Por Roberto Patiño
La quema de camiones
cargados con ayuda humanitaria y la brutal represión que ha causado asesinatos
y heridos en las fronteras con Colombia y Brasil este 23 de febrero, señala sin
dudas el camino de violencia y destrucción que el régimen ha tomado para
impedir la salida a la tragedia del país. Pero la emergencia no se detiene
y hemos respondido con temple y voluntad. La convicción de cambio y
transformación ya no puede ser detenida.
En Ureña, a pesar de los
embates más cruentos de la represión, vivimos la jornada con enorme y renovada
esperanza. Fuimos arropados por la entereza y el compromiso de los voluntarios
con los que intentamos lograr la apertura del canal humanitario durante los
episodios más violentos. Vi a cientos de voluntarios venidos de distintas
partes del país –médicos, enfermeras, uniformados y civiles– organizados y
articulados, luchando por el cambio.
La gente en las calles nos
abrió las puertas de sus casas, nos dio agua y salió con nosotros a apoyarnos
en el objetivo compartido de traer alimentos y medicinas para enfrentar la
emergencia. En ningún momento vimos a nadie flaquear o rendirse. Fue evidente y
decisivo el respaldo popular y la negativa a doblegarse ante la opresión y el
miedo.
De igual manera, se sumaron
soldados y efectivos policiales al proceso de vuelta a la democracia. Recibimos
mensajes y vimos la actitud de desacuerdo de los soldados apostados en la
frontera. Fuimos testigos de su paso hacia los grupos de voluntarios
Es cada vez más efectivo y
contundente nuestro llamado a sumarse al cambio y la construcción de una nueva
Venezuela. El aislamiento del régimen fue evidente, al constatar el reducido
número de los grupos violentos y represivos. El uso de paramilitares y reos
señala el quiebre del sistema de chantaje y amenaza que el régimen ejerce sobre
la fuerza armada y los cuerpos policiales.
La red Voluntarios por
Venezuela se mantiene movilizada. Médicos pertenecientes a la red están
prestando atención a heridos y afectados por la represión en distintos puntos
de la frontera, en las condiciones más extremas. De igual forma continúan
laborando las organizaciones sumadas a la red, a pesar de las dificultades y
amenazas. Nuestra lucha no puede detenerse, porque nuestros esfuerzos están
dirigidos a darle atención inmediata a los miles de niños, madres, y enfermos
más vulnerables, para quienes son vitales los suplementos nutricionales y los
medicamentos que van a acceder al país por la ayuda internacional.
La energía de cambio ante la
tragedia y el colapso ya no puede ser detenida por la dictadura. Esta
convicción no solo se mantiene, se reafirma y sigue creciendo luego del 23 de
febrero. Por el contrario, Nicolás Maduro le ha declarado la guerra a la
solidaridad y la convivencia. Su régimen no puede ser considerado ya como un
gobierno deslegitimado sino como una banda criminal y desesperada que tiene
secuestrada al país. Ha demostrado la imposibilidad de cualquier salida a la
crisis con su permanencia en el poder.
Para los Voluntarios por
Venezuela, la emergencia continúa. La convicción de abrir un canal humanitario
se mantiene y se crece
Nuestra responsabilidad es
continuar produciendo el cambio desde el encuentro, el trabajo y los valores
civiles. Y esa responsabilidad la hemos asumido junto con el resto de los
venezolanos de manera irreversible y total.
Coordinador de Movimiento Mi
Convive y Alimenta La Solidaridad
robertopatino.com
01-03-19
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