Rafael Veloz García 23 de marzo de 2023
@Rafaelvelozg
Cuando
no existen instituciones fuertes que ejerzan vigilancia, la impunidad se
convierte en la base sobre la que crecen los sistemas de corrupción. Y si la
impunidad no es demolida, todos los esfuerzos por acabar la corrupción son en
vano”, dijo en una ocasión Rigoberta Menchú, la líder indígena guatemalteca,
Premio Nobel de La Paz y embajadora de buena voluntad de la Unesco. Esta
lapidaria frase emerge como el espejo por el cual se mira el régimen de Nicolás
Maduro, el cual se encuentra fracturado desde la semana pasada, por el fuerte
impacto de una escandalosa y multimillonaria trama de corrupción en Petróleos
de Venezuela (Pdvsa), cuyas raíces han quedado expuestas ante los venezolanos, quienes
se encuentran indignados por sus gigantescas proporciones y por los jerarcas de
la cúpula madurista involucrados en el hecho.
En suelo venezolano, con excepción de la legítima Asamblea Nacional electa en 2015, no existen instituciones. Los Poderes Públicos solo responden a las órdenes del Miraflores usurpado, incluyendo el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y la Fiscalía General de la República, por lo que la impunidad está garantizada ante hechos de corrupción que provienen del régimen. Lo antes expuesto puede sonar contradictorio, porque Maduro y sus funcionarios a través de su enorme y también corrupto aparato comunicacional quieren hacer ver que la detención de varias personas del entorno más cercano de Tareck El Aissami, el recunciante ministro de Petróleo, forma parte de una “lucha contra la corrupción”, lo cual no es cierto. La realidad es que nos encontramos en un escenario de corruptos en guerra por el botín de lo robado en Pdvsa.
Comencemos
por lo primero. No ha existido hasta ahora una voz oficial que en forma veraz y
oportuna se pronuncie sobre lo que sucede y no podemos esperar que esto suceda.
Maduro, los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, así como Diosdado Cabello, no van
a hablar sobre ello con la verdad ni tampoco van a poder endosar este caso a
las sanciones de los Estados Unidos o a dirigentes de la oposición venezolana,
como acostumbran, porque ahora sí estamos en medio de una guerra económica,
pero en este caso entre ellos, entre delincuentes.
Por
otro lado, son ellos mismos, a través de sus medios de propaganda, los que han
revelado a los venezolanos que las detenciones y la persecución que ha desatado
la Policía Nacional Anticorrupción en los ultimos días contra personas del más
alto nivel del régimen, se debe a que se robaron hasta 3.000 millones de
dólares procedentes de la venta del petróleo, dinero que no aparece por ningún
lado en las arcas del Estado.
La explicación que han ofrecido medios maduristas, señalan que entre octubre y
noviembre de 2022 Pdvsa vendió 120 millones de barriles de petróleo valorados
entre 3.000 y 5.000 millones de dólares y que fue ahora cuando se percataron
que ese dineral ni siquiera se había registrado. ¿Cómo se entiende eso?
Pero
igual de grave es que este escándalo explota sencillamente porque esos 3.000
millones de dólares estaban destinados a la campaña electoral presidencial de
Maduro, pero se esfumaron. Que quede claro, no eran 3.000 millones de dólares
para paliar la grave crisis económica que asfixia a los ciudadanos del país.
Sin
embargo, esa fue la primera versión que se ofreció, pero todo apunta a que lo
saqueado es mucho más. La agencia informativa británica Reuters informó ayer
que las cuentas por pagar a Pdvsa ascienden a 21mil millones de dólares.
Reuters afirma que de US$ 25.270 millones de dólares en exportaciones de
petróleo entre enero de 2020 y marzo de este año, Pdvsa solo pudo confirmar el
pago de 4.080 millones de dólares en pagos, excluyendo los oscuros canjes con
Cuba, por lo que con éxito solo cobró en ese lapso 16% de las exportaciones
realizadas.
¿Y
quiénes serían los corruptos? Voy a nombrar a algunos, para que se sepa bien
que no son los chavistas de a pie, sino integrantes de su cúpula corrupta:
En primer
término, Joselit Trinidad Ramírez, quien estaba al frente de la
Superintendencia Nacional de Criptoactivos (Sunacrip) y estrecho colaborador de
El Aissami. Por la captura de ese sujeto, por cierto, el Departamento de Estado
de los Estados Unidos ofreció una recompensa de cinco millones de dólares, por
considerar que está vinculado al narcotráfico. Dos jueces: el presidente del
Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, Cristóbal Cornieles
Perret y el juez Cuarto de Control, José Mascimino Márquez García, este último
mano ejecutoria de la persecución política durante los últimos años en el país.
