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miércoles, 23 de diciembre de 2020

Volver a las instituciones: el mayor de los desafíos por @polis360

Por Piero Trepiccione

La humanidad, a lo largo de los siglos, derramó demasiada sangre en luchas intestinas para ponerle límites al poder. Éste, en tanto y cuanto se ejercía de manera individual y sin contrastes, era propicio en desvíos y distorsiones que terminaban impulsando cualquier tipo de injusticias y de desigualdades, justificadas inclusive, por fórmulas metafísicas o divinas que  amparaban ideológicamente o  por el poder de las espadas, los desmanes del poder manejado egocéntricamente. 

El poder de uno valió que muchos movimientos y guerras se dieran para colocar límites definitivos a las autocracias y crear a las instituciones que permitieran diluir los caprichos individuales en un esquema de controles que harían aflorar esquemas más democráticos y equilibrados para el ejercicio del poder.


Civilizaciones enteras pusieron la carne en el asador para desarrollar esa cultura de las instituciones como práctica superior en la búsqueda de un bienestar colectivo anclado a la voluntad general por encima de los intereses minúsculos de algunos individuos. Pero este siglo, extrañamente, ha propulsado ciertos tipos de liderazgos que han venido revirtiendo los esfuerzos milenarios de la humanidad para controlar los egos. El autoritarismo ha reaparecido con mucha fuerza y el ejercicio individual del poder, en desmedro de los controles institucionales, se hace cada día más patente en diversas sociedades alrededor del mundo. El denominado “híper liderazgo” fortalecido por la aparición de las redes sociales y la telepolítica, es un fenómeno de reciente data cuyas consecuencias estamos viendo en vivo y directo. 

Han regresado a la política los insultos masificados y el juego brusco de la polémica para ganar adeptos. Este formato ha venido golpeando con mucha fuerza el desarrollo institucional y ha regresado a estadios mucho más individuales el procesamiento de las disputas por el poder. Las consecuencias de este fenómeno apuntan a una profundización del autoritarismo en detrimento del funcionamiento del Estado como centro de gravedad en la distribución y control del poder y a un deterioro creciente de la democracia, en tanto y cuanto, se soporta en el esquema de controles, pesos y contrapesos que buscan siempre el equilibrio. 

El desborde de las instituciones es acaso el mayor de los desafíos que confronta la humanidad en lo referente a detener el derrumbe de los controles ante los designios y caprichos de líderes que actúan apegados a una lógica del individualismo; con el agravante que éstas fórmulas, vistas ampliamente en redes sociales, son simpáticas a una gran parte de la población que respalda estas acciones, propias de espectáculo farandulero, sin tener conciencia del grave daño que se está infligiendo a la convivencia democrática.

Por lo tanto, es importante comenzar a acumular apoyos y estructuras orgánicas alrededor del mundo que puedan posicionar la necesidad de volver a la fortaleza institucional como elemento clave para la profundización del desarrollo de la democracia.

La naturaleza humana por excelencia está llena de defectos que se potencian cuando se asume el poder. Recordar aquella máxima que indica “si quieres conocer a alguien dale poder”. En ese sentido, es fundamental el esquema de diluirlo en las instituciones para evitar que el ego personal pueda orientar las acciones de gobierno en favor de minorías e intereses reducidos contrarios a la voluntad general, que es, en última instancia, la que debe determinar el rumbo de lo público. Es un enorme y necesario desafío que ya estamos requiriendo.

22-12-20

https://efectococuyo.com/opinion/volver-a-las-instituciones-el-mayor-de-los-desafios/

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