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lunes, 24 de abril de 2023

Pienso, dudo y creo que existo, por @Paugamus


Paulina Gamus 23 de abril de 2023

@Paugamus

Para los antiguos romanos los idus de marzo eran festivos y alegres hasta que uno de esos días, en el año 44 A.C. fue asesinado Julio César. Según cuenta Plutarco, un vidente le había advertido del peligro, pero arrogante al fin —como suele ser la mayoría de los poderosos— Julio César se encontró al vidente camino al Senado y burlándose le dijo: Los idus de marzo ya han llegado; a lo que el vidente respondió: Sí, pero aún no han acabado. Shakespeare lo cita en su obra Julio César con la frase: ¡Cuídate de los idus de marzo!

No pretendería jamás comparar la significación histórica del emperador Julio César con la de un reyezuelo como fue —hasta que lo derribaron los idus de marzo de 2023— Tareck El Aissami. De lo que podríamos estar seguros es de que ni el césar, con todo su inmenso poder imperial, logró robar una milésima parte de lo que se dice distrajo el niño mimado de la revolucion bonita desde los tiempos de Hugo Chávez hasta bien entrado el régimen de Maduro.

A partir de ese momento y después que —según declaraciones de Freddy Bernal— hay 67 detenidos por el caso Pdvsa o Pdvsa Cripto, “parte de una trama de empresarios, altos funcionarios y diputados que se enriquecían a espaldas del pueblo”, surge una infinidad de preguntas que se mantienen sin respuesta. Tenemos un gobierno que jamás ofrece explicaciones creíbles y somos parte de un pueblo que tiene todo el derecho a dudar de cada palabra que sale de las bocas oficialistas. Nunca me llevé bien con la filosofía a pesar de los esfuerzos de ese maestro insigne que fue Federico Riu Farré. Si repaso mis apuntes de 5º año de bachillerato, encuentro que mientras para Descartes la duda era un instrumento para alcanzar la verdad, para el resto de los mortales (especialmente los venezolanos) “la duda es un estado permanente, un hábito del pensamiento, es un momento en que no somos capaces de afirmar si algo es verdadero o falso”.

Estamos llenos de dudas con sus respectivas interrogantes. La pregunta sin respuesta más generalizada es el destino del defenestrado Tareck el Aissami.  ¿Vive? ¿Dónde? ¿Cómo?  ¿Camina libre por las calles de algún país árabe, de La Habana, de Teherán o de Estambul?? Pasamos página con esa pregunta que el régimen no parece dispuesto a responder, y vamos a otra, por ejemplo, la braga color naranja. ¿Cuándo se estableció ese uniforme de presidiarios en el país? ¿Es para uso de cualquier privado de libertad o sólo para los VIP? ¿El diseñador (a) de la braga es el mismo o misma de la que usan desde hace años en el Imperio? ¿Es revolucionario copiarse usos y costumbres del enemigo mayor?

Una vez que se filtró un video que mostraba la pantomima con las esposas (las que se ponen en las muñecas, no las otras) de los primeros detenidos por el caso Pdvsa Cripto, es natural dudar que el trato que reciben sea el mismo de los presos comunes y sobre todos los políticos. ¿Dónde están recluidos, si es que están?  ¿Comen del mismo rancho que los presos comunes? Como ninguno de sus familiares se ha atrevido a quejarse de malos tratos o de que sus seres queridos estén en algún lugar inhumano y sombrío tipo «La Tumba», nos quedamos con la acuciante duda de si están presos de verdad o todo es parte de un teatro en el que los no contactados con las alturas del poder somos simples espectadores.

La pregunta sobre el destino de estos presos con braga color naranja cobra especial interés cuando supimos, por la ONG  Una Ventana a la Libertad, que 72 detenidos murieron en calabozos policiales por tuberculosis y desnutrición durante 2022.

Otra cosa que nos preguntamos todos a la vez como en un gran orfeón de dudas: ¿dónde están los reales? Las calculadoras normales son incapaces de contabilizar los miles de millones supuestamente sustraídos por El Aissami y su banda. ¿Tendrá el régimen de Nicolás Maduro el cinismo y caradurismo de seguir atribuyendo a las sanciones que les ha impuesto el gobierno de EEUU, las penurias de la poblacion, los sueldos miserables de maestros, enfermeras, médicos y demás empleados y obreros públicos, la burla ofensiva de las pensiones a jubilados y ancianos?

Más preguntas: ¿esa recién creada e innovadora Policía Anticorrupción se limitará solo al caso Pdvsa Cripto, con sus derivados como la bliztkrieg contra edificaciones, comercios y restaurantes en Las Mercedes, Municipio Baruta, Caracas, o extenderá sus competencias hasta los centenares de obras milmillonarias en todo el país que nunca se ejecutaron? Para nadie es un secreto —porque está a la vista de todos— el saqueo del que ha sido víctima la nación desde la llegada de Hugo Chávez al poder  hasta el presente. ¿Significará eso que el único responsable de corrupción obscena es Tareck el Aissami? ¿Y los demás?

Y ya para terminar, aunque no sea la última de nuestras interrogantes: ¿con qué objeto y para atacar a quién o a quiénes mostró Diosdado Cabello en su pedagógico programa cultural Con el mazo dando, a 26 presuntos torturadores que solían mostrarse encapuchados pero expuestos a cara descubierta en ese programa?

¿Sabremos algún día, nosotros, los millones de venezolanos sentados en las barreras de esta especie de coliseo romano en el que los leones toman forma humana, cuál es la verdad detrás de toda esa farsa de la lucha anticorrupción? ¿Viviré para verlo?

Paulina Gamus

@Paugamus

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