miércoles, 28 de junio de 2017

Vladimir Villegas: La constituyente puede llevar a la criminalización del periodismo por @contrapuntovzla


Por Vanessa Davies


Sobre su hermano Ernesto Villegas, el reportero y ancla de Globovisión y Unión Radio asegura: "Lamento que sea el ministro de Comunicación e Información de este gobierno", de un gobierno "que no no ha tratado muy bien el periodismo en Venezuela"

Más años tiene Vladimir Villegas como periodista que sin serlo. Si llegó a los 55 y ejerce el periodismo desde 1983, saque usted la cuenta de una trayectoria que incluye rutas tan diversas como las de Tribuna Popular, El Nuevo País, El Universal y Últimas Noticias.

El Villegas de hoy es el rostro de un incisivo programa de entrevistas que se transmite de lunes a viernes, entre 1:00 y 2:00 pm, por la televisora privada Globovisión. Y es la voz de otro no menos incisivo programa que llega a todo el país, entre 6:00 y 7:30 pm, por Unión Radio 90.3 FM.

Políticamente están en aceras opuestas, pero la relación con su hermano Ernesto Villegas, periodista y ministro de Comunicación e Información del Gobierno del presidente Nicolás Maduro, ha sobrevivido a las diferencias. Vladimir lo explica de este modo: critica al ministro de Comunicación, no a su hermanito querido, al menor de la camada de los Villegas.

Asegura que no ha recibido presiones de los dueños de Globovisión ni de Unión Radio, pero sí, del Gobierno por sus múltiples extensiones. La Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) le abrió un procedimiento a Globovisión por una entrevista que Villegas le hizo al diputado opositor Freddy Guevara. “Creo que Conatel como que no hace evaluaciones endógenas de los medios del Estado. No he visto que Conatel le haya abierto un procedimiento a La Hojilla, por ejemplo; o a las declaraciones que hace Pedro Carreño. Es un ente que no da el ejemplo. La ley resorte no entra por casa”, diagnostica.



La Constitución de 1999 une a los periodistas

–Usted dice que la Constitución une a los venezolanos. ¿La Constitución une a los periodistas también?

–Yo creo que sí.

–¿En qué?

–Esa Constitución contiene un conjunto de derechos y garantías en materia de ejercicio de la profesión del periodismo. Tiene que ver con la libertad de expresión, tiene que ver con el derecho del pueblo a estar informado puntual, verazmente, de manera oportuna. Y, además, establece una garantía que no establecían otras constituciones, ni de Venezuela ni del mundo: el hecho de que el derecho a la información está protegido aun en estado de excepción. Se incluye entre aquellos derechos que no pueden ser limitados, restringidos ni siquiera en estado de excepción. Es decir, es una Constitución garantista y, además, establece la obligatoriedad que tienen los funcionarios de informar acerca de las responsabilidades que ocupan.

–¿Pero eso se está cumpliendo?

–Eso no se cumple, pero el hecho de que no se cumpla no quiere decir que no sea una buena Constitución. La culpa no es de la Constitución, sino de quienes no la respetan. Claro, cuando se habla de una Constitución que une a los venezolanos es porque esta Constitución se legitimó en la práctica. ¿A qué me refiero? Primero hubo un sector que llamó a votar contra ella; luego, vino el golpe del 11 de abril (2002) y fue derogada esta Constitución y el pueblo salió a defenderla. Después vino la reforma del año 2007: el pueblo rechazó esa reforma. Es decir, es una Constitución que unificó, en el año 2007, el pueblo chavista y el pueblo no chavista. Ambos sectores de la población rechazaron la reforma propuesta por el presidente Hugo Chávez en aquel momento, aunque después se aprobaron las leyes constituyentes, que es harina de otro costal.

–¿Hay polarización en los periodistas como la hay en la vida política nacional?

–Claro. Los periodistas no somos marcianos; somos seres humanos que vivimos y padecemos los problemas de todo el mundo.

–¿En qué estamos polarizados?

–Estamos polarizados en la visión que tenemos acerca del país. Hay periodistas que tienen una visión acorde con la del Gobierno, y hay periodistas que tienen una visión distinta, e incluso confrontada con la del Gobierno, y eso es natural en una sociedad. El tema está en cuanto al ejercicio de la profesión. Es válido que un periodista tenga una visión ideológica, una visión política. Los hechos son los hechos y la opinión es libre.

–¿En este momento qué está ocurriendo? ¿Hay hechos o hay opinión?

–En muchos casos hay más opiniones que hechos, y en otros casos no se ven los hechos. Si nosotros vamos a Venezolana de Televisión (VTV) pues todos quisiéramos vivir allí, porque allí no hay inflación, no hay inseguridad, no hay alto costo de la vida, no hay desabastecimiento de medicinas ni alimentos. No hay corrupción. No hay represión.

