Por Indira Rojas
Han pasado más de 100 horas
sin energía eléctrica continua en Venezuela. El servicio de agua también está
paralizado. Se raciona lo poco que queda en los tanques de los edificios. La
gente recurre a pozos, tomas ilegales y hasta fuentes de parques públicos. Este
lunes 11 de marzo, habitantes de la parroquia caraqueña de San Agustín, en el
municipio Libertador, recogían agua del Guaire, el río de aguas no tratadas que
parte la ciudad en dos. El afluente es el destino de las aguas residuales de la
capital. En su desesperación, la gente busca abastecerse donde sea.
El acceso suficiente y
continuo al agua potable es un derecho humano esencial, según la Organización
de las Naciones Unidas. “Suficiente” implica entre 50 y 100 litros de agua
diarios por persona. Desde 2014, el Estado suministra el servicio de forma racionada en
el país. La investigación de Prodavinci “Vivir
sin agua” determinó que al menos 9,78 millones de personas vivieron bajo
racionamiento formal de agua corriente entre 2016 y 2017. El suministro
promedio fue de 48 horas semanales. Los sistemas no recibían mantenimiento y
las obras no eran concluidas.
Sin embargo, lo que ocurre
en este año 2019 no tiene parangón, especialmente en la capital. “Es
definitivamente inédito”, afirma el ingeniero civil José María de Viana.
“Tenemos los centros poblados más importantes del país con cero suministro de
agua durante más de cuatro días. No entra a Caracas ni una sola gota de agua
nueva desde el jueves 7 de marzo. Es una situación que debe atenderse con
prontitud”.
De Viana estudió ingeniería
civil en la Universidad Católica Andrés Bello. Fue director de Planificación de
Recursos Hidráulicos del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales
Renovables (Marnr) entre 1981 y 1983, y presidente de Hidrocapital por siete
años (1992-1999).
“Vengo de hacer un recorrido
por Caracas y estoy mucho más preocupado que ayer”, dice. “En los momentos más
difíciles se ha reducido el envío de agua, pero jamás hemos tenido una
situación en la que los tubos estén secos tanto tiempo. La situación de
Guarenas y Guatire no está mejor. Tampoco la situación en los Valles del Tuy
(poblaciones del estado Miranda). Por supuesto, en los altos mirandinos ni
hablar, y no me imagino qué está pasando en Vargas y en otros estados porque
estamos en una situación conflictiva muy seria”.
—¿Cómo afecta la caída del
servicio eléctrico la distribución del agua?
—Primero se debe entender
que hay una serie de ciudades venezolanas que reciben agua por bombeo. No
estamos hablando de los sistemas de bombeo de las casas, o de los edificios,
sino de los sistemas que extraen agua en el proceso de producción. El 10% de la
energía que se genera en Venezuela se consume para llevar agua a las ciudades.
En el caso de Caracas, estamos hablando de los sistemas Tuy I, Tuy II y Tuy
III. Estos son los que traen agua desde el embalse de Camatagua y desde los
embalses que tenemos en la cuenca del río Tuy, donde el más importante es
Taguaza. Desde que se fue la luz, esos sistemas no han sido conectados
nuevamente por una razón: porque son grandes consumidores de electricidad. Por
la misma razón no está conectado el metro, por ejemplo. Entonces, si bien es
verdad que en algunas ciudades se ha visto suministro de energía durante algún
tiempo, de forma intermitente y de forma dispersa, los sistemas grandes no han
recibido electricidad. El Sistema Tuy en Caracas demanda 600 megavatios de potencia.
En el resto de los sistemas se distribuyen en total otros 400 megavatios, que
están repartidos. En el Regional del Centro la cantidad es importante, en el
Zulia también. El sistema que abastece a Caracas debe bombear agua hacia
arriba. No se ha conectado desde el jueves porque hasta que no tenga disponible
esa carga completa, los 600 megavatios, no se puede arrancar el sistema. Lo
mismo ocurre con el envío de agua a la ciudad de Maracaibo, en el Zulia; o con
el Sistema Regional del Centro. A pesar de que nosotros hemos visto ir y venir
la luz, especialmente aquí en Caracas, en los sistemas de producción de agua
eso no ha ocurrido aún. Han dejado de entrar a la capital 15.000 litros por
segundo de agua. Tuy I proporciona 2000 litros por segundo, Tuy II da 3000
litros por segundo y Tuy III otros 10.000 litros por segundo. En Caracas, la
gente bajó a buscar el agua. Vio que no había agua más abajo. ¿Y qué hicieron?
