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lunes, 24 de abril de 2023

No son hechos aislados: 8900 víctimas entregaron terroríficos testimonios a la CPI y piden reanudar investigación «incluso más allá del alcance previsto». por @el_bolivarense


Al menos 8900 víctimas apoyan que el fiscal de la CPI reanude la investigación «incluso más allá del alcance previsto» en la Situación Venezuela I y que incluya otros crímenes de lesa humanidad

En la «gran mayoría» de los formularios transmitidos a la CPI por las víctimas venezolanas se pidió investigar otros crímenes como asesinatos ocurridos en diversos contextos, desplazamiento forzado y delitos contra categorías de víctimas específicas como grupos indígenas, trabajadores petroleros, mineros y jubilados

Al menos 8900 víctimas, 630 familias y dos organizaciones apoyan mayoritariamente que el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) reanude e incluso amplíe la investigación por crímenes de lesa humanidad contenidos en la Situación «Venezuela I»

El pasado 20 de abril, la Corte Penal Internacional publicó la versión editada del informe de la Sección para la Participación de las Víctimas y las Reparaciones (VPRS). Precisaron que recibieron al menos 1.875 solicitudes con las opiniones e inquietudes de las víctimas.

Como se recordará, en noviembre de 2022, la Sala de Cuestiones Preliminares ordenó a la VPRS compilar las opiniones y observaciones de las víctimas con respecto a la solicitud del fiscal de continuar con las investigaciones en Venezuela.

Posteriormente, se habilitó un formulario para que las víctimas pudieran enviar dichas opiniones y observaciones. Se fijó inicialmente como fecha límite el 7 de marzo de 2023.

Pero, tal y como lo afirma la misma corte, «a la luz de un número sin precedentes de opiniones y preocupaciones de las víctimas» que recibieron, se extendió el plazo de llenar el formulario hasta el 20 de abril de 2023.

La VPRS recibió observaciones de víctimas de todos los crímenes de lesa humanidad, en particular, según destaca la ONG Provea, de «asesinatos, encarcelamientos u otra privación grave de la libertad física, torturas, otros actos inhumanos, violación y/u otras formas de violencia sexual y desapariciones».



Los documentos fueron clasificados como confidenciales, por cuanto pueden conducir la identificación de las víctimas potenciales de los hechos investigados en la situación “Venezuela I”. 􀀿􀁆􀁊

«No son hechos aislados»

En el documento en el que publicaron hallazgos sobre este período de consultas la CPI destacó que, con base en el material recibido, las víctimas venezolanas «apoyan abrumadoramente la solicitud» de continuar con la investigación.

Argumentaron los participantes en la consulta que «el gobierno venezolano no está dispuesto a investigar y juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos» y que existe «total impunidad, por parte de las autoridades del Estado, las fuerzas de seguridad y los ‘colectivos’ «.

Por su parte Alerta Venezuela DDHH, un equipo de análisis e incidencia internacional en DDHH, recalcó que las «miles de víctimas sin justicia» que hay en Venezuela confirman que la violación a los derechos humanos en el país «no son hechos aislados».



La impunidad campea por doquier

La CPI también enumeró los principales factores que motivan a las víctimas a pedir que continúe la investigación en Venezuela. Entre algunos de los expresados por las víctimas están:

Se necesita una investigación urgente por parte de un tribunal internacional imparcial porque los procesos internos no son genuinos

Falta percibida de independencia judicial e imparcialidad

Medidas de reforma judicial en Venezuela son limitadas

Grave preocupación de las víctimas sobre la real disposición del gobierno para investigar y enjuiciar genuinamente los crímenes

Retraso considerable e injustificado entre la comisión del presunto delito y la apertura de la investigación, o entre esta última y la adopción de medidas

Fragmentación significativa y retraso sustancial en la realización de escasos trámites dentro del país

Procesos inactivos hasta 2021 y 2022 y que se iniciaron en torno a este tiempo en coincidencia con la solicitud de la información de la CPI

Víctimas indirectas de los asesinatos han sido desatendidas, amenazadas por las autoridades o, incluso, forzadas a salir del país.

Autores procesados con juicios que los protegen de su responsabilidad y los superiores responsables de los casos todavía gozan de impunidad.

Ampliar la investigación de la CPI en Venezuela

La CPI concluyó, tras este proceso de consultas, que las víctimas venezolanas apoyan mayoritariamente la reanudación de la investigación de la CPI, incluso más allá del alcance previsto.

