Por Rocío Cazal
Especialistas en el área de
criminalística y criminología señalan que no hay naturalización de la
violencia: no se olvida, se reprime. Los medios de comunicación son importantes
para que los casos se revivan y queden en el inconsciente colectivo
En Venezuela han sonado casos
de violencia y de crímenes importantes que han conmovido a la opinión pública,
bien sea por excesos, la crueldad o la injusticia, pero, aunque crearon gran
impacto social, con el transcurrir del tiempo quedaron en el olvido.
¿A qué se debe esto?
¿Insensibilidad social? ¿Naturalización de la violencia? ¿Memoria corta?
Expertos criminalistas y criminólogos no lo ven de esa manera. Un caso que
trascendió y creó conmoción social ocurrió el pasado 16 de junio tras la muerte
de 17 personas, ocho de ellos menores de edad, en el Club Social El Paraíso,
conocido popularmente como Los Cotorros. Las redes sociales se reventaron de
comentarios llenos de indignación por tal suceso hasta que las autoridades
policiales informaron la detención de siete implicados. Después de allí el tema
no se ha tocado más.
En este caso prevaleció la
imprudencia. Aunque el suceso no es considerado como consecuencia de la
inseguridad, lo curioso es el acceso que tuvo un menor de edad a una bomba
lacrimógena y la acción de activarla luego de una riña, según se desprenden de
las investigaciones preliminares.
José Castillo, abogado
penalista con especialidad en criminalística y maestría en seguridad de la
nación, señala que no se trata de que los casos sean olvidados. "La
necesidad del ser humano es el luto y luego el olvido. Estructuramos nuestra
razón para no anclarnos". En tal sentido habla de varias aristas: "El
cerebro, por instinto de conservación, debe reprimir las experiencias
dolorosas, las cuales pueden dar origen a padecimientos de neurosis manifestada
en ira, síndrome de pánico, etcétera. Nunca se olvida, se reprime".
Castillo recalca, entonces,
que no se trata de insensibilidad social, pues no todos los casos que han
causado conmoción deben recordarse, a menos que se trate de los que han quedado
impunes, pues señala que generalmente esos son los que se mantienen en el
inconsciente colectivo, tomando en cuenta la importancia de la sociedad ante
los hechos que no han tenido castigos. "Si no te importa ni siquiera el
sufrimiento de la familia, entonces ahí sí podríamos hablar de la naturalización
de la violencia".
Foto: Ernesto García
Ante esto, recuerda algunos
casos políticos de otras épocas que aún son recordados como, por ejemplo, la
masacre de El Amparo, El Caracazo y los cuerpos apilados en La Peste en el
Cementerio General del Sur, así como el más reciente como la quema de Orlando
Figueras en una guarimba, que solo es recordado por una parte de la sociedad.
Pero más allá de estos casos,
están los llamados "crímenes comunes" que tuvieron impacto en los
medios de comunicación y, por ende, en la sociedad como, por ejemplo, la
violación y asesinato de la modelo Marisol Da Silva Vieira, de 22 años de edad,
en el Parque Nacional El Ávila, ahora Waraira Repano. El homocida resultó ser
Víctor Colmenares Luvión, quien fue sentenciado a 30 años de prisión, pero 18
años después fue arrestado sorpresivamente por tratar de ultrajar a una joven
de 24 años de edad. El 22 de mayo de 2012 fue condenado nuevamente, esta vez a
15 años de prisión en el Internado Judicial de Los Teques por violencia sexual
agravada. Después de allí, el caso del "crimen de la modelo del
Ávila" se recordó y volvió a ser historia.
Da Silva fue violada y
asesinada el 9 de febrero de 1993. El caso volvió a sonar en 2011. Foto:
cronicasdeltanato
Pero un caso que data de muchos
años más atrás, y que sale a relucir de vez en cuando, es el del secuestro y
posterior muerte de Carlos Vicente Vegas Pérez, de 13 años de edad, mejor
conocido como el "Niño Vegas". Fue todo un escándalo. Muchos no lo
recuerdan porque ocurrió en 1973, aunque se tocó en el libro del desaparecido
criminalista Fermín Mármol León 4 crímenes, 4 poderes, y luego en la
película Cangrejo, bajo la dirección de Román Chalbaud.