–Pero en otros medios el chavismo no existe.

–También es cierto. Pero en otros existen ambos. En Venezuela hay para todos los gustos. Lo que ocurre es que el canal de todos los venezolanos debería ser el canal de todos los venezolanos realmente y no de una cúpula, que es el problema que tenemos realmente.

–El canal lo dirige su hermano.

–No importa. Él es parte de esa cúpula. Lo cierto es que, lamentablemente, es el canal de un sector de la sociedad. No es el canal de todos los venezolanos. Pudiéramos decir “VTV, el canal de todos los venezolanos” y con un letrero pequeño que diga “ciertas condiciones aplican”. Fui presidente de VTV, y en determinado momento éramos parte de una confrontación política, y había medios que se comportaban como partidos políticos.

–¿Y ahora?

–Esa situación ha cambiado. No puedes decir que la Globovisión de hoy, por ejemplo, donde yo trabajo, es igual a la Globovisión de Ravell. Sería un despropósito afirmar eso, porque no es verdad. Este es un canal plural, con sus defectos como cualquier medio, pero que les da cabida a los diferentes puntos de vista. Cosa que no ocurre en el canal del Estado. Y sus propietarios no eran parte de una coalición política, como era durante la época de Alberto Ravell.


Ahora estamos en peores condiciones

–¿No hay guerra mediática contra el Gobierno? El Gobierno dice que la hay.

–El Gobierno considera guerra mediática cualquier crítica. Considera guerra mediática que se haga la cobertura de una cola para comprar pollo o papel de baño, por ejemplo. Eso es guerra mediática. Y por ese lado lo que se busca es el pensamiento único y la hegemonía comunicacional. Es más: el Gobierno debería entender que en una democracia de verdad el periodismo tiene que cumplir una labor de contrapoder. Esa es la labor que le corresponde.

–¿Es posible cumplirla ahora?

–Imposible, porque no están dadas las condiciones para ello. Te pueden hostigar, tienes la amenaza de que te cierran los programas. La concesión es un mecanismo de presión y de inducción a la autocensura. Cuando no le renuevas la concesión a un canal, o cuando se la das por un año o por dos años, lo estás sometiendo realmente a una situación en la que no puede planificar el futuro, no puede hacer inversiones, no puede actuar con total libertad. El espectro radioeléctrico, que les pertenece a todos los venezolanos, es manejado discrecionalmente por un ente gubernamental que no siempre actúa con los mismos parámetros.

–¿Los periodistas estamos trabajando en mejores o peores condiciones que antes?

–Creo que en peores condiciones en cuanto a la fragilidad de la libertad de expresión con la cual podamos contar. Por ejemplo, cuando se agarra una cámara de Globovisión o de cualquier otro medio y se lanza desde un segundo piso de una autopista contra el pavimento, este no es solamente un problema con un bien material, que ya lo es de por sí, porque es una propiedad de una empresa privada y es un instrumento de trabajo. La cámara es el vehículo a través del cual el ciudadano se informa. Y cuando se destroza una cámara, cuando se le roba el celular a un periodista, estás afectando la libertad de expresión. Esa es la situación que tenemos en Venezuela.

–¿Cómo evalúa el comportamiento de las redes sociales?

–Lo cuestiono, porque ambas situaciones representan peligro. La paranoia del Gobierno con el tema de la libertad de expresión, la hipersensibilidad que tienen muchos funcionarios –sobre todo cuando se trata de temas como la corrupción, por ejemplo, o la represión– son amenazas contra la libertad de expresión. Por ejemplo, cuando se pretende estigmatizar a los periodistas porque hicieron una pregunta o tomaron una gráfica en una marcha opositora, y se les agrede y se les amenaza con quemarlos o expulsarlos a golpes, eso es tan terrible como una bomba molotv lanzada contra ellos, o una bomba lacrimógena lanzada por la Guardia Nacional. Hay muchas formas de amenazas a la libertad de expresión que en medio de un conflicto están presentes. Cuando hay un conflicto de baja, media o alta intensidad evidentemente que los periodistas están en medio de un fuego cruzado, que es lo que nos ocurre en este momento. Estamos en medio de una situación en la cual hay una sociedad protestando contra el Gobierno y un Gobierno reprimiendo.

–¿Cómo debemos hacer nuestro trabajo en esa situación que usted describe?

–Cumpliendo con nuestra obligación de informar. Tratar de cumplir con esa misión a pesar de los riesgos. Y hacerlo dentro de lo que manda la ley y lo que manda el código de ética de la profesión. Tenemos un marco jurídico...