Resaltaron que en la «gran mayoría» de los formularios transmitidos se pidió que se investiguen también otros crímenes de lesa humanidad como asesinatos ocurridos en diversos contexto, desplazamiento forzado por crisis humanitaria y persecución política.

«UN GRAN NÚMERO DE FORMULARIOS TAMBIÉN SE REFIEREN A DELITOS CONTRA CONTRA CATEGORÍAS DE VÍCTIMAS ESPECÍFICAS, COMO GRUPOS INDÍGENAS, TRABAJADORES PETROLEROS, MINEROS Y JUBILADOS», SE LEE EN EL DOCUMENTO DE LA CPI.

Como se recordará la Situación Venezuela I se centra en crímenes de lesa humanidad de privación de libertad u otra privación grave de la libertad física, tortura, violación y/o otras formas de violencia sexual de gravedad comparable y persecución por motivos políticos contra personas detenidas a partir de abril de 2017 en el marco de las protestas antigubernamentales y por miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, autoridades civiles y personas progubernamentales (colectivos).

Es por esto que las víctimas que respondieron el formulario piden que en la investigación de la CPI sobre Venezuela también se incluyan los asesinatos cometidos en las protestas, ejecuciones extrajudiciales y asesinatos ocurridos en el contexto de las detenciones.

Sobre el desplazamiento forzado, la CPI destacó en su documento algunas citas representativas de las víctimas venezolanas, que afirman que la Corte debe examinar con detenimiento este delito porque el Estado lo utilizó «como política sacar del país a jóvenes ente que quería un cambio de Gobierno» y porque muchos de los participantes de protestas entre 2014 y 2017 tuvieron que emigrar a otros países para evitar represalias.

En los testimonios también figuró, y así lo resalta la CPI, la petición de que se investiguen las sumas «irrisorias» pagadas a la población jubilada venezolana, que los priva de obtención de medicamentos y medicinas.

«Pedimos a los jueces que ordenen al Fiscal ampliar la investigación de la situación Venezuela para cubrir también el delito de exterminio«, refleja la cita textual del testimonio de una víctima compartido por la CPI.

Terroríficos testimonios

La Corte Penal Internacional (CPI) publicó el informe de la Sección para la Participación de las Víctimas y las Reparaciones (“VPRS”) que recopiló los testimonios de 8.900 víctimas venezolanas, en apoyo a la solicitud del fiscal de La Haya, Karim Khan, para que continúe la investigación por crímenes de lesa humanidad en Venezuela.

En el informe, la CPI cita algunos de los testimonios de las víctimas que relataron las torturas y la violencia sexual que sufrieron por parte del régimen de Nicolás Maduro:

“Lo desnudaron y le ordenaron a un perro rottweiler que le mordiera los testículos”.

“[La víctima] fue secuestrada [por] un gran número de funcionarios del SEBIN quienes lo amarraron de pies y manos, lo amarraron a un carro del SEBIN y lo arrastraron por más de un kilómetro por las calles antes de llevarlo al [Redactado] donde lo fue torturado durante 24 días. […] Las torturas eran literalmente macabras; le arrancaron las uñas de las manos y de los pies con tenazas; lo asfixió cubriéndole la cabeza con bolsas de plástico que contenían insecticidas, lo que le dañó gravemente los pulmones; le aplicó descargas eléctricas en los genitales y partes íntimas; golpear todo su cuerpo con toallas mojadas; lo hacía bañar a toda hora en orines y excrementos […]”.

