Por Mariano de Alba
China, Rusia y Cuba han sido
calificados como alianzas clave para el régimen de Nicolás Maduro. Al mismo
tiempo, Venezuela enfrenta un proceso de aislamiento internacional como
consecuencia de las acusaciones de violaciones de derechos humanos y de las
garantías democráticas por parte del gobierno. Pero China, Rusia y Cuba tienen
diferentes motivaciones para apoyar e influir en el proceso venezolano, por lo
que se hace indispensable entender el estado de la relación de Venezuela con
cada uno de esos países.
China y su interés por los
recursos naturales
Fotografía de Xinhua/Ma
Zhancheng/IANS
Entre el año 2007 y 2016,
China otorgó aproximadamente $60.000 millones al
Estado venezolano. En 2014, cuando ya era previsible que la situación económica
del país se dirigía a un escenario muy complejo, algunos pensaron que dada la
magnitud de los préstamos otorgados hasta ese momento –$50.000 millones– las
autoridades chinas plantearían al gobierno de Nicolás Maduro la necesidad de
tomar medidas que permitieran corregir el rumbo económico. “De hecho, lo
hicieron, pero de una forma limitada y mesurada como caracteriza a China”,
apunta Margaret Myers, directora del programa sobre
Latinoamérica y el Mundo en el Diálogo Interamericano, un centro de pensamiento
en Washington.
A pesar de que uno de los
principios rectores de la política internacional del gigante asiático es no
intervenir en los asuntos internos de otros Estados, hubo contactos con el
gobierno de Venezuela para concretar asesorías. Myers recuerda que “se envió
una delegación de expertos en varias oportunidades, no sólo para hablar del
financiamiento sino del manejo de la economía. La apertura de una agencia del
Banco de Desarrollo de China en Caracas también fue un esfuerzo para presionar
sutilmente por algunas correcciones”. Pero al igual que con la iniciativa de
una comisión auspiciada por UNASUR, el
gobierno no tomó en cuenta las recomendaciones.
China siguió prestando y entre
2015 y 2016 desembolsó aproximadamente $7.200 millones. Sin embargo, Myers
–experta en la política exterior de la nación asiática– advierte que en China
“no existe un consenso sobre cómo lidiar con la situación en Venezuela y hay un
debate activo entre sus expertos sobre la conveniencia de limitar seriamente el
riesgo asumido”. 2017 ha sido el año donde ha podido observarse con mayor
claridad la decisión de limitar el financiamiento a Venezuela. Hasta octubre de
2017, no hay conocimiento público de un nuevo desembolso por alguna cantidad
importante, aunque sí se han firmado dos contratos valorados en $580
millones para impulsar la producción de carbón y níquel. Asimismo, Myers
advierte que a partir de 2015 el financiamiento otorgado “si bien no ha sido
condicionado, sí ha especificado mucho más el uso que debe dársele al dinero.
Ese año se detalló en el contrato que había que destinar los fondos a mejorar
la infraestructura para la producción petrolera”.
De lo anterior no se puede
inferir que China se encamine a retirar el apoyo al gobierno venezolano. Más
bien, “el país opera como una compañía y la visión predominante es que hay que
mantener la presencia para que una vez superada la crisis, las empresas chinas
tengan ventaja”, sostiene Myers. En consecuencia, lo más probable es que algún
tipo de cooperación continúe, pero con montos menores a los contratados entre
2007 y 2016.
Por otro lado, y ahora que ha
sido planteada por Nicolás Maduro la posibilidad de “renegociar” la deuda
externa venezolana, China ha dado señales de que no tiene intención de
reevaluar los préstamos que ha otorgado. Su Ministerio de Relaciones
Exteriores reaccionó horas despuésacotando que “tomaba
nota del compromiso de Venezuela de seguir cumpliendo sus obligaciones”. Según
Myers, “China no quiere sentar el precedente de una renegociación masiva,
exponiéndose a las mismas implicaciones en los acuerdos que tiene con otros
países”. Sin embargo, podría en algún momento aceptar reevaluar algunos
acuerdos, principalmente porque la apuesta china es mantener el acceso a los
recursos naturales venezolanos a largo plazo y su política exterior no se caracteriza
particularmente por tomar represalias. De hecho, en los últimos años China les
ha perdonado deudas a algunos países de África (aunque por montos menores que la
que mantiene Venezuela).
