Vladimiro Mujica 21 de diciembre de 2020
@MujicaVladimiro
Leo con atención una publicación de una organización
no-gubernamental norteamericana, WOLA (The Washington Office on Latin America)
cuyo objetivo declarado es promover los derechos humanos, la democracia, y la
justicia social y económica en América Latina y el Caribe. Hasta donde he podido
averiguar, WOLA es una organización independiente que parece tener una
influencia importante en los medios políticos norteamericanos. Por supuesto que
siempre hay espacio para las teorías de conspiraciones, pero gente en la que
tengo mucha confianza me ha llevado a pensar que la revisión de las políticas
norteamericanas hacia Venezuela, que van a ocurrir inevitablemente cuando se
inaugure la presidencia de Joe Biden, están orientadas en direcciones similares
a las que se recogen en el trabajo titulado Recalibrating
U.S. Policy in Venezuela: Learning from Failure and Seizing Opportunities (Recalibrando
las políticas de Estados Unidos en Venezuela: Aprendiendo de las fallas y
aprovechando las oportunidades), preparado por el director para Venezuela
de WOLA, Geoff Ramsey, y el miembro superior David Smilde. El objetivo del
trabajo es, según sus autores, evaluar las fallas principales del gobierno de
Trump y proponer medidas concretas que el próximo gobierno de Biden pueda tomar
para mejorar los prospectos de una solución pacífica y democrática a la crisis
venezolana.
Debo aclarar, antes de ser víctima de los sectores
extremistas venezolanos en las redes sociales, que soy un convencido de que lo
que más le conviene a Venezuela es una aproximación bipartidista a las
relaciones con Estados Unidos. Eso y que nuestro país tiene una deuda de
gratitud con Estados Unidos por el apoyo que ha dado a la causa de la
democracia y la libertad en Venezuela. Dicho eso, es indudable que soplan
vientos de cambio con la asunción de Biden de la presidencia norteamericana,
algo que a estas alturas parece que va a ocurrir con certeza independientemente
de los obstáculos legales y políticos que han sido interpuestos a la elección,
y que, en consecuencia, es necesario estar preparados para lo que eso significa
en términos políticos para Venezuela.
El trabajo de WOLA señala que el enfoque de la
administración Trump hacia Venezuela ha estado marcado por tres errores clave:
(i) abandonar el multilateralismo y buscar la primacía de Estados Unidos para
enfrentar a Maduro; (ii) una estrategia de presión mal calculada y demasiado
amplia (especialmente referida al tema de las sanciones); y (iii) la falta de
participación conjunta con las partes interesadas internacionales y nacionales
relevantes. En combinación entre sí y con factores externos, estos pasos en
falso han frenado la búsqueda de una solución pacífica y democrática a la
crisis.
Basado en este análisis, en el informe se hacen varias
recomendaciones específicas, de las cuales quiero concentrarme en dos:
(1) Trabajar con socios europeos y
latinoamericanos para convocar una cumbre internacional de partes interesadas,
incluidos patrocinadores de Maduro como China, Cuba y Rusia. Una oportunidad
clara radica en establecer un nuevo enfoque de la política hacia Cuba, que no
considere una transición en Venezuela como una amenaza a la existencia del
gobierno de la isla. (2) Desarrollar una nueva estrategia diplomática para
mejorar la comunicación con rivales como China y Rusia, con el objetivo de
explorar áreas de interés mutuo en Venezuela. El prolongado estancamiento de
Venezuela se ve reforzado por intereses geopolíticos más amplios, especialmente
con respecto a los abundantes recursos petroleros de Venezuela. Establecer
líneas claras de intereses mutuos entre todas las grandes potencias
involucradas podría ser la clave.
