P. Luis Ugalde, sj 30 de mayo de 2023
Hoy
los países de América del Sur, casi sin excepción, ofrecen un panorama de
crisis económica, social y política. Las elecciones en este malestar buscan
cambios y tienden a favorecer a candidatos de ideología opuesta al gobierno,
pero nada más llegados al poder sienten que para responder desde el gobierno a
las expectativas tienen que olvidarse de sus banderas ideológicas y salir con
pragmatismo al encuentro de los problemas más urgentes. Los medios de
comunicación social informan que ganó la “izquierda” o la “derecha”, pero el
ganador – ahora gobierno- siente que le estorban esas etiquetas, pues le exigen
respuestas urgentes que no se dejan domesticar por ideologías.
Algunos ahora parecen alarmados porque el color rojo de la “izquierda” va coloreando el mapa de América del Sur: Brasil, Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Perú, Venezuela… Pero veamos.
Resulta
que en Brasil las oposiciones tienen fuerza en las gobernaciones y en el parlamento
y que es muy escaso el poder de Lula para hacer política de izquierda de sabor
“socialista” y son grandes las resistencias. En la actual crisis económica del
gigante brasileño, el presidente Lula para enfrentar el malestar social
necesita generar más trabajo bien pagado, con más inversión y crecimiento de
las empresas privadas, atrayendo inversiones que no se asusten con las
políticas sociales necesarias. Pero si Lula pinta el camino con
pancartas “socialistas” espantará la inversión, crecerá el malestar de los
pobres y empezará a bajar en las encuestas.
Oro
caso interesante es Chile que eligió a Gabriel Boric, joven presidente de
conocida militancia comunista. Su triunfo en buena parte se debió al dogmatismo
ideológico neoliberal de quienes siendo gobierno impidieron combinar los éxitos
económicos con vigorosos programas sociales sobre todo en educación, salud y
pensiones. Ya en el poder Boric entendió que la mayoría chilena no estaba
dispuesta a aventuras “socialistas” ni a constituciones de “izquierda” hechas
para castigar a la “derecha”. Las constituciones virtuosas no son instrumentos
para golpear al otro, sino para unir al país. Al poco tiempo la “derecha” y la
“centro derecha” con abrumadora mayoría derrotaron al movimiento
constituyentista de “izquierda” y abrieron las puertas a una constitución que
necesariamente tendrá que ser equilibrada en una sociedad plural como la
chilena. Parece que Boric entendió muy bien su derrota y aconsejó a la “derecha”
engolosinada con el triunfo no cometer el mismo error que “cometimos” los de la
“izquierda”.
Ahí
tenemos a la Argentina dando tumbos, pues necesita soluciones pragmáticas que
no llegan y el sufrimiento no se aplaca con recetas ideológicas.
Otro
caso es la llegada del exguerrillero Gustavo Petro a la Presidencia de Colombia
con una ventaja modesta e inestable equilibrio de fuerzas que no le permite
ofrecer muchos tributos a su imagen de «izquierda». Cualquier aventura en esa
dirección inmediatamente espanta las inversiones necesarias y lo pone en minoría
en las encuestas. Solo el realismo pragmático le permitirá hacer un buen
gobierno, manteniendo el apoyo plural necesario y generando bienestar social
con una inversión privada grande que le permita adelantar la pacificación y
abrir oportunidades de vida digna a los que dejen las armas. En contra de su
ideología tendrá que impulsar empleo privado productivo y programas sociales de
sistemas mixtos de educación, salud, empleo… sin pretensión de exclusividad
estatista.
En
este cuadro el régimen “izquierdista” de Venezuela con 25 años en el poder,
repetidamente reprobado en los exámenes de gestión y con las esperanzas y
promesas reducidas a cenizas, resulta muy incómodo para las nuevas “izquierdas”
de otros países que no quieren ser acusadas de ser parientes del fracasado
régimen venezolano. En países vecinos con millones de venezolanos refugiados
saben que Venezuela hoy no es un paraíso; por el contrario en la frontera ven
el río humano que huye de este infierno. Petro como Boric y otros necesitan que
la dictadura de Venezuela cambie y los salarios no sean de hambre.
La
verdad que eso de “izquierdas” y “derechas” no ayuda en el naufragio y los de
una y otra ideología tienen que compartir las únicas pocas tablas de salvación
y nadar juntos, superando sus antagonismos.
No
sabemos qué pasará dentro de 100 años, pero por ahora en el mundo no hay
prosperidad económica sin un gran crecimiento de empresas privadas con sentido
social, que juntas con los gobiernos están decididas a combatir a fondo la
pobreza de la mayoría de la población… Pero las empresas fracasarán como en el
pasado si no son valoradas como su esperanza por millones y millones de
trabajadores, que ven en ellas el medio concreto para lograr el bienestar suyo
y de sus familiares.
Para
avanzar en esta dirección, necesitamos nuevos liderazgos pragmáticos que
traerán paz con creciente productividad económica y social y bienestar
compartido por toda la sociedad. Hay ideologías fracasadas y muertas que solo
necesitan ser enterradas.-
P.
Luis Ugalde, sj
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