Por Piero Trepiccione
Es increíble cómo
los venezolanos cada día quieren visualizar el futuro próximo.
La cotidianidad se ha vuelto tan compleja e insostenible que la gente anhela
saber qué es lo que va a pasar en el país. Muchos, para decidir si se van
o se quedan, otros, para tener algún tipo de esperanza que indique
que esto pasará pronto. Inclusive, una amiga se atrevió a regalarme
una bola de cristal para que combinara la proyección de
escenarios desde la ciencia política con las artes adivinatorias
y producir en consecuencia, respuestas.
Lamentablemente, en esto de
la política, las variables suelen ser muchas y de comportamientos
inexplicables, como para “vaticinar” en el corto plazo eventos claros y
contundentes. Por ello, es más fácil describir fenómenos para intentar tener
una aproximación lógica que nos permita ver potenciales escenarios.
La situación venezolana nos
refleja que estamos al final de un ciclo político. Como lo hemos descrito en
otras oportunidades, la marca política “revolución bolivariana” ha decaído
sobremanera en el imaginario colectivo. Tal como nos lo indica el
reconocido historiador larense Reinaldo Rojas, en 1998 la figura
del militar salvador de la patria y vengador anónimo ocupaba gran
parte del imaginario colectivo del venezolano. Hoy en día, ha habido un cambio
de 180 grados. Nuestra población anhela un héroe civil, empresarial y
productivo que nos saque de la crisis. En las encuestas en un momento dado
figuró el empresario Lorenzo Mendoza, que al final de cuentas, no aceptó
postularse. Pero lo importante del asunto es que la figura de un civil está
presente con fuerza en el pensamiento popular. La cruda verdad para
el Gobierno es que sus niveles de aceptación rondan el veinte por
ciento de la población y siguen cayendo.
Otro elemento clave para la
descripción de la Venezuela actual es el fenómeno hiperinflacionario.
Otro elemento clave para la
descripción de la Venezuela actual es el fenómeno
hiperinflacionario. Las secuelas que está dejando en
la población son abismales. Los indicadores sociales y económicos dan
cuenta de una sociedad arrasada. Este fenómeno está transversalizando
la política nacional y crea fisuras importantes en la capacidad de
respuesta del Estado. La recomposición política puede ser inequívoca si
quienes están en el poder y en el liderazgo político opositor no
interpretan y se alinean con las verdaderas necesidades populares. Existe
una ruptura entre realidad y liderazgo, entre realidad y Gobierno y más dura
aún, una ruptura entre la sociedad y la superestructura lo cual ha generado las
condiciones objetivas para que un vendaval arrase con el estatus quo.
Otra circunstancia, no menos
delicada es que el Gobierno no está actuando para contener la hiperinflación ni
la crisis económica. Todo lo contrario. Luce paralizado y rebasado por la
magnitud de la crisis. Nunca antes el concepto de “ceguera situacional”
esbozado por Carlos Matus, había tenido tanta aplicabilidad como ahora.
Desde el Gobierno, se apuesta más a la defensa ideológica del modelo
que a la necesidad de cambios en la economía.
El presidente Maduro y
su equipo de Gobierno no han querido modificar su esquema de actuación en
materia de políticas públicas. En este momento, sin duda, van a contravía
de la realidad y los hechos. Cada día se aíslan más, aunque conserven el poder
político y el control. “Tanto va al cántaro el agua hasta que lo rompe”.
Pareciera ser la máxima universal que nos refleja la bola de cristal (aunque
más que ella, la fuerza de los acontecimientos) que pudiera suceder en fechas
cercanas sino se actúa de acuerdo a la sindéresis y una visión estadista. El tiempo
esta actuando en contra del fanatismo ideológico.
08-07-18
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