En esta lista negra de bandidos aparecen dos militares vinculados a Pdvsa, que
también ya fueron arrestados. Se trata del coronel Antonio Pérez Suárez y el
teniente coronel José Agustín Ramos Chirinos. Igualmente el alcalde chavista de
Las Tejerías en el estado Aragua, Pedro Hernández, que ha sido señalado como
protector de bandas criminales que azotan a la ciudadanía, como la del Koki, y
el abogado Jorwis Bracho Gómez de 41 años, quien fungía como juez Primero de
Control del estado Falcón. El diputado y exministro Educación Universitaria,
Hugbel Roa, otro cercano a la camarilla corrupta de El Aissami, también fue
detenido. A este grupo hay que agregar a otros nueve que de manera extraoficial
están siendo solicitados y cuyos nombres me reservo por ese motivo.
Como
se aprecia, hay jueces, militares, alcaldes, un diputado, etc., en toda una red
nacional de depredadores del erario publico nacional. Como dijo Juan Guaidó:
“Ni en una serie de narcos hubo tanto descaro”
……………………………………………
En un
país normal por este caso, la Asamblea Nacional ya debería estar en el proceso
de abrirle un antejuicio de mérito a Maduro, porque hay que recordar que por
mandato constitucional le corresponde administrar la Hacienda Pública, por lo
que tiene responsabilidad política en la trama de corrupción de Pdvsa. Pero
Venezuela no es un país normal, porque no hay forma de que se ejecute un
proceso de esta naturaleza y que sea aprobado por el parlamento electo en 2015.
De hecho, ya sucedió en 2018, cuando la legítima AN aprobó un antejuicio de
mérito contra Maduro, por los hechos de corrupción de la constructora brasileña
Odebrecht. Lo que tenemos es una Asamblea Nacional espuría, tras surgir de
manera fraudulenta el 6 de diciembre de 2020, la cual no investiga nada por
estar arrodillada a Maduro.
En un
país normal, incluso un presidente con moral que se viera envuelto en semejante
caso de corrupción, habría reunuciado, pero Maduro no lo hará. Lo que ha hecho,
para distraer en vano la atención de los ciudadanos de la corrupción en Pdvsa,
es atacar y arremeter contra Juan Guaidó y otros diputados de la AN 2015, lo
que rechazó la Plataforma Unitaria Democrática en el día de ayer.
Frente
a todo esto, ¿qué hacer? Actuar, con todos los mecanismos que podamos tener. En
este momento se impone que nosotros como diputados electos por el pueblo,
busquemos los medios para investigar cuál es la cantidad de lo robado en esta
oportunidad en Pdvsa. Y digo en esta oportunidad, porque según un informe de
Transparencia Venezuela esta ONG logró registrar 127 casos de corrupción en la
estatal petrolera venezolana, que comprometieron 42 mil millones de dólares del
patrimonio público del país. Y de esos casos, menos de la mitad no fue sujeta a
investigación alguna.
Nos
corresponde conectarnos con los organismos internacionales y países
democráticos del mundo que luchan contra la corrupción, para que nos ayuden a
detectar a dónde fueron a parar esos recursos y protegerlos, como hizo Juan
Guaidó con los activos en el exterior durante su presidencia encargada. Ese
dinero hay que rescatarlo, porque es del pueblo venezolano, que hoy sufre y
pasa penurias con un salario mímimo mensual que no llega a los 6 dólares, lo
que lo ubica como el peor de América Latina. Y es precisamente la corrupción la
que ha generado la profunda crisis por la que atraviesa Venezuela, que golpea a
los venezolanos por la pobre capacidad que tienen de adquirir alimentos y
medicinas.
Leopoldo
López, en ese trabajo tan importante de visibilizar lo que sucede en Venezuela,
dio un paso al frente esta semana, al presentarse ante el Consejo de Derechos
Humanos de la ONU, para denunciar las atrocidades cometidas por Maduro.
Para
finalizar hay que destacar de nuevo que lo que hemos presenciado no es un acto
del régimen por la justicia y por luchar contra la corrupción. Se trata,
repetimos, de la lucha entre bandas criminales, de corruptos en guerra, ante un
país saqueado y con su pueblo golpeado por el bajísimo poder adquisitivo que
tiene. Bien lo dijo el papa Francisco: “La corrupción la pagan los pobres”,
frase que hoy empleamos como título de este artículo.
Rafael
Veloz García
@Rafaelvelozg
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