Leandro Area Pereira 25 de diciembre de 2020
@leandroarea
Pareciera que en la oposición venezolana nos volvemos
locos por hacerle el mandado o remendarle el capote y los embrollos que solo al
gobierno de Maduro
competen por tratarse de asuntos de su inclusivo y
exclusivo débito en los que se halla involucrado estrepitosamente por acción u
omisión.
Venezuela no es un país normal y las brújulas
decisionales de nuestras vidas, el lenguaje y las acciones entre ellas, se
encuentran en permanente estado de ambigüedad y equívoco cuando no de
desconexión con el mundo que nos rodea. La oposición no se salva de esta
trampa, es presa frágil de ella, es el cervatillo preferido de la fiera que
muestra dos cabezas, la ajena y la propia.
El dilema entre ser o no ser aquí se ha enriquecido,
iba a decir envilecido, bajo el chorrear de una realidad o sentimiento de ella
que nos traslada a cada momento de la pasividad al no saber qué hacer o al
comportamiento desafortunado por impulsivo y errático. Es un problema complejo
que a veces nos hace sentir responsables y culpables por asuntos que rebasan
existencialmente, léase en este caso políticamente, nuestra capacidad y
responsabilidad de decisión y de compromiso.
Tomo como ejemplo reciente el lío creado desde hace
tiempo por el socialismo del siglo 21, gobierno revolucionario se
autoproclaman, relacionado con la defensa de nuestros históricos y valederos
títulos jurídicos sobre el territorio del Esequibo, que ha llevado, ¿fatalmente?,
¿calculadamente?, a la Corte internacional de Justicia de La Haya a declararse
competente para conocer la demanda interpuesta por en vecino guyanés en 2018.
En mi opinión, la oposición no es ni puede convertirse
en la cancillería alterna y Ad hoc del gobierno que ya se encargó de echar por
tierra toda la posición y estrategia construida y cimentada por el Estado
venezolano en la materia durante décadas, la que debía ser, y que se alteró
apenas asumió Chávez el gobierno en 1999 para seguir a pie juntillas, como
hasta el día de hoy, la línea cubana de considerar los litigios fronterizos
como remoras ideológicas del pasado, expansionismo, herencias y legado del
colonialismo.
Para muestra un botón. Lee Chávez presidente, en video
público y a la disposición, en 2011, un aparte del documento firmado por los
cancilleres de entonces, de Guyana y Venezuela, Rodríguez y Maduro, en Puerto
España: “Reconociendo que la controversia en relación con el Laudo Arbitral de
1899 en cuanto a la frontera entre Guyana y Venezuela sigue existiendo, los
ministros reafirmaron su compromiso con el Acuerdo de Ginebra y el
procedimiento de buenos oficios. Reconocieron que esta controversia es un legado
del colonialismo (impostado por él en el audio) y que debe ser
resuelto. Los ministros informaron al representante personal del Secretario
General de las Naciones Unidas Profesor Norman Girvan de sus
conversaciones”
Entiendo de nuestros estragos personales que nos
convocan a ser útiles, protagónicos, a involucrarnos denostadamente, mientras
el gobierno ni se inmuta, en estos y otros temas con el bagaje de conocimientos
y experiencia adquiridos en el ejercicio de nuestras funciones institucionales
y/o de nuestras pasiones académicas que sentimos inutilizadas y destruidas por
un gobierno que al raspar la olla también entendió que la “hegemonía” implicaba
arrasar con la vida profesional y personal de quienes los adversaban. Ese ha
sido el trato y esa la realidad.
¿Qué hacer a todas estas? Sin estrategia común de la
oposición no hay posibilidades de cambio en Venezuela. Oposición archipiélago.
El gobierno de Juan Guaidó debería convocar a todas las fuerzas dispersas que
adversan al gobierno y ponerlas a trabajar en un mismo sentido y con un
propósito en común. Eso es gobernar.
El tema de la reclamación y defensa de nuestro
Esequibo podría constituirse en un espacio político, coyuntura ideal, en el que
toda la oposición coincida, se una y actúe al unísono. Pudiera ser un primer
paso. La creación de un vínculo afectivo con la población más que un asunto de
personalismos y estrellatos. Una acción que lleve a la otra y así… Una
esperanza, quizás, quién sabe.
Leandro
Area Pereira
@leandroarea
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