Se fueron al río Guaire. Está claro que la gente tiene capacidad para saber que
esa agua está contaminada, que tiene un color y un olor inaceptable. A la vista
es agua sucia ¿Qué significa que unos venezolanos usen agua contaminada? Han
buscado en otras fuentes antes de llegar allí. El nivel de desesperación es tal
que, para ellos, no hay nada mejor que eso que sea accesible.
—¿Cuáles son los planes o la
infraestructura de contingencia que idealmente deberían activarse en estos
casos, al menos en la capital?
—El sistema fue diseñado
para que esto que nos está pasando no ocurra nunca. ¿Y cómo es eso de que no
pase nunca si ya pasó? Bueno, pasó porque tuvimos un accidente en el sistema
hidroeléctrico. Anteriormente hemos tenido accidentes en la fase de
interconexión. Entonces, la capacidad local de generación eléctrica sustituía
parcialmente el suministro hidroeléctrico, y las ciudades comenzaban a tener
una distribución medianamente regular mientras el sistema grande se reparaba.
Es decir, los sistemas se separaban.
En Caracas, desde los
años 50, cuando se puso en funcionamiento el Tuy I, jamás ha dejado de entrar
agua por un periodo de tiempo tan prolongado. Es decir, jamás desde que los
sistemas Tuy empezaron a funcionar pasaron fuera de servicio cuatro días
seguidos. Venezuela era un país con criterios de ingeniería del primer mundo.
Por lo tanto, estos sistemas estaban hechos para resistir y para superar
accidentes como el que pasamos. Pero no estábamos preparados (…). Las cosas que
estaban mal, en vez de enfrentarlas y repararlas, se escondían. Y cuando
ocurren las cosas más terribles, como la que estamos viviendo, encuentras qué
tan verdad era todo lo que se decía. Ahora debemos pensar en cómo salimos de
esto con el menor daño posible. Luego, veremos cómo nos blindamos. La memoria
de este evento va a durar por generaciones.
—Entonces, ¿los sistemas de
envío y distribución del agua no tienen forma de operar sin electricidad, un
plan B?
—Es así. Si no hay
electricidad no hay agua. Eso no ha cambiado desde la inauguración del Tuy I,
en 1953.
José María de Viana
retratado por Daniel Loaiza
—¿Qué se puede esperar del
servicio de agua en los próximos días? ¿Cuál es el pronóstico?
—Esto no se soluciona con
camiones cisterna, tobitos de agua, o repartiendo bidones, porque los volúmenes
de agua que están dejando de entrar a la ciudad son gigantescos. Las soluciones
paliativas no funcionan. Hay que meter agua otra vez por las tuberías. Esta es
la primera fase, la falta de agua blanca. Pero hay otra, y es que cuando las
cloacas se secan la fauna que está dentro de las tuberías sale a la superficie.
Viven dentro de las cloacas de la ciudad, que son muy largas. En Caracas son
cerca 2.000 kilómetros de tuberías. Eso quiere decir que hay una población
enorme de roedores e insectos que salen a buscar su comida afuera. También es
fundamental que las excretas humanas sean dispuestas en las cloacas. Y eso
requiere un volumen mínimo de agua, aunque no sea de muy buena calidad. Quizá
100 litros por vivienda. Cuando eso no ocurre, la pieza sanitaria se convierte
también en un centro de contaminación.
Esto es un problema de la
salud pública y debe ser tomado muy en serio. La situación termina de
configurar un abanico de problemas de emergencia humanitaria de dimensiones
considerables, porque afecta a millones de personas. No estamos hablando solo
de los barrios humildes de la ciudades venezolanas. Estamos hablando de algo
que está afectando a toda la población. Acabar la sequía absoluta es
prioritario. No importa que no puedan arrancar todos los sistemas, o que
podamos arrancarlos parcialmente, pero es fundamental que los sistemas de
transporte de agua de las grandes ciudades se reinicien lo antes posible. El problema
sanitario se puede unir con un problema de desorden público y las dos cosas
juntas son difíciles de intervenir. Si el problema del agua no se atiende, el
eléctrico será pequeño frente a las dimensiones de un problema de falta agua.
Me duele mucho decir esto. El tema eléctrico es importante, pero las ciudades
sin agua se convierten en algo muy difícil. Después de que salgamos de esta
calamidad, de esta tragedia en las que estamos metidos, nosotros tenemos que
poner las cosas a funcionar para que esta situación tan grave no la vuelva a
conocer el país.
12-03-19
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