Julio Castillo Sagarzazu 27 de abril de 2024
@juliocasagar
La
peor tragedia de Pedro Paramo es que estaba muerto y no se había enterado. Su
espectro deambulaba entre los vivos y su alma de cacique seguía devorándolo
todo, incluyendo, como Saturno, a Juan Preciado, su propio hijo.
Lo que
pudiéramos llamar el síndrome Pedro Paramo, suele ser recurrente en sectores de
la dirección política de un país. Es decir, las ideas, los modelos y los
códigos de comportamiento social cambian y mueren, pero muchos no se dan cuenta
de lo que pasa alrededor. Corren el riesgo de Juan
Preciado, el de ser atrapado por el mundo de los muertos y tampoco enterarse de lo que les está ocurriendo.
Este
viejo mundo y otro que surge, se han contrastado ayer y hoy en el Estado
Portuguesa: una manifestación espontánea, masiva, alegre, esperanzada que ha
recibido a MCM y otra transportada en autobuses y con rostros de obligados para
participar en un acto del PSUV.
Allí
se ha puesto de manifiesto que el gobierno no enfrenta a una fuerza política,
como es el caso de una confrontación electoral en cualquier país normal. En
realidad, está enfrentando una fuerza de otra naturaleza, es una fuerza social,
espiritual, ciudadana y un sentimiento de cambio que no tiene retroceso, sino
al inmenso costo político e histórico, de aplastarlo con la arbitrariedad o por
la fuerza.
Es muy
probable que cualquier lector con recorrido en la política, pueda despachar
esta afirmación diciendo que se trata de una descripción interesada; que es
propaganda; que se trata de un panegírico a lo que MCM significa en la política
de hoy. Están en su derecho. Quizás explicar lo que describimos lo haría mejor
un académico más preparado, que quien esto escribe, en temas de comportamiento
social. De manera que lo despacharemos con un manido tópico: Para entender lo
que esta pasando hay que vivirlo en vivo y en directo.
Para
explicarlo mejor, debemos decirlo, no se trata solamente de valorar lo que
dicen a MCM las madres, los jóvenes, los abuelos y abuelas que se le acercan o
de escuchar los comentarios de la gente que está a decenas de metros de las
tribunas; o a quienes se asoman a sus casas con banderas cuando pasa la
“escolta motorizada” con la parrillera saludando. Al fin y al cabo, estos son
momentos donde priva la emoción y los sentimientos están a flor de piel.
Quizás,
lo más importantes y valioso es escuchar de viva voz el análisis (si, el
análisis) sosegado del dependiente de la panadería; del mesonero de la arepera
donde te paras luego del acto; del pequeño empresario; del agricultor y del
profesor jubilado sobre la realidad política del país.
Temas
como las primarias, la unidad; el rol de los partidos; las filigranas que se
han debido tejer para llegar hasta donde hemos llegado; la significación de la
candidatura de Edmundo González, sobre su talante de hombre ponderado, serio y
confiable, son verdaderas piezas que podrían ser incorporadas en cualquier foro
de debate de las plataformas políticas del país.
Ahora
bien, si se nos pidiera rescatar una idea, de esta panoplia de debates, es
justamente el convencimiento general de que estamos en una nueva etapa; que se
ha cerrado un ciclo importante en la percepción política del país y que hay el
convencimiento de que la coronación de esa nueva etapa (para asumir otra
igualmente compleja después) tendrá lugar el 28 de julio próximo.
Por
ello es tan importante que la dirección política democrática del país, asuma
esta nueva percepción de las cosas. Asumirla, implica cambiar hábitos,
caracterizaciones y modos de comportamiento.
Hay un
reto enorme ahora: Se trata de asumir la ruptura con este viejo mundo, pero
construir una nueva alternativa entre todos, pasando por encima de las
diferencias y los distintos puntos de vista.
El
llano esta en llamas y cuando el llano esta en llamas, los adversarios
naturales (predadores y presas) corren juntos. Sin embargo, es necesario saber
hacia dónde se corre y a quien se sigue. Por eso es tan importante poner el
oído en la tierra (como los indios en las películas de vaqueros) para escuchar
lo que dice y opina la gente
Un
desafío enorme, pero que debemos resolver para superar esta pesadilla.
Julio
Castillo Sagarzazu
@juliocasagar
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