En el expediente policial de
este suceso, salieron los nombres de jóvenes de la alta sociedad que pudieron
haber estado involucrados: José Luis "Caramelo" Branger; Alfredo
Parilli Pietri, sobrino de la entonces primera dama, Alicia Pietri de Caldera;
el desaparecido cineasta Diego Rísquez; Gonzalo Rafael Capecci; Nicomedes Zuloaga,
Orietta Cabrices; Javier Paredes, Julio Morales, Omar El Chino Cano Lugo y
hasta el hermano mayor del niño, el escritor Federico Vegas. Los medios
difundieron cada paso del caso. Nadie pagó condena por la muerte del niño.
Para el criminólogo y
criminalista Javier Gorriño, hechos como este quedan en la mente de las
personas por la connotación y el seguimiento que le da la prensa. "En el
caso del niño Vegas Pérez descubrieron a los culpables, pero la justicia no se
dio como debía haberse dado por el tema de los poderes. Eso continúa ocurriendo
en el país: el tema de la influencia política, militar o religiosa, por
ejemplo. Cuando hay esa influencia no se procesa por la policía. Es un problema
acentuado".
Los medios y las redes
sociales reviven los casos
Otros casos que "han
quedado en el pasado" son, por ejemplo, el triple homicidio de Mamera, que
llevó Gorriño a cuestas en los años 80, en el que el entonces funcionario de la
extinta Policía Metropolitana Argenis Rafael Ledezma, catalogado por los medios
como "El monstruo de Mamera", mató a tres adolescentes por celos de
su esposa Rosa Elena Pinto, conocida como "Chena", de apenas 14 años
de edad. Los medios de comunicación se dieron banquete con este suceso y ha
sido recordado en ocasiones, no solo por la notoriedad que tuvo para esa época
sino porque de ahí también salió otra película: Macu, la mujer del
policía, de Solveig Hoogesteijn.
Otro hecho que marcó a la
sociedad venezolana fue la muerte de los hermanos Faddoul (John Bryan, Kevin y
Jason), quienes fueron secuestrados junto a su chofer Miguel Rivas en una
"alcabala policial" en Vista Alegre, en Caracas, el 23 de febrero de
2006. Sus cuerpos fueron encontrados el 4 de abril siguiente.
Por este caso fueron
condenados cuatro efectivos de la entonces Policía Metropolitana Jean Carlos
Rodríguez, Maikel Alexander Monsalve, Carlos Enrique Talavera y Francisco
Javier Gudiño, así como Lennon Gandica, además de otros 14 implicados. Este
último, señalado como el autor material de las muertes de John Bryan, Kevin y Jason,
también estuvo involucrado en el secuestro y asesinato del empresario
ítalo-venezolano Filippo Sindoni.
Gandica fue capturado el 18 de
junio de 2015, y el 15 de agosto de ese mismo año fue asfixiado en el centro
penitenciario Alayón, en el estado Aragua. Se dice que estuvo ligado a la banda
de "El Picure" y así se revivió nueve años después el doloroso caso
de los hermano Faddoul en la opinión pública.
No menos importante para la
sociedad fueron las muertes trágicas de los periodistas Ricardo Durán (VTV) y
de José Daniel Hernández (El Nuevo País). El primero fue asesinado el 19 de
enero de 2016 en la UD4 de Caricuao y por el caso fueron detenidos 14
funcionarios de Polichacao, 12 de ellos están en libertad. El segundo fue
atacado con un arma blanca en el cuello y su cuerpo fue hallado el 1 de agosto
de 2017 en la llamada "tierra de nadie" de la Universidad Central de
Venezuela. Estos dos casos aún están impunes.
