domingo, 27 de octubre de 2019

El deber de hacer distinciones. Francisco y los estudios de género, por @antoniodballaro




Antonio Ballaro 26 de octubre de 2019
@antoniodballaro

El reciente viaje del Papa Francisco en Georgia y Azerbaiyán despierta la necesidad de una clarificación conceptual de no poca importancia. En particular merece una mención específica la conferencia de prensa del vuelo de regreso, en la que Bergoglio no sólo reiteró su pensamiento sobre las colonizaciones ideológicas sino ha intentado de disipar la confusión que normalmente impregna al tema. Unas verdaderas “ensaladas” son las que solitamente se construyen y que después se aplican a los discursos del Papa, por lo que hay la urgente necesidad de llamar a la razón unos argumentos y unas razones que por un lado justifiquen y por el otro restrinjan los “miedos” invocados.

1.   Los estudios de género y las ideologías

El concepto de “teoría del gender” no es claro. Aunque con ello se hace referencia a un conjunto de creencias por las que el sexo sería rehén de una “construcción siguiente”, las dificultades de su uso permanecen. De hecho la ausencia de escuelas o grupos que apoyarían a estas creencias ideológicas no puede ser ignorada. Pero la debilidad del argumento no implica su liquidación inmediata: las corrientes ideológicas son indirectos, es decir, no revelan de manera clara e incontrovertible su naturaleza y sus fines. Reflexionemos sobre una diferencia. Los estudios de género, distintos de cualquiera ideología, siempre han conocido una diferencia sustancial entre lo que biológicamente se nos da y cuánto culturalmente obtenemos y mezclamos. Que el sexo de una persona se calcule por la biología, por tanto, sigue siendo pura evidencia. Lo que hoy discutimos se refiere a la ineludible caracterización cultural que afecta a la persona. En una palabra, el genero. El sujeto humano es una realidad compleja. Nuestra tarea es la de profundizarla. El problema real, que en cierto sentido se podría remontar a una “teoría”, es la tentación de uniformar el pensamiento actual sobre la percepción errónea de que toda la identidad humana se construye únicamente por medio de factores culturales y sociales. Frente a ello, el Papa truena. Como señaló en un tweet el padre Antonio Spadaro, Bergoglio «no tiene intención de atacar “teorías”», pero se expresa «en contra de las “ideologías” de cada signo, que “colonizan”». Lo que, en definitiva, cuenta para Francisco es la experiencia humana concreta, amenazada por cualquiera ideología que, al igual que la “dictadura”, tendría que imponer una visión dada de los hombres y las cosas.

2.   El pensamiento de Francisco: el “gender” en Amoris Laetitia

En la exhortación post-sinodal, el Papa no ha relegado el asunto a la insignificancia. Por el contrario, en repetidas ocasiones ha remachado que la rigidez no es la solución más adecuada. Se puso de esta manera: «Tampoco se puede ignorar que en la configuración del propio modo de ser, femenino o masculino, no confluyen sólo factores biológicos o genéticos, sino múltiples elementos que tienen que ver con el temperamento, la historia familiar, la cultura, las experiencias vividas, la formación recibida, las influencias de amigos, familiares y personas admiradas, y otras circunstancias concretas que exigen un esfuerzo de adaptación» (AL 286). En este aspecto, es lícito admitir el mérito que toda la discusión sobre el género ha tenido. Es un hecho evidente que las comparaciones que han animado a nuestros ambientes sobre cuestiones tan delicadas e importantes, sin duda han dado lugar a una mayor atención a las historias y experiencias personales de cada hombre y cada mujer, llamados aún más en nuestro tiempo a una realización complicada y sin embargo siempre necesaria. La eliminación de ciertos prejuicios, la superación de los tabúes existentes y la consiguiente delicadeza reservada por las situaciones humanas son aspectos que no pueden no ser considerados en su valencia ahora indispensable por la sociedad civilizada y avanzada. El Papa, fiel a una mentalidad jamás ambigua, es muy consciente de que la «rigidez» del pasado «puede impedir el desarrollo de las capacidades de cada uno» y que «en algunos lugares ciertas concepciones inadecuadas siguen condicionando la legítima libertad y mutilando el auténtico desarrollo de la identidad concreta de los hijos o de sus potencialidades» (ivi). El punto crucial se da por la creciente conciencia de que los niveles de análisis son numerosos y no se pueden reducir o silenciar. De ellos, por el contrario, sería bueno favorecer los rasgos básicos para producir una trama compleja y eficaz, finalmente digna de una realidad poliedrica y multiforme.


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