Ismael Pérez Vigil 04 de febrero de 2023
@Ismael_Perez
A
pesar del título, no voy hablar de SIC, la revista religiosa (?) que cumple 85
años, de la mano de la Compañía de Jesús, de los jesuitas. Pero si voy a
reseñar el artículo que para celebrar este aniversario escribió el Padre Luis
Ugalde S.J.: SIC: 85 años, que ha sido publicado en varios medios
(p.ej. en la página de Cesar Miguel Rondón: https://bit.ly/3Yg4RP6) y que
invito a leer, sobre todo para los datos históricos, pues seguramente en la
lectura del original se resume la historia de la revista, mejor de lo que yo lo
pueda hacer. Los textos entrecomillados y en cursiva son tomados textualmente
del artículo.
El
Padre Ugalde, siempre es una fuente de inspiración de temas, de datos, de ideas
y de reflexión y el artículo sobre SIC es además un interesante resumen de la
historia política del país y la vida de la revista se desarrolla en paralelo.
Por décadas, en cuatro trancos, Ugalde nos va resumiendo y llevando a una
reflexión sobre el pasado, presente y futuro de nuestra realidad política, a la
vez de hacernos reflexionar en un tema, oxidado en los recuerdos o extraño para
muchos: la Doctrina Social de la Iglesia (DSI).
Años treinta, el nacimiento.
Como
bien nos dijera Ernesto Sábato, en Heterodoxia (Alianza Edit. 1973): los siglos
no terminan −ni empiezan− al mismo tiempo para todos; así como hoy el siglo XXI
no ha empezado en Venezuela, SIC, nace en 1938, en la Venezuela del post
gomecismo, que intentaba despegar de 27 años de adormecimiento, tratando de
llegar al siglo XX, que apenas logra casi cuatro décadas más tarde. Además, nos
agrega Ugalde, SIC nace como un vocero, no oficial, de la Iglesia, cuando en el
mundo se desarrollaba también, desde hacía una década “… la
ilusión salvadora del comunismo marxista, ateo y dictatorial…”; nace SIC,
entonces, para aportar a ese contexto la DSI, en el intento de contribuir en
el “…reto formidable de construir una sociedad de la dignidad humana y
del bien común en libertad y solidaridad.”
Década
de los años cuarenta.
Nos
habla el artículo del salto a la democracia entre 1945 y 1948 −el llamado
“Trienio Adeco” −, y nos describe esos años, hasta 1958 incluso, como el
fracaso que supuso los primeros años de los partidos políticos en el poder y el
intento de controlar y estatizar de manera exclusiva a la educación, a lo que
se opuso la Iglesia y, naturalmente, la revista SIC. La revista defiende
duramente “…el papel central del Estado en la educación, pero sin
exclusiva, y fomentando la responsabilidad educadora de la familia y de toda la
sociedad.” Parafraseando la expresión latina (dura lex, sed lex),
podemos decir, “dura enseñanza, pero enseñanza” para los partidos que
entendieron −especialmente AD− que ese no era el camino: “AD aprende, se
corrige y décadas después será el partido de mayor contribución al crecimiento
de la sociedad educadora plural…” Quizás hoy, en pleno enero del siglo
XXI, al que después de 23 años aún no hemos llegado, estamos viendo en las
calles y en la protesta de los maestros, además de sus naturales y justas
reivindicaciones económicas, el grito porque se eduque en libertad, sin
adoctrinadores juveniles ni milicianos, a los hijos de los venezolanos.
Final
de la década de los años cincuenta.
Tras
el golpe militar de 1948, que pospuso la democracia, ésta regresa en la agónica
década de los cincuenta, “…con espíritu unitario, superando el
sectarismo…”; y hace Ugalde en el artículo un notable resumen de lo que fue
el −denostado hoy por algunos y añorado por otros− Pacto de Puntofijo y nos
describe o resume de manera notable, lo que ahora, en 2023, debe ser una
inspiración política de los venezolanos, en el momento en que sentimos que se
nos achica el país, que se nos adormecen la política y los partidos
democráticos y anhelamos que resurjan: “…con un pacto de entendimiento…” como
el Pacto de Puntofijo, que lime las asperezas y enfrentamientos que estamos
viviendo y nos conduzca a un acuerdo similar, en la Primaria que se avecina,
cuyos objetivos sean: “…defender el pluralismo partidista, la
alternancia en el poder y apoyo de todos al gobierno del partido ganador…”,
que nos permita iniciar la transformación del país a partir del 2024.
Los
años sesenta.
La
década de los sesenta, nos dice Ugalde, fue de entendimientos plurales, de
superación del sectarismo: “…exitosa década democrática (1960-1970)
…(en la que)…SIC apostó fuerte a la democracia y a la formación de
organizaciones sociales y de jóvenes y apoyó a la alianza democrática entre
socialdemocracia y socialcristianismo…”, que contribuyó a enfrentar la
insurrección de izquierda, instigada por el oscurantista comunismo cubano y los
intentos de golpes militares en el país, de los que añoraban las dictaduras de
décadas y siglos anteriores.
En
esta década se intentó, sin completo éxito “…el desarrollo de una
sociedad democrática, inclusiva y participativa.” Y el artículo de
Ugalde nos recuerda el Concilio Vaticano II (1962-65) de Juan XXIII y al
Episcopado Latinoamericano reunido en Medellín (1968), que invitaban y
predicaban: “Vivir la Iglesia y construir la sociedad desde los pobres
y excluidos.” Los años setenta, década que paso rápidamente, fueron
años de debates duros, confrontaciones, acusaciones a la Iglesia −y a SIC− por
el diálogo entre marxistas y cristianos que discurría en algunos círculos
intelectuales y universitarios del mundo y de Venezuela, como parte de ese
mundo.
El
Siglo XXI.
Lamentándose,
el sugestivo artículo de Ugalde nos recuerda el estancamiento de nuestra
democracia y sus logros económicos y sociales; el estancamiento de los partidos
y su “…voluntad transformadora…”, que nos sitúan en nuestro
peculiar siglo XXI y en lo que nos acogota: el nefasto surgimiento del “…populismo
mesiánico… el personalismo mesiánico y la ilusión de que de la mano de un
hombre fuerte, armado, Venezuela lograría casi milagrosamente el reparto de la
«inmensa» riqueza petrolera…” Que se nos resalta y se nos refleja en
las calles, en las protestas y en las miserias que vemos, por causa del “…Mesianismo
rentista…” y de lo que en su momento muchos no vieron “…que el
«socialismo del siglo XXI» era el camino para eliminar toda democracia
y empobrecer a todo el país.”, tragedia que hoy todos sufrimos y buscamos
como librarnos de ella.
Conclusión.
Ugalde
concluye con lo que creo que es un exhorto para todos los venezolanos,
especialmente para quienes nos dedicamos a pensar o hacer política: “…contribuir
a la creación de una Venezuela libre, justa y productiva…una sociedad
solidaria… donde los pobres se sientan en la mesa central y no como mendigos
que sobreviven con las sobras de comida que caen de la mesa de los saciados.”
Duras
pero reflexivas palabras, para concluir ese paseo por los 85 años de SIC, que,
como ya dije, son también una notable descripción en paralelo de esos años de
la Venezuela que hoy sufrimos y vivimos y que estamos comprometidos a rescatar.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
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