Agencias 09 de julio de 2024
La
venezolana Yarivith González recibirá un reconocimiento por sus investigaciones
para reciclar baterías de litio y su labor al difundir la ciencia en la escuela
en países latinoamericanos
La
científica venezolana Yarivith González recibirá en España
el Premio Internacional 2024 de la Fundación Princesa de Girona en
la categoría Investigación, que por primera vez se dirige a jóvenes
talentos de Latinoamérica. El evento está pautado el miércoles 10 de julio.
La venezolana afirmó a EFE que América Latina y Europa, en particular España, deben intercambiar sus investigaciones científicas, ya que estas podrían ofrecer soluciones a problemas medioambientales comunes que se volverán más urgentes en el futuro.
González
es licenciada en Química. Nació en Barquisimeto, estado Lara. Este
reconocimiento de la Fundación Princesa de Girona le suma un nuevo logro a su
carrera, esta vez por sus investigaciones para reciclar baterías de
litio y por su labor de difusión de la ciencia en la escuela en países
latinoamericanos a través de iniciativas de educación ambiental.
Soluciones
a problemas globales
González
aboga porque el trabajo que realizan investigadores, a ambos lados del
Atlántico, sea transferible, especialmente en un país como España, con el mismo
idioma que muchos de América. Considera que esto ayudará a afrontar
problemáticas que serán globales.
Una de
estas problemáticas es qué hacer con las baterías de coches eléctricos.
Investigación en la que trabaja la Universidad Nacional de San Luis en
Argentina, en un equipo que es parte de su trayectoria como científica.
Allí
el Laboratorio de Metalurgia Extractiva cuenta con
un grupo de investigadores que ha patentado varias soluciones, dirigido por
Jorge González y Lucía Barbosa, a través del Instituto de Investigación en
Tecnología Química de esta universidad y del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas del país.
«Somos
pioneros en América Latina», subraya la científica venezolana, al abrir un
camino para reciclar un mineral como el litio, que no es un recurso renovable,
pero que se puede convertir en un metal con distintos usos una vez
utilizado en las baterías de coches o de teléfonos móviles.
Argentina
forma parte del conocido «triángulo del litio» con Bolivia y
Chile. El nombre se les atribuye por las reservas del mineral que tienen estas
naciones.
Aunque
estos y otros países de América Latina tienen la materia prima, su parque de
vehículos eléctricos es mucho menor comparado con Estados Unidos o Europa, pero
pueden aportar soluciones como en este caso, contribuyendo a la «economía
circular», que aprovecha todo lo posible cada recurso.
El
laboratorio de la vida
«¿Qué
puedo hacer yo para aportar un granito de arena, para dejar un legado?», se
pregunta González, quien luego reflexiona: «La vida es un laboratorio y
experimentamos cada día».
La
joven investigadora ahonda en que «la sociedad necesita mentes curiosas,
que vayan más adelante», porque la tecnología todos los días nos está
abarrotando y faltan ideas para que ese desarrollo sea sostenible.
Por
eso valora este premio, porque, además de reconocer logros científicos, resalta
el trabajo de organizaciones no gubernamentales en educación ambiental.
«Es la
punta de lanza para invitar a las nuevas generaciones a que investiguen desde
un punto de vista ambientalista. Invitarlas a trabajar en una ciencia
transferible a la sociedad, que llegue a la gente desde un punto de vista más
práctico, para solucionar problemas ambientales, acortar plazos ante
situaciones que nos preocupan», añade.
Y pone
de ejemplo la labor desarrollada en Venezuela desde hace más
de una década por organizaciones que van a las escuelas para, con prácticas
sencillas, animar a curiosear en la ciencia.
«En
retos como la gestión de residuos sólidos en una comunidad, como el plástico o
el papel, en los que sin exagerar ni asustar, consiguen que la gente desarrolle
un alto interés ante problemas como el plástico en los ríos. No se trata solo
de hablarles de lo que afectan los microplásticos a los organismos, entre ellos
al humano, con un lenguaje científico-técnico, sino con uno fresco que
entiendan todos», explica.
Y para
ella es «muy lindo ser portavoz de muchos jóvenes» investigadores que «divulgan
la ciencia de manera aplicada».
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