Américo Martín 18 de diciembre de 2020
Aunque esté repleto de dificultades y amenazas,
diciembre es diciembre y, pese a que el ambiente será próximo escenario de
desenlaces con participación de muchos factores y países, todavía quedan
semanas de divagaciones y consejos que por extrema necesidad no podemos dejar
de introducir en la licuadora de las ideas, si lo que se quiere es ahorrarle a
Venezuela y a las naciones que resulten arrastradas, desastres inmerecidos.
Aunque haya opiniones mejores no dejaré de traer las
que deslice el mismo diablo, por falsario que sea el tenebroso personaje. Si en
varias ocasiones he sostenido que hasta con el Maligno se debe negociar, por la
obvia razón de ser quien tiene la llave del infierno, donde arden para siempre
trillones de seres humanos.
Supongamos que, por la razón que sea, decida poner en
libertad a los presos políticos y militares; autoriza el retorno de los
exiliados y prohíbe las torturas, imposible será solo para quien no presiona en
esa dirección.
“Que esas cosas no suceden”.
Que los intelectuales venezolanos encabezados por
Andrés Eloy Blanco, Jacinto Fombona Pachano y Nelson Himiob serían burlados por
el presidente López Contreras cuando prometió la libertad a los presos
políticos.
Lo dijeron, sí, al escuchar “al día siguiente” a esos
valientes escritores ratificar al país el respaldo, con doble razón, a la
conducta de López Contreras, presidente interino de los EEUU de Venezuela.
Sus palabras no tienen desperdicio.
Compatriotas. Pedimos serenidad y fe. Ya en prensa
esta hoja, recibimos la noticia de haber sido ordenada la inmediata libertad de
los presos políticos. Esta medida es UNA PRUEBA de que el General López
Contreras está cumpliendo las promesas que ayer nos hiciera personalmente en
Maracay. (Al pueblo de Caracas.21-12-1935. Gobierno y época del
presidente Eleazar López Contreras. Col. Pensamiento Político Venezolano del
Siglo XX. Congreso de la República. 1985)
De las cientos de imágenes sobre el rey de las
tinieblas me gustaría traer la que vierte el excelente humorista y
caricaturista inglés Max Beerbohm. Incorpora consejos políticos en el marco de
los límites que nunca desbordará porque cuando asume rol político sabe sacarle
provecho a semejante papel. La obra de Beerbohm se titula Eric Soames,
un dudoso poeta ansioso hasta la desesperación de cómo lo recordarán sus
cosúbditos del Reino Unido. No ha vacilado en vender su alma al gran enemigo de
la humanidad. Con alegría contenida, la única petición que hace.
—¿Solo eso? Pregunta el Maligno. En dos horas sin
interferencia de nadie y con toda la documentación disponible.
—Pide usted poco, señor Soames, responde Satanás en un
arrebato de sinceridad y admiración
—Todo depende del interés del afectado. Lo que a usted
le parece banal para mí es lo más importante.
—Bien respondido. Graduar el tiro al objetivo en
agresiones que enrarecen lo que quieres. Hubiera sido usted mejor político que
los que en Venezuela no saben sumar, sino restar y dividir.
Diablo y endiablado dan un paseo por la plaza, libres
de mirones. El diablo lo escucha recitar:
—Alrededor y alrededor de la plaza desierta, caminas,
junto al diablo.
Son dos versos nada desechables, piensa el demonio.
Casi sin darse cuenta está deseando que pase bien la prueba. Nos vemos pues en
dos horas. Le deseo suerte.
Ambos desaparecen. En el tiempo indicado, Soames y sus
amigos están sentados en el elegante Café de la Plaza. El diablo aparece,
saluda a todos, especialmente a Soames, quien está muy deprimido y resignado.
La única indicación de lo que tanto busca ha sido insignificante. Eric Soames,
poeta inglés del que no se tiene mucha documentación ni noticias. Se conservan
dos versos suyos que aparecen bruscamente interrumpidos.
—Bueno ahora solo falta cumplir la segunda parte de
nuestro acuerdo.
Pensando en el horror que espera a mi amigo interrumpo
diciendo:
—Hay un error. Mi amigo no recibió lo esperado.
El diablo entra en trance de asfixia, ahogado por la
furia.
—¿En qué mundo estamos cuando no hay moral ni los
acuerdos formales se respetan? ¿No hablan ustedes, los abogados, con pomposa
pedantería del pacta sunt servanda?
Molesto por las agresiones que dispara a mis colegas,
le devuelvo:
—Ustedes no pueden hablar del tema porque en el
Infierno no hay un solo abogado, dicho por esa gran autoridad del Siglo de Oro
Español que fue Quevedo.
—¿Y sabe por qué no hay? Lo dijo también Quevedo pero
usted no lee completo o no sabe leer. Si dejáramos entrar a los plumarios hace
rato que se hubieran confabulado contra la cofradía diabólica y nos habrían
arrebatado el poder.
El diablo, según tenemos entendido es polifacético y
poliforme. Para posesionarse de seres humanos obra, según el narrador ruso
Andreiev, con infinita crueldad: asesina para “vestirse” del cuerpo victimado,
de modo que si piensa cometer cien delitos en una tarde despacha a cien
inocentes y así conserva su anonimato además de causar cien crímenes perfectos
porque los cien cadáveres pueden jugar una simultánea de cien juegos de ajedrez
con el poliforme demonio.
No dejará de llamar su atención las variantes políticas
de Venezuela. Absorbido por los cambios rítmicos y a ratos divertidos. Musitará
tenuemente que toman decisiones impacientes, como pajaritos en grama.
Piensen antes de actuar, tengan paciencia, analicen el
efecto de sus precipitaciones en sus propios movimientos y sumen descontentos
en lugar de alejarlos mediante muestras de odio y venganza o pasando recibo por
cuentas viejas, burlándose o infamando a los que se aproximen a la causa
democrática.
Américo
Martín
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