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domingo, 7 de abril de 2024

La transición energética, por @enelgreenpower


¿Qué entendemos por transición energética? ¿Por qué es tan importante para luchar contra el cambio climático? ¿Y qué es lo que ayuda a acelerarla? ¿Y cuál es el rol de la electrificación en este proceso? Todo lo que hay que saber sobre el reto más importante de este siglo

La Tierra se está calentando.

En 2023, según la Organización Meteorológica Mundial de las Naciones Unidas, la temperatura media anual global se acercará a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales (más exactamente, 1,45 ± 0,12 °C).

Se trata de una cifra dramática, porque elAcuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático pretende limitar el aumento de la temperatura a largo plazo (es decir, sobre el promedio de décadas y no de un solo año como 2023) a no más de 1,5 grados centígrados.

El calentamiento global, además de provocar la fusión de los glaciares y la subida del nivel del mar, provoca otros cambios climáticos como la desertificación y el aumento de fenómenos extremos como por ejemplo huracanes, inundaciones e incendios: la alteración del clima podría causar daños incalculables.

Los científicos coinciden en achacar la responsabilidad de este cambio a las emisiones antrópicas de gases de efecto invernadero en la atmósfera, en particular, a partir de la Revolución Industrial. El principal de estos gases, el dióxido de carbono, procede en gran parte del sector energético, (que también incluye a la generación de electricidad, pero no solamente a esta).

En diciembre de 2023, la COP28 celebrada en Dubai se cerró con un acuerdo explícito para poner fin al uso de combustibles fósiles, pero no fijó objetivos precisos para eliminar progresivamente las fuentes de energía no renovables, al tiempo que admitió que los países del mundo aún no están en vías de cumplir el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a menos de 1,5 °C.

La COP28 instó a las partes a tomar medidas para triplicar la capacidad mundial de energía renovable y duplicar los avances en eficiencia energética para 2030. Y a presentar objetivos ambiciosos de reducción de emisiones, que abarquen todos los GEI, sectores económicos y categorías y estén en consonancia con el límite de 1,5 °C en la próxima ronda de planes nacionales de acción por el clima para 2025.

El objetivo sigue siendo, para 2050, lograr la llamada Neutralidad de Carbono, es decir, reducir y evitar las emisiones de efecto invernadero compensando las restantes mediante el uso de los llamados créditos de carbono.

Para alcanzar este objetivo, ratificado por la COP26 en Glasgow, la herramienta principal es la transición energética, o sea, cambiar de un sistema energético radicado en los combustibles fósiles a uno de bajas emisiones o sin emisiones de carbono, basado en las fuentes renovables. Una gran contribución a la descarbonización proviene de la electrificación de los consumos, reemplazando la electricidad producida a partir de fuentes fósiles por la generada por fuentes renovables, que hace más limpios otros sectores, como el transporte, como así también de la digitalización de las redes, que mejora la eficiencia energética.

El proceso de transición energética no es algo nuevo en la historia. En el pasado ya asistimos a otros grandes cambios históricos, como el de la madera al carbón en el siglo XIX o del carbón al petróleo en el siglo XX. Lo que caracteriza esta transición respecto a la anterior es la necesidad de proteger el planeta de la peor amenaza que hemos tenido que afrontar hasta la fecha, y que tenemos que hacerlo lo más rápidamente posible.

Este impulso ha acelerado los cambios en el sector energético: entre 2010 y 2022, según datos deIRENA, los costes de las tecnologías renovables disminuyeron un 83 % en el caso de la solar fotovoltaica y un 42 % en el de la eólica terrestre.

Sin embargo, la transición energética no se limita al cierre progresivo de las centrales de carbón y al desarrollo de energías limpias, sino que es un cambio de paradigma de todo el sistema.

Con todo eso se benefician no solamente el clima, sino también la economía y la sociedad.

La digitalización de las redes habilita las redes inteligentes y abre camino a nuevos servicios para los consumidores. Desde el punto de vista ambiental, las fuentes renovables y la movilidad eléctrica reducen la contaminación, mientras que las centrales de carbón pueden ser reconvertidas a una perspectiva de economía circular. Además, por lo que se refiere a la sostenibilidad social, los nuevos empleos podrán absorber las labores de aquellas personas que hasta la fecha han estado trabajando en el sector termoeléctrico. Es importante que la transición energética sea inclusiva y que nadie se quede atrás.

Tomado de:

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