Creo que es esencial detenerse a analizar las
implicaciones y alcances de estas recomendaciones. En primer lugar no se
menciona en las mismas de modo explícito alguno el mantener el apoyo norteamericano
al gobierno interino de Juan Guaidó y al último reducto de institucionalidad
democrática de Venezuela, la Asamblea Nacional. Creo que la percepción
inequívoca es que según el informe la primera aproximación al manejo de la
crisis venezolana tiene que comenzar incorporando a actores claves no
venezolanos. Especialmente Cuba, Rusia y China. La alusión a Cuba es de gran
importancia y coincide con el análisis de un individuo con una historia
excepcional, el exguerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos, ahora
transformado en un experto internacional en negociación de conflictos, quien
apuntó en un revelador artículo aparecido hace varios meses en El País de
España (https://elpais.com/internacional/2020-05-07/venezuela-negociar-o-no-negociar.html)
titulado “Venezuela, ¿negociar o no negociar?“ que “las negociaciones
han fracasado porque suponen que es un conflicto entre venezolanos cuando, en
realidad, se trata de un país intervenido por Cuba”. La singular
importancia de Cuba en cualquier negociación sobre Venezuela se deriva no
solamente del control que la isla tiene con su ejército de ocupación sobre
nuestro país, sino con la vital asesoría en temas de espionaje, represión y
control de la disidencia que los cubanos aportan al régimen. A eso hay que
añadirle la extrema preocupación cubana por el hecho de que Venezuela ya no
puede subsidiar a la isla, dadas las condiciones lamentables en que el
desgobierno del chavismo/madurismo ha sumido a nuestro país. Cabe mencionar que
la situación económica cubana es tanto o más grave que la venezolana, pero hasta
ahora había contado con nuestra “ayuda revolucionaria” para sostenerse. Dicho
en lenguaje un tanto soez, a los proxenetas de la isla se les ha estropeado el
negocio con la hetaira venezolana, antes muy atractiva y ahora con el culo y
las tetas caídas. Ello les obliga a contemplar alternativas de negociación con
Estados Unidos y Europa que les garanticen su sobrevivencia si sacan sus manos
de Venezuela y dejan de apoyar a Maduro. Este es en esencia el contenido de la
negociación que involucra a Cuba, por ofensivo y humillante que suene a
nuestros oídos venezolanos.
Destaco también que el informe de WOLA analiza en
términos muy negativos el impacto de las sanciones sobre Venezuela y las
sindica de haber agravado de manera significativa el sufrimiento de la población
originado en la destrucción de la economía ocasionado por las prácticas
corruptas y primitivamente ineficientes del régimen. Este es también un
señalamiento muy controversial porque me cuento entre quienes piensan que las
sanciones tienen que ser utilizadas como un elemento clave de presión contra el
régimen, y que, en caso de ser relajadas solamente pueden serlo en el contexto
de que se garanticen elecciones libres y verificables en Venezuela. Cabe quizás
mencionar un uso especialmente truculento y brutal que el régimen ha hecho de
las sanciones para permitirle el lavado de dólares a través de la implacable
dolarización de la economía venezolana que opera en un entorno de salarios de
hambre. En ese contexto, y por increíble que parezca, lejos de agravar el
desabastecimiento las sanciones han generado un escenario de corrupción que lo
ha reducido. Por supuesto, solamente para quienes tienen acceso a los productos
importados o FE (Familia en el Extranjero) otra de las bromas de los
tiempos del período especial en Cuba.
Expresado en otras palabras, la inhabilidad de la
dirigencia de la resistencia/oposición venezolana para acordar una estrategia
unida para enfrentar al régimen de Maduro, está a punto de precipitar un nuevo
esfuerzo de negociación internacional que incluye de manera bastante tímida a
los venezolanos y se articula en torno a poderosos actores internacionales que,
en la práctica, parecen controlar los destinos de nuestro país, actuando como
titiriteros en el teatro de marionetas que funciona en Miraflores. Cómo
conducirse frente a una negociación de estas características, que obviamente
cuenta con el apoyo de la UE y, de manera poco velada, de Colombia, es una
pregunta de vital importancia para la resistencia al régimen de Maduro. ¿Qué
respuesta se tiene en este contexto de negociación al grito que se escucha en
toda Venezuela de “Maduro vete ya”? Preguntas muy complejas de cuya respuesta
puede depender nuestra supervivencia como nación viable, curada del proceso de
“Somalización”, como lo describe con tanta precisión mi amigo David Morán.
Vladimiro
Mujica
@MujicaVladimiro
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