No es de su autoría, pero resume parte de los temas que le propongo para esta entrevista: ¿Qué mirada tiene de Venezuela desde París?, la ciudad donde decidió instalarse, pensando que podía regresar, aunque se ha ido quedando cada vez más. María Sol Pérez Schael-Fihman me envía por WhatsApp una captura de pantalla con la frase del escritor Mohamed Mbougar Sarr, inicialmente citada por el también escritor Juan Carlos Méndez Guédez. La frase en cuestión dice: “El mundo que dejé desapareció en cuanto le di la espalda. Por haberlo habitado y enterrado en él mi infancia como un tesoro, creí que se haría indestructible. Nada más quimérico: el mundo que amé no firmó pactos de fidelidad. En cuanto me fui, se alejó por el túnel del tiempo”. No lo pensé mucho para escribirle de regreso: “Ese mundo que tampoco existe para los que nos quedamos en el país”.
Otra pregunta, para acabar con las dudas fue: ¿Qué visión tiene de Venezuela? desde su programa, Tres contigo, que se emite en línea desde una planta televisiva anclada en Miami. Diría que el tema político terminó de convencerla. Lo que sigue es una síntesis de una larga conversación, en la que no hubo orden ni concierto, pero que he ordenado a mis anchas con la autorización de ella.
El mundo que perdieron los que se fueron, también lo perdimos los que nos quedamos. Pareciera que hay una coincidencia en la pérdida y otra entre el exilio y el exilio interior. ¿Qué reflexión haría usted?
Es un tema difícil. Recuerdo los primeros dos años cuando nos instalamos en París, los inviernos me pegaron mucho y no tenía claro si estaba en un punto de no retorno o dónde estaba. Salía a correr muy temprano con ese frío y la adrenalina, de alguna forma, me ayudó a pasar esa primera fase complicada. Después fue un proceso de reacomodo, la búsqueda de una nueva identidad, porque empiezas desde cero, como si estuvieras naciendo, pero a cierta edad, créeme, es complicado, porque no tienes raíces, no tienes entorno. Para mí no fue tan difícil, porque yo viví aquí en mi juventud. Hablo el idioma. Pero me encontré en una nueva situación, me tocó ser una nueva María Sol, que me inventé y tomó el nombre de María Fihman, que se adaptaba al francés. Todo el mundo podía pronunciar mi nuevo nombre.
No solamente son 7,5 millones de venezolanos en la diáspora, sino 20 años vaciando nuestras vidas. Entonces, encuentro otra coincidencia, a unos y a otros nos quitaron los años más productivos. La meta era y sigue siendo sobrevivir para todos, los de adentro y los de afuera.
Mientras te escucho, pienso que vale la pena hacer una diferencia en relación al tema de la migración y los migrantes. Yo no salí por el Darién. Tenía lo necesario para sortear las dificultades. Entonces, quiero que quede muy claro que hay migrantes y migrantes. En ese sentido, mi situación es privilegiada. Pero en relación a mi propia historia, yo creo que soy migrante como lo puedes ser tú, en tu propia vida. Yo fui desposeída como tú. No una, sino dos y hasta tres generaciones. Se nos despojó de un futuro, pero también de un pasado, estando dentro o fuera de Venezuela. Si yo te dije que no tengo raíces, creo que tú tampoco las tienes. En ese sentido, coincidimos en la tragedia, en la pérdida. El país se convirtió en un disparate, en un teatro, tan frívolo, tan ridículo, que te lleva a una pregunta. ¿Cómo es posible que esto ocurriera? Y, en términos racionales, no encuentras ninguna respuesta.
Creo que los venezolanos no hemos procesado este drama (la diáspora), quizás porque resulta dolorosa y ha causado un sufrimiento. Si bien el sufrimiento enseña, no estoy seguro de que estemos aprendiendo de esta circunstancia.
Recuerdo que Ben Ami (Fihman) y Vasco Szinetar estaban haciendo un reportaje en Miami. Yo andaba en lo mío. Te estoy hablando del año 91. Me subí a un taxi y el taxista era venezolano. En esa época, ¿Cuántos venezolanos había en Florida? ¿Cuatro gatos? Le pregunté ¿Aquí la comunidad venezolana –por pequeña que sea- está organizada como los cubanos? Y aquí viene la moraleja. Ay, señora, los venezolanos se sienten Bolívar, todos creen que pueden lograrlo solos. Eso nunca se me olvidó, y yo me pregunto si para los venezolanos será difícil crear comunidad fuera del país. Pero como te dije, mi situación como migrante es privilegiada y no me siento capaz de representar a migrantes que han pasado por grandes dificultades.