Por ende, el gigante asiático
ha entrado en una fase de mayor cautela, donde existe preocupación sobre la
estabilidad política y económica en Venezuela, así como por la situación de la inseguridad a
la que se exponen los ciudadanos chinos que visitan o trabajan en el país. No
se espera una ayuda masiva a Venezuela en el corto plazo, aunque sí se prevé
que sigan participando en proyectos específicos y podrían otorgar algunos
períodos de gracia para ayudar al gobierno a sortear la crisis económica.
Rusia y el juego geopolítico
Fotografía de Kirill
KUDRYAVTSEV /AFP PHOTO / POOL
El apoyo del gobierno de Rusia
a Venezuela es de distinta naturaleza. Las motivaciones de Vladimir Putin se
encuentran en el campo de la geopolítica. El presidente de la Federación Rusa,
quien ha controlado el país durante los últimos diecisiete 17 años, ha catalogado el colapso de la Unión
Soviética como la “mayor tragedia del siglo XX”. Desde su llegada al poder, su
objetivo central ha sido devolver a su país al nivel de relevancia mundial que
tuvo durante la Guerra Fría.
Para ello, “en primer lugar
Rusia busca que el resto del mundo respete y no interfiera con sus intereses en
los países que formaron parte de la Unión Soviética”, explica Vladimir
Rouvinski, director del Laboratorio de Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad ICESI, ubicada en Cali, Colombia. “Rusia ve
inaceptable que otros países se inmiscuyan en su vecindario, en un área que ha
catalogado como los “países extranjeros cercanos”. Por ello, ante la expansión
de la OTAN y la conclusión de que Estados Unidos incentivó el cambio de régimen
en Ucrania, surge una estrategia de reciprocidad, donde el gobierno de Rusia ha
resuelto expandir su influencia rusa a países extranjeros cercanos a Estados
Unidos, destacando América Latina”, expone Rouvinski.
Por su parte, ese acercamiento
con algunos países de América Latina –como Bolivia, Nicaragua y Venezuela– le
ha valido a Rusia para convencer a sus ciudadanos del recobro en el área de
influencia que el país tenía durante la Unión Soviética. Rouvinski acota que
“en los medios
de comunicación rusos, Venezuela es presentada frecuentemente como
víctima, buscando hacer un paralelismo con lo que ocurrió en Ucrania. Para la
ciudadanía rusa es fácil entender esa narrativa porque Ucrania es un país y una
situación que le es más cercana. Esa es una razón por la que, en distintas
encuestas durante los últimos años, Venezuela siempre aparece como uno de los
diez países más amigables para los rusos”.
Putin siempre ha valorado
mucho las relaciones personales con líderes extranjeros. En el caso de
Venezuela, Hugo Chávez logró concretar una estrecha relación durante sus
primeras visitas a Moscú, donde además Rusia identificó un mercado importante
para la exportación de equipos militares. Más adelante, el
expresidente Chávez fraguó otra relación fundamental con Igor Sechin, una persona muy cercana a
Putin, parte importante de las élites poderosas y actualmente director
ejecutivo de la estatal petrolera Rosneft. Maduro ha logrado mantener esa relación de
confianza y, gracias a Sechin, durante el año 2017, Rusia ha aumentado su
perfil como prestamista del Estado venezolano, aprovechando para obtener un
mayor control sobre activos petroleros de Venezuela. Según Reuters, en abril Rosneft le prestó a PDVSA más
de $1.000 millones, actualmente revende el 13% de las exportaciones petroleras
venezolanas y ha negociado “participaciones en hasta nueve prolíficos proyectos
petroleros”.
Sin embargo, Rouvinski destaca
que “las élites rusas son muy heterogéneas y no todas apoyan un incremento del
flujo monetario hacia Venezuela, principalmente porque Rusia no dispone de
suficientes recursos” por los precios actuales del petróleo y el régimen de
sanciones internacionales al que también está sometida. En consecuencia, el
profesor de la Universidad ICESI destaca que “Putin va a ser reelegido, pero la
suerte política de Igor Sechin es actualmente incierta. Hay una parte de las
élites rivales que se oponen a las actividades en Venezuela”.
