Por Roberto Patiño
Vivimos una crisis de enormes
proporciones que afecta a los venezolanos en todas las instancias de su vida.
Que se manifiesta en emergencias de alimentación, salud, seguridad, educación,
entre muchas. La naturaleza del gobierno se ha mostrado en toda su expresión
dictatorial y empobrecedora. Con un modelo que fomenta y aprovecha la crisis
para continuar en el poder, a pesar del rechazo mayoritario y su impacto
destructivo en las condiciones de vida de los venezolanos.
El megafraude de las
elecciones regionales ha mostrado con claridad cómo el régimen ha comprometido
el sistema electoral. El CNE es un órgano parcializado. Los comicios se
realizan en medio de condiciones injustas y los actores políticos que no son
afines al régimen son perseguidos y criminalizados desde el Estado. Los
resultados del sufragio, en las actuales condiciones, no responden a la
voluntad de la mayoría.
Esto forma parte de un proceso
de afianzamiento del modelo dictatorial que impone el gobierno. Proceso que se
agudiza en este año a partir de las sentencias del TSJ que pretendían usurpar
las funciones de la Asamblea Nacional y que generaron las manifestaciones,
entre los meses de abril y agosto, brutalmente reprimidas por fuerzas
policiales y grupos paramilitares. Otra etapa de este proceso ha sido la
instauración, forzada y fraudulenta, de la Asamblea Constituye. Un poder
ilegitimo que se ha atribuido capacidades supraconstitucionales como la
imposición a gobernadores electos de juramentarse ante ella o decisiones sobre
eventos electorales, como el anuncio de elecciones municipales en diciembre.
El 2017 se ha caracterizado
por esta difícil y compleja realidad, en la que se han cuestionado las
expectativas de los venezolanos para el logro de cambios y transformaciones. Se
plantea una profunda reflexión tanto al liderazgo político opositor como a los
diversos sectores de la sociedad: ¿Cuáles pueden ser las formas de
participación política en un contexto en el que las habituales o conocidas han
sido violentadas por el régimen?
Creemos que es fundamental
lograr el involucramiento activo de las diversas fuerzas sociales en el proceso
político, pero no limitado a la participación en eventos electorales o
movilizaciones multitudinarias. Deben proponerse nuevos espacios y nuevas vías
que sumen otros objetivos a los del cambio de régimen. Nos parece prioritario
trabajar los temas de organización, empoderamiento, solidaridad y convivencia,
a partir de la atención a emergencias como los de la alimentación, violencia,
salud y educación, por ejemplo. Y así, lograr la articulación efectiva de
comunidades, organizaciones y liderazgos para generar una base de organización
social cuyas exigencias y necesidades cuestionen al régimen y sus políticas.
Movimientos y liderazgos
locales son perseguidos por instituciones del Estado o grupos afectos al
gobierno, impidiéndoles realizar actividades de interés público o negándoles el
acceso a barrios o sectores populares, evidenciando el peligro que significa
para el orden dictatorial una colectividad organizada y comprometida fuera de
la agenda oficial. Esto debe ser registrado por el liderazgo político no desde
el oportunismo y la inmediatez sino desde el reconocimiento de otras
posibilidades de organización y la consideración de nuevos objetivos políticos.
El modelo dictatorial exige
aceptación y lealtad, condicionando mínimos beneficios sociales a través del
chantaje, el hostigamiento, la represión y la violencia. En contraposición, la
alternativa democrática debe representar la posibilidad real de mejores
condiciones de vida y superación, a través de la participación inclusiva en la
solución de problemas comunes y el establecimiento de relaciones convivenciales
de reconocimiento, respeto y solidaridad. Participación y relaciones y que sean
asumidas e internalizadas por la gente y se materialicen en cambios en la
realidad inmediata.
Nos encontramos en un momento
en el que debe producirse una nueva narrativa en la que lo social y lo político
funcionen en conjunto y se alimenten. La solidaridad y la convivencia pueden
ser la base para la organización de las personas en la construcción de
soluciones a los graves problemas de la crisis. Pero también pueden ser los
elementos fundamentales de un programa político y democrático que pueda
cuestionar y superar, efectivamente, a la dictadura.
robertopatino.com
07-11-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico