Editorial Revista SIC
Invitamos a ver la situación
del país a través de la emigración, que es la mayor novedad de estos últimos
años y que está afectando muy profundamente a Venezuela. Me refiero a la emigración
masiva, sobre todo al sur de América y a España. Se calculan cinco millones.
Este éxodo tan precipitado y numeroso –y que no cesa– es una novedad absoluta
en la Venezuela moderna, que ha sido un país en buena medida de inmigrantes,
aunque con la capacidad de integrarlos de manera que aportaran su riqueza sin
romper el tejido social.
Quiénes se van, por qué y
cómo les va
Desde hace seis años comenzó
a salir gente del país. Los primeros fueron profesionales, sobre todo
profesores de universidad y médicos. En general se establecieron muy
ventajosamente respecto de lo que estaban viviendo en Venezuela. Emigraron
porque se estaban proletarizando, aunque también por salir de un ambiente
asfixiante. Pero cada vez más la emigración comenzó a ser de gente popular y
sobre todo jóvenes. La razón fue para poder vivir, y en no pocos casos curarse.
El motivo de fondo es no ver futuro, más decisivo para un joven que el
presente. Esta propensión a irse se ha convertido en una tendencia casi
compulsiva y sin ningún contrapeso, de manera que el que no se va, sobre todo
si es joven, parece una persona sin iniciativa.
Aunque sean minoría, no
pueden omitirse los casos de los que se van porque el crimen organizado los ha
amenazado de muerte o porque son perseguidos políticos y han tenido que salir
huyendo para evitar la tortura o la muerte. Ambos casos revelan algo tétrico
del país: que estamos en manos del hampa que actúa impunemente y de los órganos
represivos del Estado que actúan con más discrecionalidad aún y sin tener en
cuenta la justicia.
Conforme los países
receptores se van saturando, la posibilidad de encontrar algo estable
disminuye. Y ahora mismo las condiciones para la mayoría son más duras que lo
que estaban viviendo en Venezuela, aunque lo que ganan tiene más poder
adquisitivo que en nuestro país. Por eso, ya se empiezan a sentir las remesas,
y eso que todavía la mayoría no se ha establecido y está en trabajos que juzga
provisionales por no ser los que corresponden a su preparación. Se espera que
dentro de muy pocos años estas remesas lleguen a constituir un porcentaje muy
considerable de los haberes de las familias. El que, viviendo en condiciones
muy duras, envíen algo a sus familiares indica su solidaridad y es un modo de
mostrarles que merecía la pena el sacrificio.
Razón de fondo de la
emigración y efecto en la economía y en el Gobierno
Como en el país disminuyen
los puestos de trabajo productivos porque cada vez se produce menos, porque el
Gobierno desestimula la producción con sus medidas de control –que parten del
resentimiento respecto de los productores privados–, porque él es incapaz de
producir, y las más de quinientas empresas robadas o no funcionan o funcionan a
pérdida, esta masa monetaria de divisas procedente de los emigrados, tiene dos
efectos contrarios: por un lado ayuda a que muchas familias no se mueran de
hambre e incluso puedan parapetarse; pero por otra contribuye a que los
productos se encarezcan porque cada vez hay más masa monetaria y menos
productos, porque el Gobierno apenas dispone de divisas para importar. La culpa
del incremento de la masa monetaria la tiene el Gobierno, que aumenta los
sueldos para paliar la inflación, sin aceptar que esta se da porque no hay
productos y no los hay ni puede haberlos porque él desestimula la producción,
en vez de estimularla como es su obligación.
Ahora bien, también tenemos
que aceptar que la salida de tantos técnicos y más en general de profesionales,
muchos de ellos muy capacitados, está afectando severamente la oferta en el
país de bienes y servicios. Ya hemos dicho que la disminución de bienes depende
sobre todo de la política errada y en el fondo resentida del Gobierno, aunque
la caída en picado de la producción petrolera sí se debe a la gerencia
desastrosa de este, que ha provocado la huida de tantos técnicos petroleros.