Dado el interés geopolítico de
Rusia sobre Venezuela, muchos se han preguntado si Estados Unidos podría negociar el
retiro de apoyo de Moscú a Caracas. El profesor Rouvinski opina que “por ahora
es poco probable. No existen canales de comunicación sustanciales y el gobierno
de Donald Trump está quedando con una camisa de fuerza, no puede hacer nada con
Rusia.”
Cuba y los
infructuososintentos para concretar su ayuda
Fotografía de Carlos García
Rawlins / Reuters
El apoyo político de Cuba se
ha mantenido incólume a pesar de la grave crisis económica venezolana. En su
mejor momento, las exportaciones de petróleo venezolano a la isla llegaron a
ser de 100.000 barriles diarios, pero para 2017 se han reducido en más de la mitad. El
apoyo venezolano hacia Cuba sigue siendo sustancial y aunque el número de
barriles de petróleo enviados es mucho menor, no existen indicios de que la
cercana colaboración cubana con Nicolás Maduro haya disminuido. La afinidad
ideológica y el hecho que el gobierno venezolano esté replicando el “modelo
cubano” siguen pesando mucho.
Al menos dos países
latinoamericanos –Colombia y México– han tratado de conversar con el gobierno
de Raúl Castro para que éste ejerza presión por una solución negociada a la
crisis venezolana. Ambos esfuerzos han sido infructuosos, y el presidente de
Colombia, Juan Manuel Santos, reconoció recientemente que su gobierno
había “estado muy activo tratando de buscar una solución pacífica, pero
desafortunadamente hemos fracasado”.
Algunos también esperan que
Estados Unidos juegue un papel para quebrar esta alianza. Pero el acercamiento
diplomático que se había concretado durante el gobierno de Barack Obama ha sido sustancialmente
revertido por Donald Trump, quien ha reinstituido limitaciones para el turismo y
negocios en la isla. Estados Unidos también ha restringido las relaciones diplomáticasen
respuesta a los ataques sónicos sufridos por varios de sus funcionarios
diplomáticos en la isla.
Según William Leogrande –especialista en la
política exterior de Estados Unidos hacia Latinoamérica y coautor del libro que mejor detalla la historia de las
negociaciones entre Washington y La Habana– “la situación de Venezuela no fue
discutida durante las negociaciones que llevaron al restablecimiento de
relaciones diplomáticas en 2014. En otras ocasiones, Estados Unidos ha tratado
de discutir el tema y la respuesta de Cuba ha sido negativa”. En la actualidad,
las probabilidades de una alineación de intereses entre Estados Unidos y Cuba
sobre Venezuela son mínimas.
Reflexiones finales
En la escena política, lo
previsible es que China busque involucrarse lo menos posible, apelando al
principio de no intervención. Por otro lado, será difícil que haya un cambio en
la posición de Rusia sin que Estados Unidos haga concesiones concretas sobre su
influencia en algunos Estados postsoviéticos, algo muy poco probable. Una
conclusión similar aplica para el caso de Cuba, y una mediación positiva luce
improbable si se tiene en cuenta la posición actual del gobierno estadounidense
hacia la isla. Pero hay que recordar que Raúl Castro entregará la presidencia
en febrero de 2018 y aunque un cambio de doctrina parece remoto, tampoco pueden
descartarse algunos cambios políticos en la isla. Para muestra, y guardando las
distancias, véase Ecuador luego de la toma de posesión de Lenin Moreno.
Económicamente, China parece
decidida a no mantener el ritmo de los cuantiosos préstamos que ha otorgado,
centrándose en algunos proyectos concretos donde mantenga el control y
disminuya los riesgos de su inversión. Sólo en casos extremos, abriría la
puerta a renegociar la deuda existente. Rusia, por su parte, continuará
prestando apoyo y procurando acceso a recursos naturales valiosos, pero su
capacidad económica es limitada. Asimismo, sus inversiones en Venezuela, según
los expertos, no estarían siendo bien vistas por toda la élite que apoya a
Vladimir Putin, lo que hace poco probable que los desembolsos aumenten
sustancialmente. Cuba, como es conocido, no tiene a capacidad económica para
auxiliar a Venezuela. Su apoyo es político y simbólico, un apoyo que es altamente
probable que no sea retirado.
07-11-17
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