martes, 27 de junio de 2017

El cinismo de la tiranía, por @OmarVillalbaG



Omar Jesús Villalba 26 de junio de 2017

Esta semana hemos sido testigos de los eventos más descarados y terribles de los últimos tiempos: el asesinato de un joven a manos de un efectivo de una fuerza armada, que en teoría, debería defendernos de los peligros provenientes más allá de nuestra frontera. A la muerte de ese joven, se le suman las que venimos arrastrando desde Abril, más otras acaecidas en Valencias, para ser precisos: Naguanagua.

A estos eventos, hay que sumarles la actuación de los diferentes cuerpos de inteligencia del país, quienes están realizando allanamientos a diestro y siniestro, basados en principios preventivos. Curiosamente, estas fuerzas son capaces de identificar —de forma eficaz y eficiente— donde se enconchan los jóvenes que salen a protestar con sus escudos y capuchas, o los estudiantes guaros que vinieron caminando hasta Caracas; pero con las Bandas Criminales Organizadas que tienen en jaque a comunidades enteras, no ha mostrado la misma disposición. ¡Cómo hay que ver, cuando les interesan las cosas le ponen empeño!

Aunado a este hecho, los familiares supervivientes de estos jóvenes que han perdido su vidas protestando, deben soportar que a través de los medios convencionales, digitales y redes 2.0 se les tilde de criminales, disociados manipulados por fuerzas políticas, y en el último caso una expresión terrible y muy manoseada por este gobierno: Terroristas. Es asombroso ver, como todas las tiranías y gobiernos autoritarios señalan a todos de terrorista para justificar el exceso de fuerza y demonizar al adversario; pero este grupo de chacales mediáticos, han abusado tanto del término que ha perdido fuerza.

Por si no fuera poca esa estigmatización, los venezolanos debemos sufrir todos los días, con la excepción del domingo, como antes del noticiero nos restrieguen por los ojos el bendito pasquín mediático e “informativo” llamado Noti Patria, en el cual —muy al estilo de 1984 de Orwell— nos lanzan una sarta de cuentos con la intención de reescribir, in situ, los eventos que se están desarrollando.

Me pregunto ¿Acaso creen que todos los venezolanos son tan tontos para creerse esas historias? ¿De verdad es tan inocente e iluso el pueblo que se comerá esos cuentos? La Respuesta es obvia, pero no por ello deja de ser una falta de respeto.

Todas estas actitudes, son claro ejemplo de un gobierno que está buscando la forma de escapar hacia adelante, de forzar las situación hasta un punto que vuelvan a serle favorables. Por ello, no debe extrañarles que los hechos represivos, los allanamientos y otras actitudes autoritarias y abusadoras aumenten de forma significativa durante lo que resta de mes y buena parte del que viene hasta el 31 de julio (esto hay que sumarle que el petróleo ha caído a cerca de 39 dólares por barril la semana, y no se vislumbran buenos vientos en este ámbito). A la par, y siento ser un pájaro de mal agüero, no sería extraño que este comportamiento se hiciese costumbre a partir del mes de agosto. Y, frente a todo ello, esgrimirán la seguridad de la ANC y la democracia protagónica para llevar adelante sus abusos.

Ahora bien, cuando aquella obscenidad sea consumada, y comience a funcionar —porque lo hará a pesar de que llegaran a ella gracias a una escaza participación y por ello una exigua legitimidad— ¿Qué pasará con el resto del país? ¿Qué pasará con quienes no queremos ANC? ¿Qué pasará con aquellos, que no apoyaron esta locura? ¿Desaparecernos? ¿Está de verdad dispuesto el Madurismo a seguir el ejemplo de la canción de Shakira y volverse sordo, ciego y mudo al clamor de la gran mayoría venezolana, que sin importar los colores no está dispuesta a apoyar aquella locura? Si la respuesta a todas estas interrogante es afirmativa, es imperativo plantearse otras interrogantes. Preguntas que nos llevarían a un escenario que, cuando menos, es kafkiano, inverosímil.

¿Cuál es el eventual escenario? Se estarán preguntando; la respuesta es sencilla: nos encontraremos, ya de iure y facto, con dos Venezuela en una. Por un lado, estará la Venezuela que aun cree en la democracia y reconoce las instituciones actuales, y por otro, aquella pantomima impulsada por el gobierno. Terminaremos con 2 de cada, y cada una señalándole a la otra, gritándole: “yo no te reconozco”.

Ahora bien, surge la gran pregunta en este caso es ¿Dejaremos que esta situación se concrete? Y de ser así ¿Hasta donde están dispuestos a llegar los maduristas en su aventura? ¿Hasta qué punto harán gimnasia mental y escucharan lo que les conviene? Si las respuestas a esta preguntas no son favorables mucho me temo que el resto del año y lo que está por venir será poco halagüeño.  

¿Qué nos queda por hacer? Persistir en nuestra lucha, apoyar las propuestas de los liderazgos y mantenernos fieles a nuestros principios. Nos queda por hacer todo lo posible para que este horror se revierta, y en caso de no ser posible, tratar de frenarlo a través de sus propias reglas. Por ejemplo, si el endriago de Constitución que desean parir cobra forma y es sometido a consulta popular, pues llamar a todos el mundo a votar contra ella, no importa si tenemos que sacar a los votante debajo de las piedras y cargarlos hasta el centro de votación.

Debemos persistir en nuestra lucha, porque es por el bien del futuro, por la Democracia y las nuevas generaciones. Hay que ponerle un coto al cinismo que caracteriza a esta tiranía.

 
Omar Villalba

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