Pero la caída de la calidad de los servicios sí se debe a la salida de tantos
profesionales, sobre todo de la medicina y de la educación, pero también de las
empresas de servicios del Gobierno, por ejemplo, de electricidad o de agua. En
estos casos se debe a la pésima gerencia y a los salarios miserables. En este
sentido la nueva tabla salarial ha desestimulado a los profesionales. Por
ejemplo, si un director de un plantel educativo apenas gana más que los demás
¿quién se va a sentir estimulado a asumir esa responsabilidad? Así pues, el
Gobierno sigue estimulando la emigración al seguir expulsando gente del mercado
de trabajo al no tener en cuenta la meritocracia.
Con lo dicho aparece claro
que el Gobierno es el culpable de que la emigración siga incrementándose. Pero,
al parecer, no le importa porque no le importa la suerte de los ciudadanos. Y
además con la salida de tantos tiene menos bocas que necesitan alimentos y
menos potenciales opositores y puede atender mejor a su clientela que, con la
salida de tanta gente popular, es relativamente menor cada año.
Así pues, la emigración
afecta muy negativamente a la economía y, consiguientemente, a la vida de la
colectividad, pero favorece al Gobierno.
¿Insolidarios?
Es muy difícil juzgar de
insolidarios a los que se marchan. Claro que en abstracto se puede alegar que
en el país hay recursos y que hay que dar la pelea aquí y que irse es ponérsela
más difícil a quienes se quedan y contribuir a que se perpetúe el régimen y se
siga destruyendo el país.
Esto es verdad y tiene
sentido que se proponga públicamente de manera que esté en el horizonte de la
gente el quedarse y sea una posibilidad alternativa.
Pero también tenemos que
considerar que muchos jóvenes se sienten desesperanzados, sin futuro y por
tanto que no le ven ningún sentido a vivir así. Y hay que reconocer también que
nadie les propone una alternativa. Otros muchos no tienen literalmente dónde
caerse muertos y no ven que esto se vaya a arreglar. Para ellos es cuestión de
vida o muerte. Y otros tienen que irse para no morirse porque necesitan
medicarse regularmente, y aquí no pueden.
Familias rotas o al menos
separadas
Las más afectadas por la
emigración son las familias, tanto los familiares que se quedan, como los que
emigran, que se sienten unidos a sus familias y que, como ellas, sienten que
les falta algo muy entrañable y querido y que les cuesta vivir sin ellos.
Esto puede parecer
paradójico porque la familia venezolana está aquejada por muchos problemas
estructurales. Pero, aunque así sea, la mayoría del pueblo venezolano vive muy
apegado a su familia y no se resigna a vivir sin ella. Por eso muchas familias
están en permanente contacto porque necesitan saber unos de otros y escucharse
y, a poder ser, verse. Los que se quedan sienten la preocupación de cómo les
irá, y los que se han ido, la responsabilidad de contribuir para hacer ver
cuánto les interesan. Hay personas mayores que se quedan solas porque se han
ido los de las generaciones siguientes. Otras veces se van los padres y dejan a
sus hijos con la abuela. Otras, es la misma pareja la que se encuentra partida
y sufren.
La emigración, oportunidad
para superarse
Así pues, la emigración es
una fuente muy grande de sufrimientos. También porque, aunque consideren que el
país está vuelto un desastre, la mayoría ama a Venezuela y se siente apegada a
muchas cosas concretas que echa de menos y le duele estar fuera, aunque sabe
que no puede vivir dentro.
Sin embargo, para la mayoría
la emigración también es una oportunidad para sacar lo mejor de sí y una fuente
de aprendizaje. La mayoría de los venezolanos tendemos a afrontar las
dificultades, cuando las hemos elegido, de modo proactivo. En general los
emigrantes son bien vistos en los países donde van, son bien considerados por
los que los emplean y en el lugar donde viven. Eso, a pesar de que el flujo tan
intensísimo se ve como una competencia desleal por parte de quienes en esos
países están en peores condiciones y de quienes luchan por la justicia social.
Hay que decir que muchos emigrantes
se superan a sí mismos. La mayoría, sobre todo a nivel popular, se mezcla y
vive el presente con intensidad y la nueva experiencia los cualifica y
humaniza.
Fuente: Editorial Revista
SIC – Fundación Centro Gumilla de la Compañía de Jesús en Venezuela
05-03-19
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