Actualmente, las manifestaciones de resistencia no la encuentras en el voto o en la lucha política, sino en el quehacer cultural, en las iniciativas para retomar el espacio público, en el registro que hacen los narradores, los poetas, los artistas plásticos. Como el agua, la sociedad busca sus propios canales. Quizás porque no hay instituciones políticas y los partidos están muy debilitados.
¿Podría surgir una nueva identidad política? Esos procesos son muy lentos. Se van a llevar una, dos o tres generaciones. Mi visión es muy diferente a la que tú expones. Yo fui una de las que ayudó a redactar el primer documento de la Coordinadora Democrática. Creo que las circunstancias políticas que se presentaron en ese momento, en alguna medida, continúan vigentes. Por alguna razón, para mí inexplicable, los actores políticos no han terminado de entender que no se sale de un proceso como el que estamos viviendo, desde el año 2000, en una sola jugada. Necesitas varias jugadas. Pero el intento ha sido, en repetidas ocasiones, una sola jugada. Es decir, o gano yo o no gana nadie. Pero no hubo acuerdo alrededor de un tema esencial: salir del régimen que nos está ahogando a todos y restablecer el juego democrático ¿Para qué? para que eventualmente, los distintos actores políticos presenten sus programas, sus candidatos y compitan en la lucha democrática. No, en lugar de eso, optaron por darse codazos.
¿Cómo ves a Venezuela desde París? Es decir, desde los encuentros que pudieras haber tenido con otros venezolanos en tu casa o en un café.
Hubo muchísima actividad, pero así mismo se reflejaron los mismos conflictos que hay en Venezuela. Es decir, lo que ha prevalecido es una visión personalista e inmediatista de lo que se hace. Entonces, son grupos que en un momento estuvieron juntos y después se separaron. Tanto que, al día de hoy, no se hace nada. La fractura, la fragmentación, ha llegado hasta acá. Es el mismo fenómeno. Por eso no me olvido de lo que me dijo ese taxista. Todos creen que van a lograrlo solos. Pero no se entiende que hay algo más importante: Abrir el espacio democrático. Puedes ser del color que sea, no importa. Pero esa es la labor esencial para todos. Si no se abre el juego democrático, podrás sentirte ganador, pero a la vuelta de la esquina van a acabar contigo, como ha ocurrido en estos 20 años. Al que asomó la cabeza, el gobierno se la cercenó.
Usted participa en un programa de televisión (Tres contigo) que se transmite desde un canal anclado en Miami. ¿Cómo ven al país desde esa plataforma?
Mi idea era que el programa funcionara como una vía en ambos sentidos. Es decir, mostrar lo que estaban haciendo los venezolanos de adentro a los venezolanos de afuera y viceversa. Además de propiciar todo lo que ayude al avance democrático en el país. Pero eso es logística y recursos financieros que no tenemos. Porque a diferencia mía y tuya, seguramente por nuestra edad, hay una migración de venezolanos jóvenes que están descubriendo emprendimientos, competencias y capacidades que quizás en Venezuela no hubieran descubierto. Eso me parece fascinante, porque el país, para sus propios habitantes, se había convertido en una camisa de fuerza. Entonces ves a venezolanos que han luchado con las garras y se han impuesto en la música, en la ciencia, en la gastronomía, en la industria. Entonces, esos atributos, esas cualidades, ¿Las habrían podido desarrollar en Venezuela? No lo creo. Ha sido el desarraigo el precipitador que los ha empujado a encontrar esa fuerza y ese potencial. Son historias que merecen divulgarse, conocerse. De alguna manera estimulantes para quienes están adentro. Eso quiere decir que había una capacidad humana tremenda, que en propio suelo no encontró tierra fértil.
Nadie le dijo. Miré, usted tiene un talento: Desarróllelo. Nadie encontró una institución que propiciara la creatividad humana, justamente para que tengamos una sociedad civil que dialogue de una forma distinta con el Estado, entre otras cosas, para que no se deje avasallar. ¿Usted cree que si se restituye el juego democrático eso es posible?