–¿Lo estamos haciendo así?

–En gran medida, sí. Los jóvenes periodistas están haciendo una labor que yo creo que es muy valiente. Hay que ver lo que es salir a la calle en un día como hoy, cuando te pueden quitar una cámara, te pueden detener, te pueden golpear o te pueden matar. Todos esos riesgos están presentes en una sociedad en conflicto.

–¿Eso empeoró con el presidente Maduro, si lo compara con la gestión del presidente Chávez?

–Evidentemente que empeoró.

–¿A qué lo atribuye?

–Con Chávez la situación del país no estaba tan caotizada como está ahora. Y hay que reconocer que Chávez, con todas las diferencias que yo tuve a partir del año 2007, tenía un liderazgo definido, y además era el gran decisor. Aquí pareciera que no hay un solo decisor. Hay factores que uno pudiera pensar que a veces le sabotean la gestión al decisor principal, que es el presidente Maduro. Hay sectores que promueven la intolerancia, que incluso promueven un lenguaje de odio. Lo vemos a través de los medios del Estado, diferentes medios y diferentes programas. Son productores del odio, de la discriminación y de la amenaza a la libertad de expresión. De la estigmatización de muchos periodistas. Eso ocurre, no sé si con la venia o no del Presidente, pero ocurre. No es que antes no ocurrieran episodios lamentables, pero ahora hay cosas que han roto los límites de lo socialmente y políticamente aceptable.


Entre los funcionarios y el derecho a la información

–¿Los medios de comunicación han dejado convenientemente de lado algunos casos registrados en las protestas, como el de la persona quemada en Altamira, el de la señora que mataron con un botellazo en la cabeza?

–No se puede tratar a los medios por igual. Hay medios que tienen su énfasis. No se puede comparar La Patilla con Notiminuto, por poner dos ejemplos de medios digitales. No vas a comparar el periodismo que hace Últimas Noticias con el periodismo que hace, incluso, El Universal. O el trabajo que hace Radio Nacional de Venezuela con el que hace Unión Radio. Son cosas distintas. Hemos visto casos como esos dos, que han sido minimizados en algunos medios pero sobreexpuestos también por los medios del Estado en detrimento de los otros 75 casos (de fallecidos en las protestas), por ejemplo. Hemos visto que la política informativa en los medios del Estado va dirigida a obtener provecho político de este tipo de informaciones, y no a obtener una cobertura equitativa. Todos los muertos para mí son iguales. Nos duelen todos los muertos que han ocurrido en estos meses de confrontación. Pero no puede ser que unos sean utilizados para resaltar la culpabilidad de la oposición o de factores opositores, y los otros, la gran mayoría de esos asesinatos, para silenciar y ocultar la responsabilidad de los cuerpos de seguridad del Estado.

–¿En los otros medios cómo ha sido la cobertura?

–Yo no puedo meter a todos los otros medios en un mismo paquete, que es lo que el Gobierno quiere hacer. El Gobierno quiere hablar de una guerra mediática como si se tratara de dos bloques homogéneos.

–¿Usted descarta esa guerra mediática?

–La descarto, porque realmente lo que hay es, precisamente, una lucha entre el derecho a la información de los ciudadanos y el deseo que tienen muchos funcionarios del Gobierno de que ese derecho no se ejerza. Ese es el problema central de la sociedad venezolana. Y, por supuesto, los dueños de medios tienen sus líneas editoriales. Eso es cierto. En este momento no se puede decir que es la misma. No es como en la época del paro (año 2002), por ejemplo, que estaban cartelizados los medios. Esa no es la realidad hoy. Aquí hay mucha diversidad de medios, muchos tonos. El diario 2001, por ejemplo, tiene su propio tono. El Universal tiene su propio tono. Los medios del interior. Panorama tiene su propio tono.

–¿El Gobierno habla de una guerra mediática que, en su opinión, ya no existe?

–Para mí no existe como tal una guerra mediática. Lo que existen son medios con una política contraria al Gobierno definidamente, medios que se asumen como opositores. Y eso es válido. Yo trabajé en Tribuna Popular, que es un periódico del Partido Comunista. Y era un periódico de oposición. Pero había decenas de periódicos: muchos, favorables al Gobierno, y otros ni favorables ni desfavorables. Simplemente hacían su trabajo. Creo que esa realidad la tenemos hoy en Venezuela también. Cuando tú golpeas la libertad de expresión, no pretendas que los periodistas se conviertan en tus aliados. Cuando tú limitas un medio para que no compre papel, no pidas que ese medio le chupe las medias al Gobierno.

–Usted habla de odio en la sociedad. ¿Hay odio entre los periodistas también?

