Por Piero Trepiccione
Ya tenemos a la vuelta
de la esquina los comicios regionales en Venezuela. La campaña electoral
oficial comenzó en medio de un ambiente de desconexión popular, resultante de
la fragmentación de posiciones en torno a la participación o no, las divisiones
internas de los partidos y coaliciones, y un clima electoral relativamente frío
entre el liderazgo y las necesidades reales de la población. No obstante, las
mediciones han venido señalando que los niveles de intención firmes de ir a
votar han venido creciendo paulatinamente en muchos estados del país.
El clima electoral
comienza a impulsar la aplicación de “algoritmos”, para llegar a la obtención
del éxito aún en las actuales circunstancias. En las redes sociales vemos las
distintas operaciones sistémicas que buscan allanar el camino hacia la
formación de tendencias favorables a determinados candidatos. Esto viene
alimentando una nueva forma de emocionalidad que tendrá impactos, sin duda
alguna, en muchos estados y municipios. Los algoritmos virtuales son una
realidad más que evidente, y se ha convertido en una manera eficaz de llegar
casi instantáneamente a miles y miles de personas que votan. Pero no solo en
redes sociales existen los algoritmos, también y paradójicamente, en la vida
real.
La definición de
algoritmo pudiera estar exclusivamente asociada a las tecnologías de la
información y comunicación, pero no es así. También en la vida real y más en la
política se usan “las operaciones sistémicas” para llegar a “soluciones”.
Cuando un candidato impulsa el contacto directo con las personas, lo hace más
humano, más creíble, sobre la base de una narrativa estratégica, pero también
cercana a la gente va provocando reacciones en “cajas de resonancia” que van
matrizando a la opinión pública. Con ello, su crecimiento electoral se va
consolidando. Tener presente esta forma de orquestar las operaciones de tierra
y personales es clave para reforzar los algoritmos en las redes sociales. Así se
va creando empatía y organicidad en el respaldo popular.
La política de los
nuevos tiempos y la que resultará del 21 de noviembre próximo estará asociada a
los algoritmos. Éstos van a seguir definiendo nuestras vidas y tanto los
líderes políticos como nosotros, los ciudadanos, tenemos que comenzar a
comprenderlos mejor. Francis Sullivan alguna vez dijo: “los algoritmos son la
poesía de la computación”. Hoy en día esa frase trasciende el mundo de la
informática y se envuelve en el mundo real de la política. Tanto mejor lo
sepamos, mejores reacciones se obtendrán del electorado. Especialmente, en
países y territorios donde la polarización y el autoritarismo causa estragos. A
la política, por lo tanto, hay que sembrarla de “poesía”, verbigracia, de
algoritmos, en función de recuperar su protagonismo como herramienta
fundamental para procesar las diferencias de manera democrática y con una
convivencia apegada a las normas.
“Algoritmizar” la
política puede ser muy bueno en tanto y cuanto, los líderes aprendan a conectar
mejor con los intereses populares. Aprendan también a trascender “el
electoralismo”, para suplantarlo por una relación permanente con sus bases de
apoyo partidario e independiente que consolide proyectos de mediano y largo
plazo. El próximo 21 de noviembre es muy posible que veamos cosas que no se han
visto en país. En estos últimos 24 meses mucha agua ha corrido debajo de los
puentes y las circunstancias han modificado el cuadro tradicional de
caracterización política del país. Hay que estar muy atentos.
07-11-21
https://efectococuyo.com/opinion/21-n-cita-con-los-algoritmos/?tztc=1
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