Eso es importantísimo y te diría que nadie se construye ignorando, devaluando, lo que lo antecede. Uno se construye valorando lo que como antecedente es valioso. Pero la cultura venezolana es comenzar desde cero. Se ha intentado, una y otra vez, en nuestra historia, sin voltear atrás y ver lo positivo que traíamos. No. Decimos, nada de lo anterior vale. Vamos a empezar de cero. Todos lo intentaron, pero ninguno llego muy lejos. Entonces, hay que ver lo que podamos recuperar. ¿Cómo es posible que en nuestra historia el único personaje sea Simón Bolívar? Y ahora pretenderán que sea solamente Chávez. En las calles de París hay memoria de distintos personajes: algunos escritores, otros pintores, otros políticos o militares. No sólo recuerdan a sus grandes hombres, sino que construyen memoria. ¿En Venezuela, sólo tenemos a Simón Bolívar? Eso no da para mucho, sino para hacer lo que hizo Chávez: Una revolución militar.
¿Realmente hay posibilidades de restablecer en Venezuela el juego democrático?
Siempre he creído que posibilidad hay. Hace falta suficiente fuerza, porque la cúpula que gobierna ha demostrado que son capaces de hacer cualquier cosa para sostenerse en el poder. Pero ha habido una serie de episodios, en los que ha fallado la oposición. No han podido, digámoslo así, dar la estocada. No han sabido rematar porque han estado siempre fragmentados. No conozco los entretelones que liquidaron al gobierno interino, pero Orlando Jiménez, el director cubano de la película PM me dijo: ¿Cómo es posible que, teniendo un gobierno paralelo, algo que los cubanos nunca tuvimos, lo dejen perder? Un gobierno que, además, tenía el respaldo de más de 60 países importantes. Al final, se desinfló y terminaron eliminándolo. Son episodios que han contado con el apoyo masivo de la población, pero el liderazgo opositor no ha marcado un rumbo.
Tenemos los mismos líderes que en 2013, ¿Cuál sería la razón por la que el 70 por ciento de los venezolanos, que asegura “que no puede confiar en nadie”, cambien de opinión?
Si bien eso es lo que revela el estudio de la UCAB, en igual porcentaje la gente manifiesta “que algo tiene que hacer”. La gente no sabe ni qué, ni cómo, ni dónde, quizás porque el tejido social quedó desagregado y los venezolanos viven alrededor de las relaciones familiares, íntimas y de amistades muy cercanas. No hay redes, ni estructuradas ni institucionales, que estimulen la participación.
Si la oposición ha apoyado a candidatos impresentables, como el señor Francisco Arias Cárdenas, y no ha sido consistente con la salida pacífica y electoral, ¿Por qué habría de creerles para el 2024?
Cuando hablo de estos temas, lo hago con la esperanza de que esos líderes se den cuenta de que esa rebatiña de liderazgos y de candidaturas es, no solamente ineficiente sino inmoral. No puede ser que, ante la crisis abismal del país, esos individuos, hombres y mujeres, no se detengan cinco minutos para preguntarse: ¿Qué le estamos ofreciendo al país que sea realmente diferente entre unos y otros, como para que estemos aquí, dándonos codazos y sea uno el que se imponga? ¿Cómo es posible que no haya ni uno que esté dispuesto a ceder ni a sacrificar? Eso, en mi opinión, es inmoral.
Ha insistido en la idea de que el liderazgo se tiene que sacrificar.
Si, a corto plazo. Porque si se restituye el juego democrático, todos esos líderes tendrán la posibilidad de entrar en el juego a título individual. Lo que pasa es que están empeñados en entrar antes de tiempo y con unas condiciones con las cuales nunca van a lograr un triunfo. Hay que tener grandeza de espíritu y de visión. Pero no, estoy defendiendo mi pedacito, mi poquitico. A la larga, van desapareciendo. Señores, si no están defendiendo un interés personal o perverso, siéntense y establezcan unas prioridades mínimas. Las primarias son un mecanismo eficaz para que la gente se exprese, pero son demasiados candidatos.
Los partidos de oposición no tienen la base electoral, la militancia, los activistas que ellos dicen. No hay tiempo de sobra, quizás es insuficiente, para el trabajo político y organizativo. Pero, además, si las primarias sirven para profundizar lo que hemos visto. Es decir, los recelos, la desconfianza, la escasa o nula disposición para perseverar… Olvídate del tango.
