La política preferida de las dictaduras es difundir la desesperanza, la desolación, la desunión opositora, la mutilación de las ideas, pretendiendo crear un ambiente de poder absoluto, inconmovible, aun cuando la mayoría silenciosa de la población aborrezca desde sus entrañas al régimen y a sus voceros.
Esa tarea la ejecuta a la perfección el teniente de El Furrial en su programa semanal, ya que sus escasas neuronas las dedica a vilipendiar, a profundizar el odio entre los venezolanos, a desacreditar a todo aquel ciudadano -sea político, académico o sindicalista- que se atreva a denunciar las magras condiciones de vida de la población.
Por tanto, no es de extrañar el desánimo del ciudadano anónimo, quien a diario se esfuerza por sobrevivir, cuando ve por las redes sociales y medios de comunicación las trifulcas en la oposición, en cualquier sector sobran ejemplos. Si es en los sindicatos, es preocupante la rivalidad entre las diferentes corrientes sindicales y centrales gremiales, quienes en nombre de la pureza de clase descalifican sin contemplación alguna al disidente, llegando al extremo de ignorar convocatorias a jornadas de protesta si no las protagonizan y satisfacerse si fracasan. Es lamentable que las zancadillas y el cobro de facturas prevalezcan, aun cuando presenciamos la necesidad urgente de salir del régimen más antilaboral de nuestra historia.
En el campo partidista el desconcierto es mayor, las primarias han destapado el reservorio de odios irreconciliables, los cuales apuntan a desconocer los resultados de no ganar el candidato de su preferencia. Entretanto, en la otra acera, la de Miraflores, se relamen de gusto ante el rifirrafe opositor que no atisba a señalar un mínimo de optimismo al atribulado ciudadano.
La realidad nacional debiera indicar el camino para enfrentar a una tiranía que despedazó al país a su conveniencia, de tal manera que, si usáramos la tecnología para ver desde las alturas, podríamos constatar los sectores que combaten cada uno a su manera contra la gestión artera de un régimen, reconociendo que, sin conexión, ni coordinación alguna es imposible derrotar la dictadura que ha socavado a la sociedad venezolana.
Si existiera un mínimo de sensatez, todo escenario es propicio para irle rebanando espacios al régimen, por ejemplo, las elecciones universitarias de la UCV y de otras universidades públicas no solo deben ser tarea de los académicos, sino de todo un país que aspira a reconquistar la democracia.
Relegitimar las autoridades académicas con el voto masivo de su electorado confronta directamente a un autoritarismo que dedicó buena parte de sus tropelías a ahogarlas financieramente, a desaparecer la autonomía universitaria, sustituida por universidades fantoches militarizadas y mutiladas por la ideología del régimen.
Otro escenario fundamental es el laboral, los datos de las consultoras especializadas en la materia señalan que durante el año 2022 y el transcurso de 2023 reafirman que 50% de los conflictos sociales están marcados por reivindicaciones salariales, exigencias de reactivación de contratos colectivos, de reactivación de la seguridad social con jubilaciones y pensiones capaces de dotar de vida digna a la tercera edad.
Así también el derecho a empleos dignos determina para la empresa privada la reactivación de la industrialización y el comercio, como fuente de trabajo para millones de venezolanos, obligados a migrar en el más gigantesco éxodo de la historia continental.
En ese orden de ideas se ubica la lucha por los derechos sociales, la salud, la educación, el transporte, que ha dado a conocer la voluntad de la población de alcanzarlos a toda costa, por estar en vilo el derecho a la vida del grupo familiar.
En el abanico de protestas identificado por las consultoras se señala la violación de los derechos humanos y la liberación de los presos políticos sometidos a torturas, muertes y aislamiento, denuncias que han llevado a la CPI a abrir una investigación en contra de Maduro y su gabinete por crímenes de lesa humanidad.
En fin, encontrar el escenario propicio que conecte los intereses y las partes involucradas en reordenar el país destruido es el reto que tiene que asumir, no una persona o un caudillo, sino todo un equipo de ciudadanos e instituciones dispuestos a reconstruir la nación devastada.
https://www.elnacional.com/opinion/como-armar-el-rompecabezas-de-un-pais-desintegrado/
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