Humberto García Larralde 08 de julio de 2024
Los
atropellos y acciones disparatadas a que ha llegado el chavo-madurismo para
eludir el mandato popular de dejar el poder, se pierden de vista. Luego de
pactar en Barbados la realización de elecciones libres –asumidas por ellos como
simple formalidad en aras de lavarse la cara, no como apego a la alternabilidad
democrática–, desatan una ristra de desmanes en respuesta a la abrumadora victoria
de María Corina Machado en la primaria del 22-10 y al entusiasmo que, a partir
de entonces, no ha dejado de crecer en torno a la inevitabilidad del triunfo
democrático.
El estúpido dictamen del tsj (¡no merece mayúsculas!) de que esa primaria «no existió» (¿?), fue seguido por la inhabilitación de MCM, la imposibilidad de inscribir como candidata a Corina Yoris y la miserable retaliación, con todo el poder del Estado, a vendedoras de empanadas, canoeros, hoteleros y otros venezolanos humildes—por haber prestado sus servicios a María Corina y a su equipo en sus giras por el interior.
Si
bien no se han atrevido –hasta ahora– a invalidar la candidatura de Edmundo
González Urrutia, han buscado invisibilizarla en los medios formales con el más
descarado ventajismo oficial. A él y a MCM le prohíben viajar en avión para
llegar a localidades remotas, cierran puentes y caminos, y hasta llegan –¡desde
el Estado venezolano!— a cortar la luz durante sus mítines y a destruir
carreteras para interrumpir su paso, perjudicando a los moradores de la
localidad.
A ello
se añade el secuestro, por parte de órganos represivos del Estado, de
activistas del movimiento democrático, la inhabilitación de alcaldes que
manifiestan su apoyo al cambio, la detención y acoso de periodistas, y la
negativa a darle salvoconducto a los líderes democráticos asilados en la
embajada de Argentina.
Más
bien, Jorge, El Furibundo, denuncia que, desde esa embajada, se planifican
acciones de violencia para el día de las elecciones. ¿Anticipo de un posible
allanamiento, violando la Convención de Viena? Y, junto a su hermana, Delcy y
sin sentido alguno del ridículo, denuncian intentos de sabotear el Puente de
Angostura para causar zozobra el 28-7. A ello se añade el intento del
presidente del CNE, Elvis Amoroso de culpabilizar a los dos candidatos
opositores que no firmaron el acuerdo electoral propuesto por Maduro –Edmundo
González Urrutia y Enrique Márquez– de irrespetar la constitución (¡!). Quien
no respeta la Carta Magna, sobre todo en lo que respecta a los procedimientos
democráticos y se ve obligado a proponer un acuerdo sobre reconocimiento de
resultados es otro, a quien ya nadie le cree. Algo se estará tramando.
A
propósito, no puede dejarse por fuera, en el medio de esta razzia represiva, la
cómica oferta hecha a inversionistas de los Estados Unidos desde las
instalaciones de Petroboscán que maneja Chevron:
«Me
llamo Nicolás Maduro Moros, soy presidente de la República Bolivariana de
Venezuela, hombre de palabra, hombre confiable (negritas mías,
HGL). Bienvenida su inversión en Venezuela para que trabajemos por otra
relación EE.UU. – Venezuela. El petróleo venezolano de calidad, especial para
las refinerías de EE.UU. está aquí, vamos a producirlo juntos, vamos a
exportarlo.»
Quienes
conocen de cerca la «confianza» y la «palabra» de Maduro son ellos. Han sido
confiscados pasando por encima de la ley, desconocidos sus contratos y sufrido
el impago de sus acreencias. El que destruyó a Pdvsa y es responsable de que
Venezuela pueda perder a Citgo, apoyando las expropiaciones arbitrarias de Chávez
y poniéndola como aval al renegociar los bonos 2020, no es, precisamente, el
mejor embajador para atraer inversiones extranjeras. ¡Ni garante de elecciones
limpias!
Recordemos,
además, que siguen presos Javier Tarazona (lleva tres años), Rocío San Miguel
(6 meses) y otros 280 presos políticos, más de la mitad de los cuales son
militares.
Obviamente,
lo que existe en Venezuela no es una «contienda electoral» en el sentido
estricto del término. Nadie duda hacia donde apunta la voluntad popular,
incluidos Maduro y sus cómplices. Por eso es que desatan los atropellos antes
referidos. Al lanzarlo como candidato a la reelección, se sinceraron en que no
está en juego ganarse la voluntad mayoritaria en las elecciones del 28-7. Peor
candidato imposible, habrían escogido a otro. Repudiado por más del 80% de la
población.
