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lunes, 21 de octubre de 2019

Entre el horror y la miseria impunes por @martadelavegav



Por Marta de la Vega


Es tal la vertiginosa rapidez con la que ocurren todos los días horrores en Venezuela, que pareciera una fantasía alucinante, pura ficción o exagerada invención de mentes retorcidas y diabólicas. La realidad se impone, peor que la más escalofriante pesadilla. La indefensión de los ciudadanos es ilimitada frente a asesinatos políticos, secuestros y torturas brutales de las que no tenemos información pública pero cuyas víctimas sobreviven y no pueden contarlo, muertes por la negligencia criminal de los que dirigen la administración en instituciones del Estado en relación con el mantenimiento de infraestructura, red vial y equipamientos y en general de los bienes públicos y servicios colapsados. Son innumerables y no registradas estadísticamente las prematuras e injustificadas pérdidas de vidas humanas por desnutrición, enfermedades sin tratamientos, afecciones crónicas que podrían mantenerse bajo control y asegurar con calidad la sobrevivencia de quienes las padecen, falta de insumos médicos, escasez de medicinas, deserción escolar por hambre y falta de recursos para vestir y equipar de útiles a los alumnos o para transportarse a sus centros de estudio. La lista es interminable.

La gente no se lo cree; piensa que son exageraciones aunque no duden de la maldad y el sadismo de quienes usurpan el gobierno y dominan los aparatos de poder del Estado y las fuerzas represivas. Los ciudadanos tratan de ignorar que la corrupción destruye la posibilidad de progreso y profundiza la pobreza de los más vulnerables; o no quieren ver lo que pasa en su entorno para no aumentar el sufrimiento, inevitable; o se resignan al silencio por miedo o por comodidad.

Muchos de los que en el país, no forzosamente “enchufados” oportunistas sino empresarios decentes, aún pueden mantener holgura, trabajo y bienestar, que son sectores minoritarios, buscan protegerse en burbujas de tranquilidad donde no haya carencias, donde la esperanza se sobreponga a los miedos, donde la vida, sonriente, continúe. Abundan los contrastes entre la dolce vita de algunos y la pesadilla trágica de unas mayorías que han alcanzado la pobreza extrema.


Tres hechos que nos hablan de la falta de escrúpulos de quienes se aferran al poder a cualquier precio, son el puesto ganado por el régimen usurpador en el consejo de DDHH de la ONU. Ni siquiera los reiterados informes demoledores de la comisionada de los DDHH Michelle Bachelet sirvieron para frenar el cinismo. Otro, el secuestro, ajusticiamiento y parcial calcinamiento del dirigente de Petare, Edmundo Rada, conocido popularmente como “Pipo”, militante del partido Voluntad Popular, líder social muy valorado por su comunidad, desaparecido el 16 de octubre de 2019 y cuyo cadáver fue encontrado el 17 de octubre en las cercanías de Caracas. La muerte en accidente aéreo de dos expertos pilotos de las fuerzas armadas venezolanas, el general de aviación Raúl Virgilio Márquez, quien “tenía miedo de hablar” sobre el estado de los aviones rusos Sukhoi según el testimonio de un colega, y el capitán Nesmar José Salazar, el 16 de octubre, revelan la negligencia e incompetencia deliberadas de quienes usurpan el poder y controlan unidades claves del alto gobierno, no importa las consecuencias de su codicia, pues solo interesan las ganancias desmesuradas que obtengan a través de negociados y sobreprecios en “chatarras tecnológicas”. Estos horrores retratan la triste metáfora de lo que es el chavismo, populismo sin disimulos e incompetencia sin probidad.

De probidad contra populismos hablaremos en mi próximo texto, con hallazgos empíricos de David Hume en algunos de sus Ensayos Políticos, que tienen poderosa vigencia.

21-10-19




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