Por Fernando Pereira
El joven José Antonio
Godoy sacudió el inconsciente colectivo con sus denuncias como víctima de un
pederasta. Todo comenzó cuando tenía 10 años y, un allegado a la familia,
valiéndose de su cercanía abusó de él durante varios años. La denuncia ha sido
secundada por otras víctimas del mismo perpetrador, Leonardo Herrera.
Una persona que
participa en actividades deportivas, campamentos, con habilidades para
socializar, ganarse la confianza de los familiares, manipular a las víctimas,
hacerles ver que todo está bien, es natural y, cuando ya son
adolescentes, hacerlos sentir corresponsables, que todo fue bajo su
consentimiento.
Esta denuncia nos
ratifica que solo se habla del tema cuando surgen los problemas. No
hay o es muy débil la prevención. La educación sexual brindada en los colegios
suele centrarse en lo biológico, reproductivo y para evitar las infecciones de
transmisión sexual; no se imparte como eje transversal en los diferentes
niveles de educación.
Se cree que abuso
sexual es solo penetración. El abuso sexual es toda acción en la que una
persona con más poder utiliza a otra para satisfacerse. El abusador puede
realizar el acto mostrando los genitales, invitando a ver películas
pornográficas o grabar videos de contenido sexual, así como con manoseos,
masturbación, penetración oral, anal o genital con objetos o partes del cuerpo
(dedos, pene). La violencia sexual también se expresa a través de la
explotación sexual cuando los y las adolescentes son utilizados para
obtener dinero o cualquier otro beneficio a cambio del intercambio
sexual.
El abuso sexual puede
realizarse con violencia, amenazas, engaños o a cambio de privilegios,
premios.
Un delito cuyo cómplice
es el silencio. La Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente
(LOPNNA) establece que quien realice o participe en actos sexuales con
adolescentes, sin su consentimiento, será penado; sin embargo, hay que
considerar que no siempre el o la adolescente está preparado para defenderse
del acoso de otras personas adultas y detrás de un aparente consentimiento
puede haber miedo, vulnerabilidad, intimidación.
También los varones son
víctimas de abuso. Ciertamente quienes son más agredidas son las mujeres; pero
el caso que mencionamos al inicio corrobora que también se da la violencia
sexual contra varones y tiende a silenciarse especialmente cuando es perpetrada
por otro hombre, por temor a que se pueda poner en duda la orientación sexual
de la víctima por todos los prejuicios sociales existentes.
Poco se habla sobre el
abuso sexual. Por desconocimiento los adolescentes pueden ser víctimas de
hostigamiento sexual, personal o virtual, pudiendo sufrir un daño físico o
emocional.
En las familias y
centros educativos son pocas o nulas las oportunidades, con algunas
excepciones, para hablar sobre este tema.
¿Qué podemos hacer?
Informar y formar sobre
salud sexual y reproductiva. Según la ley, todos los niños, niñas y
adolescentes tienen derecho a ser informados sobre su sexualidad para que
puedan adquirir una conducta sexual, una maternidad y paternidad responsable,
sana, voluntaria y sin riesgos (Art. 50 LOPNNA).
Denunciar situaciones
de violencia sexual. Estas prácticas constituyen un delito que no puede
ser resuelto a través de conciliación o negociación con el victimario. Es
necesario que la víctima cuente con apoyo y tratamiento psicológico oportuno.
El Tribunal Supremo de
Justicia dictaminó de manera vinculante (Sentencia N° 91, Marzo 2017) que no
prescriban los delitos sexuales contra niños y adolescentes. Es así que una vez
que cumplan los 18 años, las víctimas pueden hacer la denuncia. Disponen de
varios años para hacerlo, pues el lapso de prescripción depende de la gravedad
del delito. “Las razones de considerar la prescripción de una manera especial,
es evitar la impunidad en el enjuiciamiento de estos delitos de violencia, dado
que los estudios al respecto han determinado que las víctimas padecen lo que se
denomina “traumatismo del silencio”, “traumatismo de incesto” o “traumatismo
de pedofilia”; esto es, la tardanza de manifestar o exteriorizar el
sufrimiento como víctima de ese hecho prohibido, que justifique la denuncia del
delito”. El o la joven, adquieren la fortaleza para denunciar, toman conciencia
del hecho o deciden hacerlo porque en su momento la familia no quiso.
La sexualidad genera
mucha ansiedad y cuando la violencia está involucrada, más. Es un tema
signado por el silencio. José Antonio con su testimonio rompe el silencio. Un
signo de la época que vivimos, de luz en la oscuridad, de palabra cercana en el
silencio. Es signo de esperanza para cientos de víctimas que sufren en
silencio, es Navidad.
24-12-20
https://efectococuyo.com/opinion/rompiendo-el-silencio/
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