El
propio Terminator, destructor de uno de los países más prometedores
de la región, arruinando a sus mayorías y obligando a más de la cuarta parte de
su población a emigrar en busca de mejores condiciones de vida. Los
analistas suelen señalar que la magnitud del descalabro sufrido por Venezuela
bajo Maduro solo es asimilable a la de países que han sufrido terribles
guerras. Pasan por alto el hecho de que eso es, precisamente, lo que
Maduro ha provocado, una guerra, pero contra la población venezolana, en nombre
de su «revolución».
La
única forma de que Maduro se imponga es a través de una cadena de trampas,
atropellos y engaños para confiscar la voluntad popular. En última instancia,
podría inhabilitar a Edmundo González Urrutia, arrebatar por la fuerza el
resultado electoral, o suspender los comicios, alegando razones de seguridad de
Estado. Pero para cometer un fraude tan descarado requiere del apoyo de quienes
manejan las armas. Y en eso, bajo tutelaje cubano, Maduro se ha venido
preparando por años, alimentando la lealtad de una cúpula militar a la que se
le ha concedido patente de corso para ampliar su poder, influencia y pecunio.
Y esa
cúpula corrupta viene actuando de manera cada vez más abierta para mantener sus
privilegios. Al lado del Padrino quien, con golpes de pecho antiimperialistas y
pleitesías hacia Putin (el imperialista) jura su lealtad al chavo-madurismo –no
a la patria–, se asoma el Jefe del Ceofanb, Domingo Hernández Lárez, para
circular personalmente un video trucado que proyecta a MC como enemiga de la
FAN.
Están
las habituales acusaciones de Remigio Ceballos a la oposición, por cuánto
fracaso oficial requiere adjudicación de culpabilidad. Y no pueden dejar de
denunciarse los responsables de instrumentar el terrorismo de Estado contra
civiles y militares: Iván Hernández Dalá, jefe de la Dgcim, y Gustavo González
López, al frente del Sebin. Auxiliados en sus labores de tortura, secuestro y
amedrentamiento, eso sí, por el civil, Tarek William Saab, el Torquemada de la
«revolución». Y su agresividad se exacerba por saber que difícilmente contarán
con la anuencia cómplice del grueso de la familia militar para continuar con
sus atropellos. También está harta de tanta privación e injusticia.
La
contienda que se presenta es entre un núcleo fascista, violento y tramposo,
desesperado ante la perspectiva de perder el poder, y un pueblo hastiado,
convencido de la imperiosidad de un cambio político como única solución al
estado de miseria e injusticia que padece. Maduro es candidato porque es el
único capaz de neutralizar los conflictos causados por las apetencias de las
diversas mafias que conforman las alianzas que sostienen a este núcleo.
Enquistadas en el Estado, están dispuestas a todo lo que esté a su alcance para
permanecer ahí. Se estiman dueños de Venezuela.
La
contienda en juego es cómo contener y/o neutralizar la intención del fascismo
de arrebatarle al pueblo su triunfo. Y la única manera de asegurar esta
victoria es acumular la fuerza y la determinación suficientes para que el Madurismo
entienda que su mejor carta es reconocer la voluntad mayoritaria y negociar su
salida en los mejores términos posibles.
A
nivel internacional se percibe una inquietud expectante, incluidos los otrora
aliados de Maduro y los inversionistas que, tan “cándidamente”, busca atraer a
Venezuela, sobre sí los suyos se atreverán a sellar su suerte con un zarpazo.
Los ojos están puestos en estas elecciones, no sólo de los “observadores
electorales”.
Y aquí
hay que sacarse el sombrero ante el coraje, arrojo y la energía desplegada por
María Corina Machado en su incansable recorrido por el país, en afianzar la
voluntad de cambio entre las mayorías, así como su capacidad por entusiasmar,
junto a la firmeza, dignidad y espíritu de compromiso exhibido por el candidato
Edmundo González Urrutia, acerca de que, con la incorporación de todos, ese
cambio vendrá.
El
esfuerzo, decisivo, por organizar a la población en la defensa del voto, con
testigos en cada mesa, centro, grupos de apoyo, enlaces, recopilación central y
acceso a medios, pondrán a prueba la «palabra» y la «confianza» que Maduro
pretende venderles a los incautos. ¿Se atreverá a otra cosa?
Humberto
García Larralde
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