“Cuando se enteraron de mi identidad de género no binaria, después de revisar mi celular, me sometieron a humillaciones. Me metieron en un tigrito o calabozo de 2×2 metros, me esposaron las manos a la espalda a un gancho en el piso en medio del tigrito, dejándome así por lo que creo que fueron dos o tres días, sentado en ese lugar. No me dieron agua, no me dieron comida, no me permitieron hacer mis necesidades fisiológicas entonces tuve que hacerlas encima. Me dejaron salir al segundo o tercer día, débil, casi arrastrándome porque no podía estar de pie, con las piernas entumecidas. Me desnudaron, me colgaron las manos y me arrojaron baldes de agua que la mayoría de las veces me caían en la cara. Me soltaron y me hicieron enjuagar la ropa solo con agua. En una ocasión me llevaron a una habitación donde solo había un viejo escritorio de metal pegado a una pared y una vieja silla de metal en medio de la habitación. Me esposaron las manos a la silla con dos juegos de esposas, tomaron un palo eléctrico que se usa para ganado y lo conectaron con un cable largo a un enchufe en la pared. Me lo colocaron varias veces en el pecho, me tiraron agua en los pantalones, precisamente en los genitales, y me descargaron electricidad en los testículos, por lo que no pude contener la vejiga y oriné con mucha fuerza por el susto. Todavía tengo en mi cuerpo las cicatrices de las quemaduras actuales. Falsificaron un documento judicial en el que decían que estaba condenado a muerte y me llevaron a una habitación y me hicieron parar en un banco de plástico, me colgaron del cuello, me golpearon varias veces en el estómago mientras me hacían preguntas que no pude responder. Los golpes fueron tan fuertes que una de las patas de la banca se rompió, así que me colgaron y perdí el conocimiento, todavía tengo las cicatrices en el cuello. Me trasladaron a un área con otros presos y les dijeron a los detenidos que yo era un violador, entonces me llevaron, me golpearon y abusaron de mí obligándome a practicar sexo oral. […]””

“[…]. En la prisión mis derechos humanos no eran derechos, sino meros sistemas de recompensa que se instrumentalizaban de la manera más perversa posible. Cuando las visitas de familiares y de mis abogados eran más constantes, no era porque fuera parte de un derecho; para los militares era prácticamente un premio y como tal me lo podían quitar a voluntad, como quien le quita un hueso a un perro. […] Otra forma particular en que los uniformados ejercieron torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes en mi contra fue de carácter vicario, es decir, maltrataron a mi familia para hacerme sufrir. Mi esposa […] era constantemente abusada sexualmente bajo la amenaza de que si no lo toleraba no la dejarían verme […]. Así, muchas veces la obligaron a desnudarse, le abrieron la cara interna de los muslos, le hicieron tocamientos indecentes (violencia sexual), y en una ocasión incluso la obligaron a quitarse la compresa menstrual para ‘verificar que no tenía objeto oculto’, lo que fue tremendamente humillante y ofensivo para ella […]. Había una ocasión en que fue aún peor porque obligaron a nuestros hijos a presenciar cómo desnudaban a su madre y a su abuela y querían desnudar a mis hijos”.

“Unos desconocidos tocaron el timbre de mi casa, yo no abrí la puerta, entonces entraron a mi casa. Eran un grupo de hombres del SEBIN, me golpearon, me escupieron, me tiraron del pelo, me dijeron que me violarían, me pegaron con una pistola y amenazaron con matar a mi familia porque yo era ‘un maldito fascista de la oligarquía‘. Luego me amarraron y robaron el dinero y los suministros. A raíz de estos repugnantes hechos uno de ellos se bajó los pantalones y amenazó con violarme, me orinó encima y me dijo que le dijera [a nuestra líder] que era una terrorista fascista, y que si seguíamos conspirando contra la revolución nos iban a matar. Más tarde llegó mi esposo con mis hijos y me encontraron en un estado tan aterrador. No puedo olvidar la cara de mi hijo mayor y el ataque de pánico que tuvo al verme así. Pensé que nunca volvería a ver a mi familia. Muchas cosas me pasaron en mi vida, pero esta marcó mi vida. ”

“La víctima trató de escapar pero no lo logró, la agarraron […] Una bolsa plástica negra de basura la rociaron con insecticida y le taparon la cabeza con ella tratando de asfixiarla […]. Fue golpeada brutalmente por estos hombres, al punto que cayó al suelo, y cuando dos trabajadores intentaron intervenir para ayudarla, los mataron en el lugar, con fusiles, para impedir que ayudaran [a la víctima]. […] Ella continuó siendo golpeada por estos hombres, quienes también le quemaron la mano, la sacaron a rastras de la casa, la llevaron a uno de los establos donde fue violada salvajemente por hombres, quienes continuaron golpeándola brutalmente; pensaron que la habían matado a golpes, así que la tiraron. […] La víctima tuvo que ser intervenida quirúrgicamente por los graves desgarros genitales provocados por las violaciones, se le desprendió parte de la mandíbula y los dientes por el brutal golpe, y tenía fracturas de cadera y problemas de columna”.

Tomado de:

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