–A veces sí. Lo vemos, por ejemplo, en lo que dicen algunos colegas de otros. Hay expresiones de desprecio, de exclusión, y eso va de aquí para allá y de allá para acá. Es decir, es bidireccional.

–¿Eso nos puede llevar a qué?

–A que los medios puedan llegar a cumplir un rol, medios públicos o privados, como lo ocurrido en Ruanda, que estimularon el odio entre los ciudadanos, y promovieron hechos realmente violentos. Ese es un peligro que tenemos en Venezuela. Ahora, como me gusta decir a mí, en esta fiesta el Presidente es el DJ. Él es el que pone la música, el ritmo a bailar.


El DJ debe cambiar la música

–¿Qué le diría al Presidente, al DJ?

–Que tiene que poner música para la paz y no una música para la confrontación. Cuando hablo de eso me refiero a las políticas que se llevan a cabo. Decir hoy que esa constituyente que están proponiendo es una constituyente para la paz es decir que el chicharrón de cochino es bueno para el colesterol. Es decir, esta es una constituyente que genera más confrontación, que genera más división entre los venezolanos, que genera exclusión, que genera ventajismo y diferenciación entre los venezolanos.

–¿Usted le diría que la congele?

–Se lo planteé en un editorial mío en el canal: que la retire; y si no, al menos, que la congele, por el bien del país. Están corriendo las horas, los días, las semanas de aquí al 30 de julio. Yo tengo temor de esa fecha. Tengo temor de que vayamos a una confrontación en los centros de votación, o incluso en los días previos, cuando se pretendan instalar las mesas. Tengo temor de que, con una constituyente hecha a la medida, como un traje prêt-a-porter, el Gobierno comience a conculcar derechos conquistados por el pueblo y que están plasmados en esa carta de 1999 que hoy yo la considero casi moribunda. Hoy la moribunda es “la bicha” de Chávez, lamentablemente, producto del intento de hacer una constituyente de espaldas al interés nacional. No se le ha consultado a la gente. A la gente no se le preguntó “señor, ¿usted quiere una constituyente?”. Tampoco se le va a preguntar sobre el resultado de la constituyente.

–¿Qué cambios cree que va a introducir la constituyente para el trabajo periodístico?

–Puede implicar, por ejemplo, restricciones a la libertad de expresión.

–¿Por ejemplo?

–La criminalización del periodismo. Puede incluir eso. Temo que elimine ese derecho que tenemos los periodistas y los ciudadanos: que el derecho a la información no pueda ser incluido entre los derechos restringidos en estados de excepción. Imagínate tú: si ahorita, en teoría con garantías constitucionales, se restringe ese derecho, se limita el derecho a la información, imagínate tú en un estado de excepción, bajo nuevas normativas. Y con una constituyente que tiene varias características: para mí la fundamental es que pareciera que es el mecanismo que ha encontrado el Gobierno para eludir el contarse con el resto de la sociedad, validarse ante el resto de la sociedad. Es decir, les temen a unas elecciones regionales, mucho más le temen a cualquier otra consulta que ponga en evidencia que hoy el chavismo gobernante es minoría.

–¿Cómo vamos a trabajar los periodistas en un escenario como ese?

–Me lo imagino con muchas dificultades. Si se va a restringir el ejercicio pleno del periodismo, si vamos a tener restricción de derechos políticos, si vamos a tener un clima de mayor represión, obviamente que el ejercicio del periodismo va a ser algo muy complejo, y una profesión de más alto riesgo que ahora. Ojalá yo esté equivocado, y si estoy equivocado, lo diré. Pero no tengo ninguna razón para pensar que la constitución que viene, o los cambios que se van a producir, van a ser mejores que lo que tenemos en este momento.

Se conocen desde hace "muuuuucho tiempo", pero Vladimir Villegas no mantiene contacto con el presidente Maduro: “En este momento no tenemos ningún contacto. Él es el Presidente de la República, yo soy un periodista”.

–La relación con su hermano… la entrevista que usted le hizo en Globovisiónfue tensa–

–Mi conflicto no fue con mi hermano, fue con el ministro de Comunicación e Información. Entre hermanos, ¿cómo no lo voy a querer? Ese es mi hermano. Lo quiero mucho. Lamento que sea el ministro de Comunicación e Información de este gobierno. Yo lo lamento, por la tarea que le ha tocado cumplir. Cada quien asume su responsabilidad. Él lamentará que yo tenga esa postura crítica que yo tengo. Eso es válido entre hermanos. Mi conflicto no es con mi hermano Ernesto Villegas, sino con el ministro de Comunicación de un gobierno que lamentablemente no ha tratado muy bien el periodismo en Venezuela.



27-06-17




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