integración en estos procesos.
oscarbastidasdelgado@gmail.com
https://talcualdigital.com/encuentros-de-haceres-y-procesos-formativos-superiores-a-los-locales-por-oscar-bastidas/
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