San Josemaría 13 de noviembre de 2021
@sJosemaria
¡Qué
hermosa es la santa pureza! Pero no es santa, ni agradable a Dios, si la separamos
de la caridad. La caridad es la semilla que crecerá y dará frutos sabrosísimos
con el riego, que es la pureza. Sin caridad, la pureza es infecunda, y sus
aguas estériles convierten las almas en un lodazal, en una charca inmunda, de
donde salen vaharadas de soberbia. (Camino, 119)
Ciertamente, la caridad teologal se nos muestra como la virtud más alta; pero la castidad resulta el medio sine qua non, una condición imprescindible para lograr ese diálogo íntimo con Dios; y cuando no se guarda, si no se lucha, se acaba ciego; no se ve nada, porque el hombre animal no puede percibir las cosas que son del Espíritu de Dios.
Nosotros
queremos mirar con ojos limpios, animados por la predicación del Maestro: bienaventurados
los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios. La Iglesia ha
presentado siempre estas palabras como una invitación a la castidad. Guardan
un corazón sano, escribe San Juan Crisóstomo, los que poseen una
conciencia completamente limpia o los que aman la castidad. Ninguna virtud es tan
necesaria como ésta para ver a Dios. (Amigos de Dios, 175)
Tomado
de: https://opusdei.org/es-ve/dailytext/queremos-mirar-con-ojos-limpios/
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