Reinaldo Aguilera 28 de diciembre de 2020
Nos encontramos ya en la recta final de un año
horrible para muchos, en estas fechas parece que en definitiva llegamos al
final de un juego tenebroso del destino, una especie de callejón sin salida.
La gente buscando sobrevivir, tratando de lograr algo
de alegría en nuestra Venezuela; sin embargo, a pesar de los esfuerzos, el
régimen chavista sigue implementando sus políticas piratas de ensayo y error
para ver si sale del hueco donde metió al país, cosa que parece imposible por
ahora.
Las noticias diarias no tienen nada de positivas, por
donde se miren son en un 99% negativas para todos, lo que incluye, sin dudas,
hasta a los más fervientes seguidores del gobierno, que se quejan por los
perniles podridos que les envían. De verdad que uno ya no sabe qué pensar de
esa gente.
Ya es una costumbre observar cómo los
“chavistas-maduristas” se dirigen directamente a Nicolás por las redes
sociales, diciéndole lo mal que la están pasando, lloriquean por los constantes
engaños y, aun así, el mal gobierno simplemente se ríe y sigue en su estrategia
de destrucción a todo nivel.
Con el manejo de la emergencia respecto al
coronavirus, la historia es la misma. En unos días tan importantes para los
venezolanos muchos se encuentran, sencillamente, atrapados por no poder ir a
estar con sus seres queridos.
El asunto de la cuarentena se maneja a pleno antojo
del régimen, otros andan en la calle como si nada.
Todo gira, entre otras cosas, en torno a los altos
costos del transporte. ¡Y no se diga del asunto con los vuelos nacionales e
internacionales! No hay transporte confiable y los pocos que se consiguen no
son accesibles para la mayoría, por no tener un salario que les alcance. Esa es
la realidad de la navidad 2020.
Con una verdad tan grande como el sol mismo, por otra
parte, están los millones que desde lejos observamos el desastre, añorando
estar junto a los nuestros, pensando en el día en el que todo acabe y estemos
con nuestros seres queridos, amigos y conocidos. Ese es otro aspecto humano y
sumamente importante que casi nadie menciona.
Vienen a mi mente fragmentos de la canción Venezuela,
letra y música de Pablo Herrero Ibarz, junto a don José Luis Armenteros,
pensando en el desierto de Falcón, mis selvas de Guayana, en la nieve de
Mérida, y cómo se me arruga el corazón al recordar esa última mirada que di
antes de que el avión girara frente al mar en la Guaira. Definitivamente llevo
aún el horizonte en mis ojos, como dice la canción.
Por el momento nos toca, como dice mi querida Maryorie
allá en Santa Mónica: “Rezar, esperar y no preocuparse”.
Dios siempre está de nuestro lado y nos acompaña;
también debemos intentar buscar un punto de equilibrio, en medio de todo lo que
sucede y ver lo positivo que tan amarga experiencia nos pueda dejar, del mismo
modo sacar algún aprendizaje de todo lo que estamos viviendo.
Aprovecho esta columna para dar las gracias a “todos”
quienes hacen posible que continuemos escribiendo, a mis fieles lectores que
saben quiénes son y de manera especial a los que tan amablemente publican las
cosas que escribo semanalmente y al equipo que les acompaña. Mi efecto y
agradecimiento siempre. Quisiera mencionar a cada uno, pero no hace falta, pues
sé que ustedes reciben mi mensaje. Así de simple y sencillo.
¡Y si un día tengo que naufragar
Y el tifón rompe mis velas
Enterrad mi cuerpo cerca del mar
En Venezuela!
¡Feliz Navidad 2020 en familia!
Reinaldo
Aguilera
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