Paulina Gamus 23 de abril de 2023
Para
los antiguos romanos los idus de marzo eran festivos y alegres hasta que uno de
esos días, en el año 44 A.C. fue asesinado Julio César. Según cuenta Plutarco,
un vidente le había advertido del peligro, pero arrogante al fin —como suele
ser la mayoría de los poderosos— Julio César se encontró al vidente camino al
Senado y burlándose le dijo: Los idus de marzo ya han llegado; a
lo que el vidente respondió: Sí, pero aún no han acabado. Shakespeare lo
cita en su obra Julio César con la frase: ¡Cuídate de
los idus de marzo!
No pretendería jamás comparar la significación histórica del emperador Julio César con la de un reyezuelo como fue —hasta que lo derribaron los idus de marzo de 2023— Tareck El Aissami. De lo que podríamos estar seguros es de que ni el césar, con todo su inmenso poder imperial, logró robar una milésima parte de lo que se dice distrajo el niño mimado de la revolucion bonita desde los tiempos de Hugo Chávez hasta bien entrado el régimen de Maduro.
A
partir de ese momento y después que —según declaraciones de Freddy Bernal— hay
67 detenidos por el caso Pdvsa o Pdvsa Cripto, “parte de una
trama de empresarios, altos funcionarios y diputados que se enriquecían a
espaldas del pueblo”, surge una infinidad de preguntas que se mantienen sin
respuesta. Tenemos un gobierno que jamás ofrece explicaciones creíbles y somos
parte de un pueblo que tiene todo el derecho a dudar de cada palabra que sale
de las bocas oficialistas. Nunca me llevé bien con la filosofía a pesar de
los esfuerzos de ese maestro insigne que fue Federico Riu Farré. Si repaso mis
apuntes de 5º año de bachillerato, encuentro que mientras para Descartes la
duda era un instrumento para alcanzar la verdad, para el resto de los mortales
(especialmente los venezolanos) “la duda es un estado permanente, un
hábito del pensamiento, es un momento en que no somos capaces de afirmar
si algo es verdadero o falso”.
Estamos
llenos de dudas con sus respectivas interrogantes. La pregunta sin respuesta
más generalizada es el destino del defenestrado Tareck el
Aissami. ¿Vive? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Camina libre por las
calles de algún país árabe, de La Habana, de Teherán o de Estambul?? Pasamos
página con esa pregunta que el régimen no parece dispuesto a responder, y vamos
a otra, por ejemplo, la braga color naranja. ¿Cuándo se estableció ese uniforme
de presidiarios en el país? ¿Es para uso de cualquier privado de libertad o
sólo para los VIP? ¿El diseñador (a) de la braga es el mismo o misma de la que
usan desde hace años en el Imperio? ¿Es revolucionario copiarse usos y
costumbres del enemigo mayor?
Una
vez que se filtró un video que mostraba la pantomima con las esposas (las que
se ponen en las muñecas, no las otras) de los primeros detenidos por el caso
Pdvsa Cripto, es natural dudar que el trato que reciben sea el mismo de los
presos comunes y sobre todos los políticos. ¿Dónde están recluidos, si es que
están? ¿Comen del mismo rancho que los presos comunes? Como ninguno
de sus familiares se ha atrevido a quejarse de malos tratos o de que sus seres
queridos estén en algún lugar inhumano y sombrío tipo «La Tumba», nos quedamos
con la acuciante duda de si están presos de verdad o todo es parte de un teatro
en el que los no contactados con las alturas del poder somos simples
espectadores.
La
pregunta sobre el destino de estos presos con braga color naranja cobra
especial interés cuando supimos, por la ONG Una Ventana a la Libertad, que 72
detenidos murieron en calabozos policiales por tuberculosis y desnutrición durante
2022.
Otra
cosa que nos preguntamos todos a la vez como en un gran orfeón de dudas: ¿dónde
están los reales? Las calculadoras normales son incapaces de contabilizar los
miles de millones supuestamente sustraídos por El Aissami y su banda. ¿Tendrá
el régimen de Nicolás Maduro el cinismo y caradurismo de seguir atribuyendo a
las sanciones que les ha impuesto el gobierno de EEUU, las penurias de la
poblacion, los sueldos miserables de maestros, enfermeras, médicos y demás
empleados y obreros públicos, la burla ofensiva de las pensiones a jubilados y
ancianos?
Más
preguntas: ¿esa recién creada e innovadora Policía Anticorrupción se limitará
solo al caso Pdvsa Cripto, con sus derivados como la bliztkrieg contra
edificaciones, comercios y restaurantes en Las Mercedes, Municipio Baruta,
Caracas, o extenderá sus competencias hasta los centenares de obras
milmillonarias en todo el país que nunca se ejecutaron? Para nadie es un
secreto —porque está a la vista de todos— el saqueo del que ha sido víctima la
nación desde la llegada de Hugo Chávez al poder hasta el presente.
¿Significará eso que el único responsable de corrupción obscena es Tareck el
Aissami? ¿Y los demás?
Y ya
para terminar, aunque no sea la última de nuestras interrogantes: ¿con qué
objeto y para atacar a quién o a quiénes mostró Diosdado Cabello en su
pedagógico programa cultural Con el mazo dando, a 26 presuntos torturadores que solían mostrarse encapuchados pero
expuestos a cara descubierta en ese programa?
¿Sabremos
algún día, nosotros, los millones de venezolanos sentados en las barreras de
esta especie de coliseo romano en el que los leones toman forma humana, cuál es
la verdad detrás de toda esa farsa de la lucha anticorrupción? ¿Viviré para
verlo?
Paulina
Gamus
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