Vladimiro Mujica 31 de julio de 2021
Un
corto intercambio en WhatsApp con Benjamín Scharifker, rector de la Universidad
Metropolitana, exrector de la Universidad Simón Bolívar, y amigo cercano, da
cuenta de la cercanía, tristeza y preocupación que embarga a los universitarios
venezolanos por la partida de Enrique Planchart, rector de la USB
V.M:
—Lamento mucho la muerte del rector Planchart.
B.S:
—Gracias, Vladimiro. Deja gran legado y un enorme vacío, el futuro de la USB es
ahora muy incierto
La
apreciación de Benjamín Scharifker resume, en pocas y densas palabras, lo que
muchos de nosotros, ligados intelectual, vital y socialmente a la universidad,
sentimos en estos momentos de duelo: acaba de fallecer un hombre esencial para
el desigual combate que la universidad venezolana libra contra el gobierno de
facto chavista-madurista, empeñado en una campaña de destrucción por diseño de
la institución universitaria.
El
caso de la USB es especialmente significativo, porque esa universidad ha tenido
que soportar un ataque frontal del gobierno, acusada de elitista y
discriminatoria en el acceso estudiantil, y obligada a entregar todo el sistema
de selección estudiantil a la OPSU.
La USB
tenía un sistema de selección basado en méritos, pero abierto a todos los
sectores de la población, sin exclusiones sociales, como pueden dar fe —y lo
han hecho— los miles de egresados de esa universidad que tuvieron la
oportunidad de estudiar en sus aulas.
La
persecución del gobierno de facto no se ha limitado a transformar el sistema de
acceso estudiantil a la USB en otra burla al estudiantado venezolano sino que
ha impuesto autoridades, vulnerado en repetidas oportunidades la autonomía
universitaria y, en definitiva, demolido lo que fuera una de las piezas
estelares de una constelación de universidades e instituciones públicas de
generación de conocimiento, que incluían a la USB, la UCV, la ULA, LUZ, la UDO,
el IVIC e Intevep, que otrora fueran el orgullo venezolano y motivo de
admiración en el mundo, y que hoy yacen en un oprobioso abandono.
De
hecho, las únicas universidades que han logrado a duras penas proteger a sus
profesores y estudiantes de la depauperación crítica, son las instituciones
privadas, cuyos exponentes mas importantes son la UCAB y la Unimet. Un hecho
que requiere un análisis adicional, pero no hoy, no en estas circunstancias.
Contra
toda la sevicia de los gobiernos de Chávez y Maduro se opuso Planchart. Su voz
ronca y sabia resuena hoy con mucha fuerza, quizás contra el telón de fondo de
una dura enfermedad que lo asechó en sus últimos años de vida, que le restó
fuerza a su presencia física, pero nunca a su poderosas estatura moral.
Uno
podría especular, imaginar quizás, que el Rector Fundador de la USB, Ernesto
Mayz Vallenilla, una de las figuras prominentes del liderazgo venezolano que
cayó víctima del «encantador de serpientes» y líder máximo de la «revolución»
chavista, se esté hoy reencontrando en el más allá con uno de sus sucesores más
verticales y honorables. Cabría también señalar que las palabras del exrector
Mayz Vallenilla, vertidas cuando sus ojos ya se habían abierto al despropósito
de Chávez y sus seguidores, resuenan hoy con fuerza premonitoria, rescatadas de
una nota
de la agencia EFE, publicada por El Nuevo Herald el 13 de
noviembre de 2001. Casi una eternidad ha pasado entre hoy y esos tiempos
sepultados en la memoria venezolana:
Exasesores
de Chávez prevén una catástrofe
Señalan
que el gobierno venezolano debe enmendar su actual rumbo
Cinco
de los 12 miembros de una comisión de asesores creada por el presidente de
Venezuela, Hugo Chávez, poco antes de comenzar su mandato, alertaron ayer sobre
la «catástrofe» que acecha al país por el rumbo que ha tomado el gobierno.
«No es
posible que quienes formamos la Constituyente no cumplamos con nuestro deber
moral y advirtamos sobre la catástrofe, la debacle inminente», que se cierne
sobre Venezuela, declaró a la emisora Unión Radio el filósofo Ernesto Mayz
Vallenilla, exrector de la Universidad Simón Bolívar.
Mayz,
que formó parte a principios de 1999 de la Comisión Presidencial Constituyente
que precedió a la extinta Asamblea Nacional Constituyente (ANC), dijo que la
constante confrontación de Chávez con todos los sectores nacionales conduce al
país hacia la anarquía, por lo que exigió al gobernante rectificar a tiempo.
«Mediante
esta siembra de odio, de proliferación de zanjas, no se puede gobernar un país,
y Chávez cree que esa confrontación es la única manera de gobernar», declaró
Mayz, antes uno de los más férreos defensores de la «revolución chavista».
No era
Enrique un recién llegado a la tarea de construir un sistema de enseñanza de
primera línea y abierto, sin exclusiones, a todos los venezolanos. Lo conocí
desde sus tiempos al frente del Centro Nacional para el Mejoramiento
de la Enseñanza de la Ciencia (Cenamec) entre 1989 y 1999, año a
partir del cual pasó a dirigir el Programa de Igualdad de
Oportunidades (PIO) de la USB, uno de los programas más importantes de
inclusión social adelantados por esa universidad. Su período rectoral comenzó
el año 2009, 12 años ininterrumpidos, hasta su muerte el pasado martes 27 de
julio, sin la posibilidad de realizar elecciones por el capricho ignaro del
chavismo de pretender modificar la Ley de Universidades —tarea que no han
podido consumar y la razón por la cual no se eligen nuevas autoridades en las
universidades desde hace más de un década— para convertir a nuestras
casas de estudio en una versión deplorable del Estado Comunal, donde méritos y
experiencia no tienen cabida porque promueven el talento y la libertad de
pensamiento, dos enemigos mortales de la indigencia intelectual y moral del
experimento chavista de control de la sociedad.
No es
la USB mi alma mater. Pero mi pertenencia al profesorado de la UCV
no solamente no me impide reconocer y admirar su trayectoria vital de defensor
de una institución vital para la sociedad sino que me da la libertad y la
independencia de la distancia. Feliz travesía a donde quiera que hayas partido,
querido Enrique. Ya vendrán mejores tiempos para la universidad y nuestro país.
Nos toca a todos los universitarios, y a la sociedad en general, atender la
urgencia y el reto que tu ausencia genera para la USB, como bien lo reconoció
tu predecesor en el cargo.
Vladimiro
Mujica
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