EMBAJADOR MARK GREEN AND EDDY ACEVEDO 04 de febrero de 2023
Al
iniciarse un nuevo capítulo de la tortuosa historia de Venezuela tras la
decisión de desmontar el Gobierno Interino, vale la pena detenerse un momento
para rendir homenaje a la absoluta tenacidad, valentía y liderazgo de Juan
Guaidó.
En
2019, la Asamblea Nacional de Venezuela -el único órgano verdaderamente elegido
democráticamente del país- dio el valiente paso de invocar el artículo 233 de
la Constitución.
Esta disposición otorgaba al presidente de la Asamblea Nacional la presidencia interina de la República, ya que existía un vacío de poder tras las falsas elecciones presidenciales de 2018. Los Estados Unidos, la Unión Europea y docenas de países responsables de todo el mundo se unieron a millones de venezolanos y a la oposición para no aceptar los fraudulentos resultados de las elecciones y reconocer a Juan Guaidó como presidente interino.
Desde
entonces, Guaidó fue secuestrado brevemente, su vehículo fue atacado en
repetidas ocasiones y él mismo fue agredido en múltiples ocasiones. Su casa fue
allanada por los soldados de Nicolás Maduro y su familia fue amenazada una y
otra vez. Sus asesores más cercanos, Roberto Marrero y Sergio Vergara, fueron
secuestrados y encarcelados por las fuerzas de Maduro.
Su tío
Juan José Márquez fue detenido bajo cargos falsos. También otros fueron
detenidos injustamente, encarcelados, a menudo torturados durante su detención
o obligados a exiliarse.
A
pesar de todo eso, de todo el malandraje que Maduro y su empresa criminal
-disfrazada de gobierno- pudo ejercer, Juan Guaidó nunca huyó del país ni renunció
a su cargo. Por el contrario, hizo todo lo posible por defender a su pueblo,
tratando de responder a su sufrimiento y anhelo de libertad.
En
2017, cuando llegamos a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID), Venezuela era una de las crisis humanitarias más
urgentes a las que nos enfrentábamos. Millones de venezolanos ya habían
comenzado a huir de la tiranía y la mala gestión de Maduro, lo que rápidamente
se convertiría en el mayor caso de migración a gran escala de la historia de
las Américas y, en la actualidad, en la segunda mayor crisis de desplazamiento
externo del mundo.
Nuestra
tarea era difícil. No íbamos a suministrar ayuda a través del régimen de
Maduro. No solo era y se mantiene descaradamente corrupto, sino que a menudo
utilizaba la ayuda extranjera para premiar a sus seguidores políticos y
castigar a sus oponentes.
Y
entonces llegó Juan Guaidó. Con el apoyo bipartidista del Congreso, pudimos
colaborar con su gobierno interino y con el resto de la coalición de partidos
políticos G4, formada por Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo
Tiempo, y Voluntad Popular.
Aplicando
estrictas medidas de supervisión, pudimos trabajar con estos líderes para
apoyar a los defensores de los derechos humanos, a los medios de comunicación
independientes y a las organizaciones de la sociedad civil dentro de Venezuela.
Proporcionamos apoyo técnico a la Asamblea Nacional elegida democráticamente.
Ayudamos
a reducir la propagación de la malaria (que sólo volvió al país cuando se
hundió el sistema sanitario y se produjo un aumento de las explotaciones
mineras ilegales bajo el régimen de Maduro), y trabajamos a través de ONG para
proporcionar cierta forma de servicios sanitarios básicos.
Gracias
al compromiso cada vez mayor que teníamos con Guaidó y sus aliados de la
coalición, en octubre de 2019, USAID pudo firmar un Convenio de Objetivos de
Desarrollo, o un DOAG, con Venezuela - el primer acuerdo bilateral firmado
entre Estados Unidos y Venezuela en más de 65 años.
A
finales de 2020, USAID -no el Gobierno interino liderado por Guaidó- había
administrado más de 1.200 millones de dólares en ayuda humanitaria y al
desarrollo para aliviar el sufrimiento de los venezolanos dentro y fuera del
país, así como de los países que los reciben. Gracias a Juan Guaidó, nuestro
trabajo también abrió la puerta a que organizaciones de la ONU, como el
Programa Mundial de Alimentos y UNICEF, pudieran operar en Venezuela de forma
neutral e imparcial.
Durante
el año 2020, Guaidó visitó al ex primer ministro británico Boris Johnson, al
presidente francés Emmanuel Macron, y al primer ministro canadiense Justin
Trudeau. Sus viajes culminaron con una visita al Despacho Oval del presidente
Donald Trump.
En el
discurso del Estado de la Unión de ese año, miembros del Congreso de ambos
partidos políticos ovacionaron a Guaidó para simbolizar el compromiso de
Estados Unidos con él, con su causa y con toda Venezuela.
Con
Maduro y su brutal régimen envalentonado por concesiones, es difícil no
preocuparse de que el bienestar del pueblo venezolano pase una vez más a un
segundo plano ante el afán de Maduro de legitimidad, poder y un salvavidas
económico.
Cabe
recordar que fue el propio dictador Maduro quien bloqueó durante mucho tiempo
la ayuda humanitaria, primero negando la existencia de la crisis y luego
exigiendo poder controlarla y convertirla en un arma para recompensar a sus
simpatizantes y castigar a sus rivales.
Con la
nueva propuesta legal para las organizaciones no gubernamentales, es Maduro el
que esta imitando lo que Beijing y Moscu ya han hecho para esencialmente
criminalizar el apoyo a esta entidades y la sociedad civil.
Ciertamente
Juan Guaidó y la coalición más amplia de la oposición venezolana no han podido
restaurar la verdadera democracia representativa y el estado de derecho en ese
país, lo cual no es tarea fácil. También es cierto que no toda la oposición
estaba unida detrás de Guaidó y su estrategia. Pero eso no disminuye el legado
de coraje personal y político de Guaidó, ni su visión de una Venezuela digna
para su pueblo.
Es
incuestionable: La historia deberá mirar favorablemente a Guaidó como alguien
que, a pesar de las amenazas a su propia vida, se enfrentó a un tirano brutal y
despiadado que se ha mantenido en el poder en gran medida con el apoyo de Cuba,
Nicaragua, Rusia, Irán y China.
Embajador Mark Green,
presidente y CEO del Woodrow Wilson International Center for Scholars (Centro
Internacional de Estudios Woodrow Wilson) sirvió como Administrador de USAID,
por sus siglas en inglés, del 2017 al 2020 y como embajador de los Estados
Unidos a Tanzania desde mediados del 2007 a principios del 2009. Anteriormente
sirvió cuatro términos como Representante del octavo distrito de Wisconsin en
el la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.
Eddy Acevedo es el
jefe de personal y asesor al Embajador Mark Green, presidente y CEO is del
Woodrow Wilson International Center for Scholars (Centro Internacional de
Estudios Woodrow Wilson). Fue asesor de seguridad nacional en U.S. Agency for
International Development y también asesor primario sobre política exterior de
la retirada Congresista Ileana Ros-Lehtinen (R-FL.).
Tomado
de: https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article271935882.html#storylink=cpy
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