¿Qué estarían pensando algunos sectores de la oposición? Uno. Mi objetivo, a largo plazo, es construir una fuerza electoral importante, por lo tanto, mi interés inmediato es participar y cuantificar mi caudal electoral, quizás uno o dos alcaldías y, eventualmente, una gobernación. Ese es un camino de muy largo plazo. Yo no me coloco en esa temporalidad, porque mi tiempo es el presente. ¿Qué señala el estudio Psicodata? Que los venezolanos han tenido que alcanzar algún tipo de autonomía, aun siendo muy pobres. Tienes un potencial enorme, que puedes incorporar a la lucha política, si lo encaminas correctamente. No creo que los partidos políticos sean lo esencial, unos están desacreditados y otros son muy endebles, pero hay otra razón mucho más importante: la política actual se está estructurando a través de las redes sociales muy rápidamente. El asunto es que logres darle a la gente una estructura electoral, organizada, por ejemplo, para cuidar el voto de los electores. Pero eso requiere mucha madurez política. Lo importante es que las primarias sean eficientes y logren un resultado. Sin una jornada exitosa, olvídate, porque ya son demasiados fracasos, en los que ha habido muertos y presos.
Por precario que sea, el hecho de que los venezolanos, por propios medios e iniciativas, tengan un margen de autonomía es una buena noticia. Eso significa que el Estado paternalista, el Estado Mágico, se está erosionando en el imaginario de la gente.
Así es.
¿Eso no debería propiciar un escenario político distinto? Nadie ha dicho cómo podría potenciarse ese grado de autonomía. Nada de eso está en la agenda política.
Para eso podría servir esta conversación, para ver si los políticos reflexionan sobre estas cosas. Me pregunto si el liderazgo más joven se asesora con equipos bien formados y profesionales. O si simplemente son unos demagogos de pacotilla. Si tienes esos equipos que diseñen una forma distinta de abordar la actividad económica, en los más variados sectores, en algún momento se van a dar cuenta de que para ejecutar cualquier plan de gobierno tienen que restablecer la democracia. Sin el juego democrático, no hay nada. Eso es lo esencial y para mí resulta tan evidente que me pregunto: ¿Cómo no lo ven? Pónganse de acuerdo ¿En qué momento? ¿Y sobre qué? Si las primarias sirven para dar una respuesta, está muy bien.
¿Cuál es su hipótesis frente al 2024?
Preferiría hablar de una esperanza. Ojalá que, en algún momento, este liderazgo joven entienda que tiene que hacer algo. Si ese fuese el caso y llegara a establecerse una oposición sólida, yo creo que algo importante se produciría con relación a la ruptura de este régimen, siempre y cuando el escenario internacional nos favorezca. Pero pudiera ocurrir algo terrible, que el candidato fuese Benjamín Rausseo, a quien le veo todos los atributos de un populista moderno.
Eso sería la trampa jaula de las primarias, ¿No?
Hay que tenerle miedo a la superficialidad. En la novela Mene, hay un personaje que para mí es el arquetipo de la Venezuela rentista, la petrolera, se lo vi a Hugo Chávez, se lo he visto 50 veces a Maduro y se lo veo también al liderazgo opositor. Ese personaje se llama el negro Aldana. En la novela, el negro Aldana es un trabajador petrolero que encarna todo el padecimiento que significa la explotación de nuestros recursos, la insolencia del imperialismo estadounidense. Aldana un día, caminando hacia su condena que es el trabajo, mira a una pareja que juega tenis en los campos petroleros. Reflexiona. Qué cosa fea esos blancos, en esas casas que parecen hospitales. Y esa mujer rubia, casada con ese rubio que ni siquiera funciona. Esa mujer no sabe lo que es el placer. Yo podría violarla para que aprendiera, pero no lo voy a hacer, porque así le daría el único placer que esa mujer conocería en su vida. El negro Aldana triunfa en lo irrelevante, mientras arruina a su país. A diferencia de los japoneses que perdieron la guerra, a quienes les lanzaron dos bombas atómicas, fueron invadidos, y al cabo de los años ellos mismos invadieron a sus vencedores con carros Toyota.
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*Socióloga, doctora en Ciencias Políticas, profesora titular de la UCV. Premio Nacional de Ensayo y Premio Municipal Libertador por el libro Sobre Petróleo y Cultura Política. Articulista en diversos medios. Trabajó con veedores de la sociedad civil cuando se creó la Coordinadora Democrática. Autora de dos novelas policiales, felizmente publicadas. Daño Colateral y Por Inocentes.
https://prodavinci.com/maria-sol-perez-schael-fihman-todos-lo-intentaron-pero-ninguno-llego-lejos/
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