Ricardo Durán fue asesinado el
19 de enero de 2016. El caso lo tiene el Tribunal Supremo de Justicia
No menos doloroso fue el caso
del asesinato al periodista Javier García, ocurrido hace 10 años, el 14 de
junio de 2008, al recibir 14 puñaladas de parte de Isaac Oberto Molleda
Zárraga, en su apartamento en las residencias Alto Alegre, ubicado en Bello
Monte. Su homicida fue sentenciado a 15 años de prisión por el delito de
homicidio intencional calificado con alevosía. El caso volvió a sonar 10 años
después de manera macabra, el 12 de marzo de 2018, cuando el hermano de Javier,
Pedro Enrique García, de profesión gastroenterólogo y profesor universitario,
fue hallado muerto en el mismo apartamento y bajos circunstancias similares,
pero esta vez por traumatismo craneal.
En el caso de Pedro Enrique,
funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y
Criminalísticas (Cicpc) identificaron al asesino como Fernando Antonio García
Gutiérrez, de 19 años de edad, pero aún no han dado con su paradero.
El abogado José Castillo
reitera y califica a la sensación de impunidad como sinónimo de desdén de
olvido y por eso manifiesta que los medios de comunicación juegan un papel muy
importante para recordar los casos, pero sabe que actualmente han venido
reduciendo su capacidad informativa.
Gorriño coincide en que no es
que exista insensibilidad de parte de la sociedad al olvidar los hechos que
causaron conmoción sino que se van centrando a través de los medios como la
prensa escrita, radio y televisión, aunque ahora la gente cree más en las redes
sociales, donde pueden resurgir los temas.
Es por esto que para Gorriño
estos sucesos se van olvidando porque siempre van surgiendo otros casos en la
cotidianidad que también van impactando en el presente, aunque puede que
algunos queden por más tiempo en el inconsciente colectivo como, por ejemplo, el
caso de "El comegente" que muchos todavía recuerdan. "Son casos
de generaciones que van quedando y hacen la historia policial de un país, pero
con el tiempo esos que ocurrieron en los años 70, 80, 90 pasan al olvido porque
no lo vivieron o no lo leyeron", precisa.
El suceso que más se recuerda
es el de los asesinatos de la exmiss Venezuela y actriz Mónica Spears,y su
esposo Thomas Henry Berry, quienes venían de viaje la noche del 6 de enero de
2014, pero se quedaron accidentados en la autopista Valencia-Puerto Cabello, a
la altura del sector El Cambur, donde miembros de una banda les robaron las
pertenencias, les quitaron la vida y dejaron herida a su pequeña hija Maya. La
banda se desarticuló y fueron condenados. Dos de ellos son menores de edad y
podrían salir en libertad en 2019. Cada año los medios recuerdan el caso para
que no quede en el olvido.
Caso "Los cotorros"
Algunos pudieran verlo como
"un accidente", pero el tema que ha surgido en la opinión pública en
el caso del Club Social El Paraíso, donde murieron 17 personas, producto de la
asfixia y estampida que ocasionó la manipulación de una bomba lacrimógena,
activó todas las alarmas de la sociedad.
Gorriño manifiesta que no es
la primera vez que ocurre situaciones como esta.
"Allí pasaron dos cosas:
no tenía las condiciones mínimas ni medidas de seguridad. Eso es algo grave que
se debió corregir y que está latente en todos los locales. Estoy seguro de que
no es el único. Lo otro es la bomba lacrimógena, que es usada para disolver
manifestaciones. ¿Cómo se tiene el acceso? Es inconcebible", recalca.
Castillo coincide con Gorriño
en el tema del acceso a este artefacto químico, lo cual es un tema de
reflexión, tomando en cuenta la proliferación y uso de las armas que hay
actualmente en el país. "La bomba lacrimógena no es considerada letal. El
efecto que se buscaría para quien la activó quizá no era la de producir esos
resultados pero hay que hacer una reflexión de cómo llegan las armas y esos
artefactos a las manos de la gente".
Lo cierto es que, para ambos
expertos, diariamente se registran sucesos, unos más relevantes que otros, y la
sociedad se conmueve, muestra indignación, utiliza mecanismos de defensa en el
presente y luego reprime los hechos, por lo que los medios de comunicación son
parte fundamental para "levantar el polvo", de manera que las
investigaciones no se queden archivadas y los casos no queden en el olvido.
09-07-18
Arrecho.
ResponderEliminarBuen artículo.